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El universo puede comprenderse como un vasto territorio conformado por miles de tribus y culturas, distintas perspectivas de asimilar la realidad y de contar el origen de los tiempos. Sin embargo, cuando se habla de películas en el espacio lo más importante no es el resultado final, sino más bien el viaje; El Quinto Elemento ha envejecido con el paso de los años, pero sigue teniendo un lugar memorable en una categoría particular del cine de ciencia ficción.
Dirigida por Luc Besson, El Quinto Elemento quería ser la antítesis del cine americano, quería destacar de una forma original con elementos comunes pero contando una historia de forma innovadora. Besson, supo plantear varias fichas que crearon una película francesa con un ritmo atrayente, con diálogos para todo público y, ante todo, acción con la marca particular de Hollywood. Pese a que se volvió un producto que el buscaba eludir, Besson decidió aceptar el rumbo del film e incorporó actores reconocidos en el mundo del cine, apostando por Willis o Jovovich para protagonizar su apuesta.
No hablamos de Aang
La historia de El Quinto Elemento es sumamente predecible, un gran mal surge cada 5000 años para consumir todo a su paso, la única salvación de la humanidad: 5 elementos: Aire, agua, fuego, tierra, el quinto no es un qué sino quién, Leelo (Milla Jovovich), es una chica que encarna la salvación de la humanidad pero también es alguien que contrasta el entendimiento del ser humano como un ente destructor, cómo un ser complejo capaz de procesar miles de emociones en pro de un concepto llamado futuro.
Korben Dallas (Bruce Willis) es un militar retirado que trabaja como taxista, este personaje coincidirá con Leelo para tratar de salvar a la humanidad, por trillado que suene lo mejor de esta propuesta, es el viaje que emprenden.
Korben y Leelo tienen química debido a lo distintos que son, una relación un tanto forzada en un principio pero que representa la noción de redención para el militar retirado y la comprensión de lo humano y de la emocionalidad para la chica. Los villanos hacen peso en el film, Emanuel Zorg (Gary Oldman) intenta apoderarse de todas las piedras mientras que demuestra el lado absurdo y extremo de automatizar una ciudad al punto de carecer de cualquier sentido común.
Realidad completa
Las escenas de acción cumplen, el humor tiene su espacio (y a veces puede incluso ser exagerado), pero la propuesta de Besson encaja perfectamente como un Blockbuster de ciencia ficción que ha sabido envejecer. El director sabe que su universo futurista no está integrado sólo por pantallas,reflectores y naves sino que hay una concepción completa de cómo viven los ciudadanos en una realidad donde el smog y la miseria residen en la parte baja de la ciudad. Las estructuras y música nos conectan a una realidad cyberpunk, pesimista pero colorida al mismo tiempo, Jean Giraud, Jean Claude Mezières nos recuerdan a cómics clásicos europeos e incluso pueden llegar a referenciar a Blade Runner por el mundo consumado ante un presunto progreso que nunca llegó.
Otra cuestión destacable es la ópera de Diva Plavalaguna, propuesta fuera de lo común y que le brinda a la película una personalidad propia y característica, ante todo simbólica en cierto modo.
Como todo la película tiene sus fallos (y vaya que los tiene), más es disfrutable y permite que se plantee un universo completo con ciertos elementos notables y eso hay que reconocerlo.
Pros:
– Humor y personajes empáticos
– Buenas escenas de acción.
– Ritmo narrativo digerible
– Música adaptable a cada entorno
Contras
– Deus ex machina para resolver conflictos
– Falta de profundización de los personajes
– Fuerzan las relaciones de los personajes
– Puede llegar a ser mediocre si se analiza a fondo
Nos vemos en la próxima.
@Chdnk