Si bien es cierto que no es absolutamente necesario haber visto las cinco temporadas de Breaking Bad para disfrutar de Better Call Saul, no podemos negar que la experiencia es considerablemente mucho más satisfactoria tras haberla visto. Además, ya sabiendo todo esto, y que es indiscutiblemente una de las mejores series de la historia… definitivamente ninguna excusa es válida para no haberla visto ya a estas alturas.
¿Y es que acaso es imposible hablar de Better Call Saul sin mencionar a Breaking Bad? Podríamos hacer un pequeño esfuerzo, pero ya que.
Después de la temporada final de la exitosísima serie de AMC, Breaking Bad, tal parece que tanto sus creadores como nosotros quedamos con ganas de más, incluso aunque eso significara el spin-off de un personaje secundario que quizás a primera instancia no llamaba demasiado la atención, pero ¿a quién le importa? Es más de Breaking Bad… o al menos eso creímos al principio. Y precisamente por eso, Vince Gilligan (el creador) siempre aclaró —matando un poco las ilusiones— que Better Call Saul no se trataría de una precuela directa con Walter o Jesse, y que ni siquiera manejarían el mismo ritmo ni nada por el estilo. Por lo tanto, está demás una exhaustiva comparación entre las dos series, pero lo que no está demás es apuntar los excelentes aspectos que Breaking Bad y Better Call Saul comparten entre sí.
Desde su inicio se notó la tremenda calidad de esta nueva serie, sobre todo en dirección, fotografía, y guión. Dejándonos saber que nuestras dudas con Better Call Saul eran ridículas, porque esta gente definitivamente sabe lo que hace.
Pero —siempre hay un pero—, aunque fuese excelente a nivel visual y actoral, quizás en la primera temporada la trama no nos terminaba de capturar por completo, como en antaño tal vez lo hizo (sí, otra vez) Breaking Bad. Gracias a todo lo sagrado, con esta segunda temporada no hicieron más que premiar nuestra fe.
Personajes reciclados de Breaking Bad
Algo que le ha sentado muy bien a Better Call Saul ha sido la recolección de personajes, de caras familiares como Mike Ehrmentraut, Tuco, y Héctor “Tío” Salamanca ya sabíamos desde la primera temporada, personajes secundarios y de pequeñas participaciones en Breaking Bad que ahora regresan para papeles más importantes aquí, y en esta temporada continúan sus participaciones, pero además llegan (un recién iniciado en el negocio) Krazy-8 y los Gemelos Salamanca para darle un poco más de sabor a algunos episodios.
Tocando un poco el tema actoral, tanto en la primera como en esta segunda entrega, definitivamente todos y cada uno de los participantes cumplen a la medida con sus interpretaciones, desde las caras ya conocidas como Bob Odenkirk (Jimmy) y Jonathan Banks (Mike Ehrmentraut), hasta las nuevas selecciones como Michael McKean (Chuck), Rhea Seehorn (Kim Wexler), y Michael Mando (Nacho).
De Jimmy McGill a Saul Goodman
Con esta nueva entrega, Better Call Saul reafirma su estilo y su narrativa, una serie de ritmo lento y silencioso, pero al mismo tiempo divertida y tensa, llena de capciosos guiños metafóricos como la simple acción de bajar el switch del apagador cuando específicamente dice no hacerlo, o re-modelar por su propia mano (y por la fuerza) el portavasos de su nuevo auto para que finalmente haga espacio al suyo… son solo dos ejemplos de esos oníricos guiños con un trasfondo a la personalidad y sobre todo hacia la definitiva “transformación” de Jimmy al astuto Saul Goodman que ya todos conocíamos, con su respectiva astucia, sus trajes llamativos, y sus característicos comerciales de TV.
Y ahora involucrándonos más en el argumento, Jimmy finalmente se ha ganado el respeto de sus colegas e inicia trabajo fijo en un buffet de abogados bastante importante, que a su vez, el cargo viene acompañado de un nuevo departamento, un buen auto, y excentricidades como ese lujoso escritorio de madera Cocobolo. Pero son lujos que, ni Jimmy, ni Saul son capaces de aceptar a cambio de sacrificar su esencia pícara y su natural libertinaje. Y a partir de ahí vemos a un Jimmy que no quiere rendirle cuentas a nadie más que a sí mismo —o a Kim—; pero lo cierto es que Kim conoce bien a Jimmy, y sabe bien que el hecho de liarse con él profesionalmente siempre indicará la posibilidad de un suicidio profesional e incluso problemas legales. No obstante, compartir gastos no tiene nada de inculpatorio. Y justo ahí aparece el peor Chuck McGill que habíamos visto, un personaje que se ha ganado el doble de odio con el que contaba Skyler White, y es que al menos Skyler tenía sus adeptos, pero Chuck es otra cosa… Y con el peor Chuck también aparece el peor —o mejor— Jimmy, ese que está dispuesto a darle una lección a su hermano y así otorgar lo que por derecho corresponde a Kim, pero que también es incapaz de dejar que Chuck “renuncie a su carrera” por una pequeña emboscada puesta por él mismo, confesando sus artimañas sin conciencia de la grabadora de Chuck. Y así es como termina nuestra temporada, por un lado con un posible enfretamiento —legal o no— entre McGill vs McGill. Mientras por otra parte, luego de darle bastante desarrollo al personaje de Mike, este se encuentra arrinconado entre Héctor Salamanca, la vida de su «nieta», y su peculiar moral.
Siempre será de aplaudir el hecho de que sigan manteniéndonos a la expectativa incluso cuando ya conocemos el lamentable final de nuestro personaje protagonista. Y ya con su estilo bien definido, el excelso aspecto visual, y sus excelentes diálogos, esta segunda temporada de Better Call Saul se impone no sólo ante su primera entrega, sino también a una buena cantidad de series actuales.
Dejando claro que su renovación para una tercera temporada ya está más que confirmada para el año próximo (nuevamente por Netflix) definitivamente tenemos grandes expectativas para todo lo que viene, incluso tal vez un pequeño vistazo de Gustavo Fring, y quizá también de Huell, al que todavía esperamos ver. Pero por lo único que realmente aguardamos —aparte de un cameo de Walter y Jesse— es que la tercera temporada continúe con sus memorables diálogos, el buen humor, y el excelente ritmo que dejó esta.