Victoria: La película de una sola toma que te perdiste el año pasado

Las reglas del juego comenzaron muy temprano, el primer corte de la historia fue literal, y lo podemos encontrar en un pequeño corto de Edison centrado en una decapitación. Ya sean los nuevos avances o la necesidad de separarse de artes anteriores, el cine encontró su camino mediante experimentos como estos, teniendo un auge y lenguaje en la revolución de cine soviético.

«The Execution of Mary, Queen of Scots” (1895)

Las películas que se atreven a romper estas «reglas» pre-establecidas son alabadas por sus nuevas incursiones en el medio, y la nueva sucesora de quién se atrevió años antes llega para dejarte totalmente sorprendido.

Con el nacimiento del cine digital, nuevos autores salen a la luz para demostrarnos que estas normas pueden romperse más fácil que esos juguetes baratos que venden en las tiendas chinas.

Alfred Hitchcock tenía una visión por aquellos años de 1948 de lo que llegaría a ser el rompimiento de la concepción del corte. En su filme Rope, la adaptación de una obra teatral requería la incursión a un nuevo terreno para mantener la tensión, y el gran maestro se encargó de buscar formas para lograr su cometido. Escondiendo los cortes en acercamientos y rincones oscuros, el director se adaptó a sus limitaciones y generó una nueva forma de hacer cine.

Ya por el año 2002 nos encontrábamos con una cinta que rompía con las convenciones del corte, Russian Ark del director Aleksandr Sokúrov consistía en hora y media de plano de secuencia. Explorando la vida de una figura fantasmal que explora la historia rusa dentro de un museo.

Aunque en su momento el filme fue alabado por su audacia, el año pasado se estrenó un filme que merece la misma o sino más admiración. Como su antecesora, no solo es una toma continua de dos horas y cuarto, sino que se atreve a explorar terrenos con una ambición incomparable.

Russian Ark (2002)

Victoria (2015) se centra en una noche en la vida de esta chica, quien recién mudada a Berlín tiene problemas con dejar su pasado fallido atrás y encontrar a un grupo social del que verdad se sienta parte. En un encuentro casual, deberá elegir entre pertenecer a ese grupo que tanto tiempo lleva buscando o apartarse del riesgo que estas nuevas personas representan.

La película de una sola toma no solo requirió un trabajo extensivo de cámara, sino que también le exigió a los actores una habilidad gigantesca de improvisación, ya que el filme se afinca completamente en esto. De las palabras de la actriz protagonista Laia Costa: «En la interpretación todo es improvisado, tenemos una estructura de la historia y ensayamos un mes y medio».

Ya sea por los diálogos, las interpretaciones o la cámara, el filme está hecho para que te sientas parte de la acción. Siendo acompañado por todas estas personas que te invitan a lanzarte a una noche de vértigo y tensión, al finalizar se puede sentir incluso una especie de cansancio mental, y no por su material intelectual.

Podemos notar el estrés que la tarea de filmación debió suponer, teniendo un presupuesto para tres intentos, y viendo escenas en las que ocurren cosas espontáneas para así no cortar en ningún momento la acción.

Al entrar a la experiencia sentía una especie de escepticismo, acompañado por la película de hace dos años Birdman. Es difícil contemplar la idea de una trama bien estructurada que no se vea limitada por este estilo de filmación, y vaya que Victoria lo logra.

Aunque el filme de Iñárritu escondía sus cortes, no pudo evocar la misma sensación de continuidad que encontramos en este filme. En momentos piensas que todo se acaba por no ser demasiado ambicioso, pero ocurren giros sorprendentes que te llevarán en un recorrido ruidoso por la ciudad.

Con una actitud pesimista respecto al año pasado, me sorprende que la Academia no haya nominado a tan magnífica experiencia cinematográfico. Los problemas por encontrar a un país representante fueron factores fundamentales, ya que el filme es hablado en español, inglés y alemán.

Por filmes como estos mi concepción del año cambió completamente, al ver al 2015 como un año más reducido en calidad cinematográfica que el 2014 cometía un grave error, y películas como Victoria están aquí para recordarme mi gigantesca equivocación.

Recorriendo la Berlín nocturna y sus diferentes rincones escondidos, encontramos una ciudad movida y completamente viva, que halla su lugar en espacio de dos horas y sin cortes.

Si buscan algo diferente para abarcar sus exigencias cinematográficas y todavía ofrecer una historia resonante y verdadera, no se pueden perder esta magnífica obra de arte que seguramente dejaron pasar el año pasado.

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