Hace algunos años en alguna página de internet de esas que no registro memoria con certeza, leí por casualidad la noticia, acerca de que las estudiantes de periodismo de la universidad de Moscú, se habían puesto en la tarea de estampar sus camisetas con sugestivos mensajes para ir a esperar al presidente Putin a su arribo al aeropuerto de la capital rusa. Días atrás, numerosos incendios habían destruido miles de hectáreas de bosques y las bien proporcionadas estudiantes compusieron un mensaje que decía algo así como “presidente usted habrá podido sofocar los fuegos, pero yo aún sigo ardiendo”. No le di importancia a la lectura, pero recordaba siempre la anecdótica situación, cuando por cualquier razón veía a Putin en la televisión; me preguntaba entonces ¿qué carajos podían ver en ese hombrecito medio escuálido y nada bien parecido, un grupo de jovencitas que por su origen destacan entre las más bellas del mundo?
Tiempo después en alguna sección de farándula saltó a mis ojos en datos estadísticos, que Vladimir Putin estaba catalogado entre los hombres más sexys y deseados de Rusia, me pareció otra broma como la anterior, o con algo de suerte algún tipo de propaganda electoral, pero no, sustentado y con cifras claras, se decía que el 46% de las rusas, consideraban a Putin un hombre sexy y sexualmente deseable.
Hace menos de dos meses el mundo supo que Vladimir Putin dejó a su esposa después de 30 años de matrimonio, por irse tras las faldas, o mejor dicho los leotardos de una espectacular gimnasta olímpica compatriota suya, de nombre Alina Kabayeva; la mujer en cuestión es una beldad en todo el sentido, hermosa, bien proporcionada, sexy y con un cuerpo moldeado a la perfección tras años y años de práctica del quizá más famoso deporte del país eslavo, con apenas 30 años (Putin le dobla la edad) fue capaz de acabar con el matrimonio del célebre ex agente de la KGB y toda Rusia se pregunta si irá a ocupar el puesto de primera dama en un futuro próximo.
Me puse a pensar en serio, cuál puede ser el atractivo de un personaje que alcanza a duras penas el 1.70 mt., contrastando dramáticamente con el promedio de sus compatriotas, que facialmente no es competición para ningún actor de cine y cuyo estado físico no destaca de ninguna manera. Pues bien, llegué a la conclusión de que su atractivo no puede radicar en otra cosa, sino en el inmenso poder que descansa sobre sus manos. Ex agente de la KGB, ex ministro, ex presidente interino, miembro activo del soviet durante los años de la URSS y en general, un hombre que se ha movido en las sombras de un país donde las luchas de poder son prácticamente una identidad para exportar, debe despertar cierto tipo de fascinación malsana en las mentes de aquellas jovencitas, muchas de las cuales nacieron cuando Rusia ya se había convertido en una federación, o guardan recuerdos muy difusos, dada su corta edad, para las que nacieron en los tiempos de la Unión Soviética; razón por la cual no tienen una idea cabal del tipo de actividades y de las luchas de las cuales ha sido protagonista el objeto de sus deseos.
Pero más allá de su figura que pasa desapercibida, Putin es un hombre que ha sabido manejar sus poderes con mano de hierro; un hombre frío y calculador que ha logrado escalar la más alta cima en el poder de su país (algo para nada despreciable) y que incluso cuando no ostenta ese poder, hace gala de un cargo que no es otra cosa que el poder tras las sombras, mientras mueve los hilos invisibles de quienes en apariencia presiden la federación Rusa. Putin no es hombre de perdones ni de acciones de debilidad; su astucia lo ha llevado a manejar, utilizar y beneficiarse de quienes ha podido y a saber ocultar con cortinas de humo, al mejor estilo de la KGB, ciertos incidentes que han acontecido durante sus numerosas administraciones en el poder público de su país. Un personaje sórdido en definitiva, inteligente, sagaz, frío, poco mediático y envuelto en un halo de misterio contundente.
Ese es precisamente su sex appeal, que no es otro que el del manejo inteligente de un enorme poder, y ésta es un arma que puede trastornar a más de una jovencita cándida, que aunque pertenezcan a la raza de las mujeres más hermosas sobre la tierra, no puede resistir la tentación y el inmenso atractivo de un poder bien administrado.