Adolf Hitler: El cinéfilo más cruel de la historia

Para muchos se hace recóndita la imagen cálida y carismática de Adolf Hitler, quien después de cientos de representaciones en el cine toma una figura cada vez más siniestra y oscura. Pero todos aquellos que lo conocieron en persona, dan una visión muy diferente del hombre que causó más de 17 millones de muertes alrededor del mundo.

Un pintor frustrado y amante de las fiestas, es interesante que su pasatiempo favorito era ver películas. Hasta un nivel en donde poseía salas de proyección en su casa, su mansión de invierno e incluso en el búnker donde terminó suicidándose (supuestamente).

Dibujos realizados por el propio Hitler, referentes a sus películas favoritas.

Era tan apasionado por el cine, que expresó muchas veces que Blancanieves y los siete enanitos (1937) era una de las mejores películas de todos los tiempos. Y confesó que lloraba cada vez que veía La dama de las camelias (1947). Entendimos que tanto le gustaba este arte, cuando muchos de los oficiales Nazis declararon que miraba hasta dos películas al día. Teniendo una fascinación por el cine extranjero y las comedias musicales.

A menudo veía películas realizadas por judíos, lamentando que no fuesen realizadores de raza aria. Y en una ocasión mandó una carta a su actor favorito Clark Gable, regañándolo por haberse unido al ejército de los Estados Unidos.

Otras grandes actrices de aquel tiempo recibieron cartas de admiración, tal como Marlene Dietrich quien fue entregada un cheque en blanco por parte de Alemania ofreciéndole la participación protagónica en un film, la actriz rechazó la propuesta rotundamente.

curiosidades
Todo un mujeriego…

Su fanatismo por Walt Disney era tan conocido que  Joseph Goebbels le regaló al Führer objetos de colección de Mickey Mouse. Donde Goebbels escribió en su diario que Hitler estaba «muy complacido» y que luego corrió a su habitación para ponerse las orejas de Mickey y la pijama de Goofy.

El temido Führer posando para el anuario…

Sus relaciones con la actriz y cineasta Leni Riefenstahl (El triunfo de la voluntad)provienen de su amor al cine, y en ocasiones pensó que todas las casas de Alemania debían tener una cámara de vídeo.

También podemos encontrar anécdotas respecto a su amor por Charlie Chaplin, de quien además de robarse el mostacho, poseía una larga colección de cintas. Y se dice que cuando vio El gran dictador (1940) lloró desesperadamente por la traición que acababa de presenciar.

Y no todo en Hitler era pura inocencia infantil, le encantaban los musicales donde podía ver a mujeres que mostraban las piernas y a menudo recibía películas pornográficas para que el tercer Reich pudiera explorar todas su sexualidad.

Se me hace curioso como después de realizar millones de asesinatos, una persona se puede sentar cómodamente en su casa a disfrutar de clásicos de Disney sin ningún tipo de remordimiento.

«¡Goofy es todo un pillo!»

Apartándonos un poco de lo ridículo que puede llegar a ser este hecho, se hace curioso como un hombre con hobbies tan parecidos a los nuestros puede llegar a perpetrar masacres que resultan en bajas catastróficas.

Quizás esto es una prueba más del caso de que el cine no tiene barreras y puede resonar con prácticamente cualquier persona. Sentarnos en una sala oscura alrededor de cientos de personas desconocidas para mirar imágenes proyectadas en una pantalla gigante es una de las cosas que el Führer y yo tenemos en común.

Lo que agrega a la lista de por qué Hitler es el malnacido más grande de la historia, es como después de darse un festín de obras cinematográficas y terminar sus acuarelas, censuraba todas las películas que no fueran un monumento a su personalidad.

Aunque ya me esté alejando un poco del tema principal y se pueda obviar que censurar películas no es comparable con el holocausto, tomemos un punto de vista diferente.

Con películas de propaganda a lo largo de la historia cuesta creer que su presentación fue simplemente otra ventana para mostrar un mensaje. Siendo un ejemplo (aunque algo especulatorio) la prohibición de filmes como El acorazado Potempkin (1925) que aunque promovían el estatus del régimen, Stalin decidió censurarlo porque hablaba de formar una revolución y podía incitar a la gente a hacer lo mismo.

Aunque estemos conscientes de que mucho de lo que vemos en pantalla es falso, el poder de manipulación que tiene el cine es innegable y tanto Hitler como Goebbels sabían eso. Distribuyendo montajes sobre los campos de concentración que engañaron a las propias Naciones Unidas.

Ya sea por curiosidad, pasión o mero entretenimiento, el gran dictador amaba al cine. Algunas veces hacía acuarelas de sus personajes favoritos, otras censuraba el arte y regularmente mandaba a ejecutar millones de personas. Pero por lo menos bailaba con el Mago de Oz.

En fin, si removiéramos las cosas malas de  Adolf Hitler se parecería más al estudiante cool de arte que al dictador que todos conocemos.

Se ve amigable…

Pablo Orellana
Pablo Orellana
Pablo planea ser un erudito del cine mientras dirige películas y salva a todos los gatos del mundo. También tiene pensado morir a los 300 años.

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1 COMENTARIO

  1. Que Hitler fue un cabrón queda claro, no hace falta que os inventéis cosas absurdas como que se ponía las orejas de Mickey y el pijama de Goofy o que era fan de Charlie Chaplin lo cual es ilógico pues era un pacifista cosa que odiaba Hitler.

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