Decir adiós.

No sé por qué, así que deja de preguntarme y no me mires de esa manera. Sé que lo que digo es cierto, tengo esa facultad para detectar tu humor con solo escuchar de ti un “hola”. Es como si algo o alguien me hubiera dotado de la capacidad de percibir tu alma, para mí eres transparente, hasta en lo que tratas de ocultar desesperadamente al no verme a los ojos. Sin embargo, lo sé todo.

Cállate, tú y yo estamos conscientes de que todo lo que estás diciendo son mentiras, sabemos que la mitad de toda esta historia se está derrumbando y que tratamos inútilmente de hacer un remake de algo que de antemano está destinado a fracasar. No, por favor no llores, no soporto ver caer tus lágrimas; sabes bien que me vuelven débil y necesito estar bien si quiero darle a todo esto un punto final.

Vamos a ser honestos, nos queremos, pero eso ya no es suficiente. Insistes en ponerte máscaras de sentimientos que ya no entran en este capítulo, se acabaron las preguntas porque no viene al caso saber qué paso y en qué momento, simplemente somos lo que fue y debemos aceptarlo si es que queremos salvar los recuerdos. Sólo los recuerdos, porque ya no queda nada más que podamos salvar.

No insistas, sé que es claro que nadie volverá a conocerte como yo lo hago, ante todos eres como un iceberg y procuras que vean lo mejor de ti, el lado intelectual y divertido, yo supe ver tu alma y eso fue lo que me gustó de ti. A mí no me interesa que te sepas todas las películas clásicas y los nombres de todos los autores de los libros, me enamoré de esa persona capaz de llorar por la muerte de su ser más querido y de la ternura que esconden tus ojos. Sinceramente nadie te amará como yo, porque nadie sabrá ver lo que yo he visto, tu verdadero yo.

Hoy terminamos todo esto porque no puedo con más caprichos, con más juegos, con más mentiras. Por favor, despidámonos con un beso, exacto, de la misma forma que inició ésta historia. Te propongo olvidar que eres parte de mí, lo mucho que vivimos y lo mucho que aún te amo, seamos felices sin atormentarnos, es momento de cerrar este libro que fuimos tú y yo.

Sonríeme y vamos a fingir que ambos lo quisimos así. Y si alguna vez necesitas justificarte, culpar a alguien o buscar a la mala de tu historia, no te preocupes, diles que siempre fui yo, que me odias, que te hice sufrir, finalmente una mentira más o una menos no afecta el resultado final. Me voy, y con este adiós no me llevo nada, te dejo todo para iniciar de nuevo; ahora suelta mi mano, debo irme. Créeme, al final también es lo mejor para ti. Además, como te dije, lo sé todo, corre… sé que alguien más ya te espera.

Imagen extraída de: http://www.fundacionunam.org.mx/blog/wp-content/uploads/2012/09/Adios-sin-ti.jpg

MsIpRamz
MsIpRamz
Psicóloga, comunicologa, escritora de microcuentos y otros debrayes, consejera, twittera y algo geek (dicen por ahí).

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