Cuarta temporada de The Crown: De víctimas a verdugos

La cuarta temporada de The Crown está aquí y trae el drama con la Dama de Hierro y la Princesa del Pueblo uniéndose a la Reina en el centro de atención. La adición de estas dos mujeres, una ampliamente odiada y la otra universalmente amada, permite un enfoque más lineal.

La serie de Netflix, The Crown, llegó esta vez no solo para alegrar a sus fieles seguidores sino también para hacer sonrojar a la familia Real. La cuarta temporada es la primera que no retrata a Isabel II y sus parientes como víctimas de un sistema intransigente; al contrario, son ellos quienes se convierten en verdugos de una joven Dianna Spencer quien es atada a la familia por su candidez e imagen impoluta para tratar de subsanar los errores del Príncipe Carlos. Es así como Lady Di se posiciona en el centro de la historia, tanto en la cuarta temporada de The Corwn como en la familia Real, dejando como resultado la temporada más polémica de todas.

¿De qué va la cuarta temporada de The Crown?

Desde su primera temporada, The Crown fue catalogada como ´la sucesora de Downton Abbey’ ya que ambas series narran las vivencias de dos familias aristocráticas. Pero The Crown no narra la historia de una familia cualquiera, narra la historia de los Windsor, teniendo como pilar central a Isabel II.

Cada temporada abarca al menos diez años de su reinado. Las dos primeras temporadas protagonizadas por Claire Foy y Matt Smith como la Reina y el Príncipe Felipe respectivamente abarcaron los años cincuenta y sesenta. La tercera temporada, liderada por Olivia Colman y Tobias Menzies narró los hecho más importantes del reinado en los setenta. Y en esta ocasión, la cuarta temporada se centró en los años ochenta; una de las décadas más complejas de la historia británica (la Guerra de las Malvinas, el auge y ocaso de Margaret Tatcher y el polémico matrimonio entre Diana y Carlos). Por supuesto, la polémica resurgió principalmente por la forma en la que es retratada la vida de Diana como miembro de los Windsor. Sin duda, el plato fuerte de estos diez episodios.

Futuro Rey busca futura (víctima) Reina

La cuarta temporada le da continuidad a los sucesos mostrados en la tercera donde un joven Carlos, Príncipe de Gales, se enamora de Camila Parker-Bowles a quien debe dejar por no cumplir con los estándares impuestos por la corona para quien en un futuro se convertiría en la Reina de la nación. Una vez que Camila se casa con Andrew Parker-Bowles, Carlos no tiene más opción que seguir buscando a su futura esposa.

Aconsejado por su tío Dickie, el Príncipe de Gales (interpretado nuevamente por Josh O’Connor) enlaza una larga lista de nombres de potenciales candidatas. Ninguna resulta llenar sus expectativas (ninguna es Camila) pero el reloj sigue andando y la familia lo insta a encontrar a alguien que cumpla las expectativas de ellos. Allí entra en juego Diana, hermana menor de Sarah Spencer, una de las amigas de Carlos. Diana es una joven inocente, impoluta y muy hermosa, proveniente de una familia con un pasado aristocrático incluso más importante que la de los Windsor. Diana, quien se dice tenía interés por Carlos incluso antes de conocerlo, encajaba en la imagen sumisa y discreta que la corona estaba necesitando.

Sin embargo y a pesar de su notorio interés por Carlos, Diana es ante todo una joven que empieza a vivir su vida, de disfrutar su juventud y sobre todo, ávida de divertirse y de ser amada. Mientras que Carlos es un hombre entrado en sus treinta (trece años mayor que Diana), con un alma vieja y un amor correspondido por Camila pero prohibido ante su familia. Pero da igual lo que pase en privado, la humanidad de Diana la convierte en la persona más famosa y querida del planeta. Para descontento de su esposo. Quien a la más mínima oportunidad le reprocha a Diana cualquier cosa que ella haga.

Desde estas diferencias empieza a fracturarse una relación tóxica de dos personas necesitadas de amor, reconocimiento pero que son incapaces de darle uno al otro lo que necesita. Lo que desencadena en trastornos alimenticios e inestabilidad emocional en Diana; problemas psicológicos para Carlos y un largo historial de infidelidades por parte de ambos. Mientras tanto la corona debe lidiar con la forma de seguir vendiendo el cuento de hadas, un cuento que realmente nunca existió.

Mujeres al poder

Otro acontecimiento que revolucionó la década de los ochenta fue el mandato de Margaret Tatcher. La primera mujer en convertirse en Primer Ministro de Inglaterra, dividió la historia del país con un antes y un después, donde se rememora la Guerra de las Malvinas y otras decisiones que le acreditaron el título de la Dama de Hierro.

En esta temporada Gillian Anderson da vida a Tatcher, una mujer orgullosa de sus orígenes (una familia de clase trabajadora) con un compromiso inquebrantable del deber y del servicio a su país pero sobre todo, con unos ideales extremadamente conservadores y nacionalistas que precisamente le llevaron a ganarse el afecto y el descontento de su pueblo a partes iguales; así como el respeto de Isabel II. La Dama de Hierro gobernó en un mundo dominado por hombres, pero nunca le faltó ahínco en sus decisiones lo que la llevó a ser considerada una de las mejores líderes que tuvo Inglaterra. Esa personalidad férrea, es reflejada en una interpretación magistral por parte de Anderson de un guión que no teme mostrar los matices de Tatcher.

Todo por el futuro de la corona

Tal como nos recuerda esta temporada, la infelicidad de Diana y Carlos no fue lo único que la corona trató de ocultar durante años del ojo público. Uno de los episodios revive uno de los capítulos más escabrosos de la monarquía: Nerissa y Katherine Bowes-Lyon,dos primas de Isabel y la Princesa Margarita, con discapacidad intelectual, que fueron encerradas en un Hospital y posteriormente declaradas muertas una vez que Isabel Bowes-Lyon, su tía, ascendió al trono como Reina Consorte del Rey Jorge.

Son muchos los actos de dudosa moral que la corona ha cometido bajo la bandera de ‘todo por la monarquía’ tal como hemos visto desde la primera temporada y que aparentemente seguiremos viendo en las dos últimas, tal como ha asomado el final de esta cuarta que ha cerrado con una ¿amenaza? Y un primer plano de Diana, alimentando el morbo del público y la preocupación de la familia Real que ha exigido desde aclarar en cada episodio que The Crown no es más que ficción hasta amenazar con su cancelación.

En esta temporada Olivia Colman, Tobias Menzies y Helena Bonham-Carter siguieron manteniendo en alto el listón que dejaron Claire Foy, Matt Smith y Vanessa Kirby; mientras que Josh O’Connor, Emerald Fennell (como Camila Parker-Bowles) y Erin Doherty (como Princesa Ana) se confirmaron como dos grandes adiciones. Mientras que Emma Corrin fue la revelación de esta temporada como la Princesa Diana.

The Crown vuelve a tomar el adictivo drama y lo eleva a grandes alturas cinematográficas con ubicaciones pintorescas, decorados opulentos, vestuario bien conseguidos y una banda sonora conmovedora. En otras palabras, es un espectáculo de gran clase y cultura con una generosa pizca de historia.

NM
NM
Amante de las películas y las series. Intento de escritora. Entusiasta de la cultura pop

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