En su tráiler I am the Night, suelta pocas pistas sobre lo que realmente desea contar. Sin embargo, basta la mera mención de La Dalia Negra, y George y Fauna Hodel para atrapar a su público potencial. Se trata de uno de los crímenes más atroces sin resolver que han ocurrido en años. Aunque la serie limitada de Patty Jenkins encuentra destellos de perspicacia porque la historia por si misma resulta fascinante, su narrativa genérica aporta pocos momentos memorables.
Como parte de este auge que están teniendo las series limitadas y el género true-crime, tener a Chris Pine como protagonista en un drama policial de época, producido por la directora de Wonder Woman, Patty Jenkins, es suficiente para referirnos a I am the Night como una “serie evento”. Un noir al estilo de L.A. Confidential o Chinatown, la verdad serie original de TNT, cuenta con numerosas características distintivas del género, desde su trama aparentemente laberíntica, su ingenio para incrustar datos que no son percibidos a primera vista, hasta la típica femme fatale y su carácter moralmente dudoso. Pero mientras esas películas fueron reverenciadas por todo lo anterior, y por su sofisticada representación de la sordidez y los callejones oscuros que hacen de Los Ángeles cualquier cosa menos la Ciudad de los Ángeles, esta nueva serie de seis partes se queda corta, gracias a una narrativa lánguida y personajes planos que luchan por igualar la energía y el compromiso de la actuación de Pine, quien denota un compromiso mayor.
I am the Night: Sinopsis
La Dalia Negra (o The Black Daliah) fue uno de los asesinatos sin resolver más famosos de la historia de Estados Unidos; el brutal asesinato de Elizabeth Short en 1947 en Los Ángeles, que captura la imaginación de la América posterior a la Segunda Guerra Mundial de una manera que nadie había visto antes, arrojó un único sospechoso: George Hodel. Neurocirujano, de fama intachable y protegido por el Departamento Policial de Los Angeles, Hodel nunca fue condenado por tal crimen y siguió con su vida a sus anchas a pesar de que en 1949 regresó a los tribunales, esta vez para afrontar las acusaciones de su hija de doce años quien alegó haber sido abusada sexualmente por este.
Dieciséis años después, en 1965, una época de creciente malestar racial, una muchacha joven, de piel clara pero presuntamente de raza mixta, Fauna Hodel (India Eisley), de repente descubre que su madre Jimmie Lee (Golden Brooks) no es su madre biológica en absoluto. De hecho, puede que no sea negra como siempre ha creído. Armada solo con el nombre de su abuelo biológico, George Hodel (Jefferson Mays), Fauna va a Los Ángeles en busca de su familia biológica. En su búsqueda, coincide con el periodista Jay Singletary (Chris Pine), un hombre adicto a sustancias ilícitas, mentalmente afectado tras servir en la Guerra de Corea, cuya carrera está estrechamente conectada con el asesinato de la Dalia Negra, y el juicio de la hija de Hodel, la historia que aniquiló su trabajo. El dúo se encuentra persiguiendo a George Hodel por sus propias razones: Fauna por pistas sobre su identidad, Singletary en busca de un sentido de propósito para salvar su vida.
El verdadero crimen fue haberse emitido por señal abierta
Hace un par de semanas, los creadores de Juegos de Tronos, comentaban que adaptar los libros de George R. R. Martin solo era posible por un canal de suscripción (en su caso HBO); de haber sido adaptada como película, hubiesen tenido que censurar mucho contenido para compensar la taquilla con un público masivo que no se viese limitado por una calificación para adultos, algo similar hubiese sucedido si la serie fuese emitida en señal abierta.
Esto nos lleva a meditar sobre el gran inconveniente de I am the Night que detona el resto de sus problemas. La posibilidad de que Patty Jenkins y su estrella de Wonder Woman, Chris Pine, asuman una historia basada en un crimen real es emocionante, pero la serie creada y escrita por Sam Sheridan se siente como un temporada de alguna serie policial, con la excepción de que esta ambientada en el siglo pasado. Investigadores enigmáticos al borde del colapso emocional que luchan una causa en la que ellos solos creen es un relato que ya hemos visto.
No es sólo eso, no es difícil pensar que TNT podría haber creído que tenía un competidor de True Detective en sus manos, especialmente con el gran éxito que la serie había alineado aunado al fenómeno del género enfocado en asesinos. Añadiendo a ello la naturaleza truculenta de su trama, la oportunidad de recrear Los Ángeles en la década de 1960, y la validación de la misma Fauna Hodel, acreditada como Productora Ejecutiva. Sin embargo, los resultados son pocos trascendentales, ya que gracias a las limitaciones de la cadena, la mayoría de los momentos más impactantes son solo insinuaciones hacia el espectador; por lo que el impacto que busca tener es completamente nulo.
En este universo, donde Hodel es aparentemente el líder de un culto extraño hedonista en su mansión palaciega en Los Ángeles, donde orgías y espectáculos “happenings” se llevan a cabo todo se siente limitado, como una vista previa de lo que realmente se esconde. Entonces nos queda la sensación de que I am the Night pudo ser mucho más perturbadora de haberse emitido en señal por suscripción, porque la serie lo amerita.
Donde también falla el guión es en el tiempo que tardan las dos narraciones en converger, y cómo, cuando lo hacen, la totalidad de la pieza no logra entregar el tipo de recompensa climática que tal estancamiento suele presagiar. I Am The Night pronto centra su atención en los crímenes relacionados con el abuelo biológico de Fauna, George.
El lado feo de Los Angeles
Es curioso lo divisible que puede ser la apreciación de Los Angeles en la ficción. En series y películas puede ser este lugar idílico donde todos los sueños se cumplen o puede ser este lugar que le arrebata la luz a cualquiera; tal como se aprecia en la serie.
Después de la sórdida historia de George Hodel es el personaje de Pine el que se adentra en la oscuridad de su personaje, haciendo que su dependencia de la heroína y sus luchas internas saque a relucir la personalidad obsesiva e impulsada que le domina. Normalmente, Pine no interpreta este tipo de personajes pero aquí ofrece una actuación casi desquiciada, que convierte a Singletary en el único personaje fascinante de la serie, aunque pretende ser un conducto a través del cual Fauna puede descubrir la verdad sobre sí misma. Aunque su personaje a menudo se siente como una compilación de clichés y los defectos de su personalidad a veces parecen desaparecer entre episodios, Pine logra elevar el papel en algo cautivador por talento.
En contraste a su historia, está Fauna, quien resuelta, el único rayo de optimismo en medio de un mar de asesinos y adictos. Fauna es claramente el centro moral la historia.
A través de todo esto los temas que involucra, I Am the Night está interesada en temas más profundos que en su misterio central. Ya sea a través del arte o la reputación o la identidad, los personajes de I Am the Night desean asignar a sus vidas un cierto grado de significado; como Singletary espera restaurar su reputación y moralidad ayudando a Fauna, también ella espera que su verdadera familia le brinde un atisbo de quién es ella realmente en el mundo.
Para una serie de seis partes que toma tantas libertades manipulando el material de origen para hacerlo más semejante a Chinatown y LA Confidential, I Am the Night podría haber sido más extraña, más sórdida, una mirada más profunda a la corrupción institucional que implacablemente circula, pero que nunca aborda de frente. Con ese fin, la serie termina atrapada entre dos narrativas que resisten la fusión en un todo verdaderamente convincente. A pesar de que cuenta con un gran Pine, I Am the Night es, en última instancia, un noir decepcionantemente aburrido.