Ya sé, miles de cosas han pasado y pues es momento de terminarlo todo o bueno la mayoría de las cosas que no vale la pena continuar. Realmente ya ni siquiera sé si me recuerdas. Soy la chica con la que hablabas todas las mañanas antes de iniciar el día, a la que le mandabas mensajes de amor eterno y que te consolaba en los días malos. La misma que te impulsaba a seguir adelante porque conocía tu potencial dormido y deseaba verte alcanzar tus metas y llegar al éxito.
Era a la que le contabas tus miedos, tus ideas locas, tus fantasías. La que estaba dispuesta a darte el mundo en una caja amarilla, si eso hubiera provocado tu sonrisa; la misma a la que no le importaba nada más que tenerte cerca en ese abrazo secreto, ese que me llevaba a mi lugar seguro y a los latidos de tu corazón. Aquella que te llenaba de besos y caricias en cualquier rincón que se prestará para hacerte eso que solíamos llamar «amor«, eso que termino siendo sólo deseo.
Era todo eso que ya no tiene caso porque decidí ir por otro camino, soltar tu mano a la que me aferraba con la yema de los dedos, rozando sólo las puntas porque te sabía lejano e irremediablemente ajeno a mis esperanzas. Deje la página doblada por este año pero llego el momento de darle un final, cerrar el libro para poder escribir una nueva historia.
Recuerdo todo en mi mente como una película, esas románticas donde los protagonistas al final nunca llegan a ser felices por más que lo intenten. La ironía es que terminamos siendo parte de una y si alguien me lo hubiera dicho me habría reído de su imaginación, juraba que el “para siempre” y todos esos mensajes de amor eterno eran algo real. De todo, los «te quiero» que se convirtieron en «te amo» es lo que más añoro, eso y el calor de tu cuerpo abrazado al mío.
Me entregue y confié mi alma por primera vez, te incluí en todo, en cada plan y cada sueño intenso que tengo planeado para mi vida. El tiempo, no se detiene, corre velozmente y el año se termina, reescribí todo para lograr que no figures en nada. Viajo ligero, sin necesidad de que estés porque sola puedo lograr lo mismo y sentirme satisfecha. Me hice fuerte y te agradezco porque me di cuenta de que no necesito a nadie para hacer las cosas, que es mucho mejor cuando las hago para mí misma y no necesito arrastrar a aquellos que no quieren avanzar.
Debo de admitir que nuestra historia no estuvo tan mal, no le cambiaría nada, ni siquiera el final donde el príncipe se convierte en el monstruo que tanto asustaba a la princesa. En mi historia la princesa se salva a si misma del terrible dragón porque ella tiene todo a su favor; gracias, me diste armas y mucha experiencia, me ayudaste a ver que incluso la persona en la que más confías puede decepcionarte y sólo te tienes a ti mismo para reponerte, levantarte tras la terrible caída y seguir avanzando.
Quizá me equivoque contigo, tal vez te presione demasiado y no pude competir contra tus inseguridades y tu miedo al fracaso, esos que te impiden maximizar tu talento. No sé, ahora todo parece mentira porque hace un año la felicidad no me cabía en las manos a pesar de todo. Había perdido una parte de mí pero otra permanecía intacta y tú estabas ahí, prometiendo que estarías conmigo y te coloque un anillo en tu dedo en señal de amor eterno. Al menos de mi parte, fue así, lo hice por amor y soñaba con despertar todos los días a tu lado.
Sí, el tiempo corre y no espera por nadie, es raro pensar como alguien que significo el mundo para ti ahora es un completo desconocido. Se olvidan los momentos, se pierden en tus recuerdos y poco a poco lo dejas pasar, e incluso cuestionas, esos momentos en los que existieron besos, caricias, las charlas y sonrisas. Quedan sólo las peleas, los malos ratos, las mentiras y todo el dolor que provoco su presencia. Olvidas todo, queda sólo aquello que ha dejado cicatriz en tu alma y es entonces cuando decides que no deseas a esa persona en tu vida nunca más. Que no deseas verle, ni volver a escuchar su voz y que ya no quieres que nadie la mencione.
No me mal entiendas, no me arrepiento de haber estado contigo, no es eso. De hecho, daría lo que fuera por volver a vivir un día con la persona que fuiste a mi lado, la que estaba llena de sueños y ansias de no quedarse estancado, esa persona que admiraba; daría todo porque todo fuera como esa noche en la que tus labios se encontraron con los míos. Por estar ahí, abrazados escuchando música como si nada más existiera en el mundo.
Pero no, hoy entiendo que no te añoro a ti si no a lo que significaste para mí. No eran tus besos si no lo que representaban en mi corazón, el sentimiento que me inundaba cuando mis labios se unían a los tuyos. Créeme yo también he cambiado, sé que tú eres diferente y espero sea para bien, para mejorar y para que todo lo que un día me dijiste que deseabas para tu vida se cumpla y que tu año este lleno de nuevas promesas, unas que si sepas cumplir.
Nos dimos todo sin darnos nada, lo acepto, basta de todo este cuento. Te deseo lo mejor, pero todo tú, todo lo que fuiste, todo el rencor que alguna vez existió y todo el amor que tenía se queda en este año, se lo lleva el viento con todo lo malo y me despido para empezar de nuevo, de cero. Un nuevo año para llenarme de fe y esperanza, iluminarme con miles de estrellas, ganas de vivir, soñar, luchar y ¿por qué no? volver a amar.