¿No alguna vez se han puesto a pensar que vivimos en una sociedad cansada en extremo? Yo sí, lo peor de todo es que creo que a pesar de ser un cansancio colectivo, no es provocado por la misma razón, significa que a la población mundial le sobran razones para estar ya hartos y cansados.
Cansados, atorados, preocupados, ocupados, apurados y mucho más; pero sobre todo, dormidos. Y es que mientras más lo pienso, más me doy cuenta de que el gran hoyo en el cual nos hemos metido lo cavamos nosotros mismos; nos hemos ocupado tanto de caminar hacia adelante, que no nos dimos cuenta cuando dejamos de avanzar y comenzamos a andar en círculos.
Y es que me parece que el proceso de desvalorización fue tan lento, que no pudimos notar como poco a poco nuestra sociedad iba perdiendo su esencia humana; nadie notó que la tolerancia, el respeto, la moral, la empatía, la solidaridad, la inteligencia y todas las cosas que nos caracterizaban como raza se iban perdiendo en el camino hacia lo que se creía era el progreso. ¿Qué es aún peor? Que a pesar de lo que podríamos pensar, no nos convertimos en seres huecos, sino que estamos llenos por completo, pero de las características más bajas e indeseables; nos enfrentamos a una sociedad llena de ganas de progresar individualmente pero sin importarle nada más que el beneficio propio, sin siquiera tener convicciones a las cuales poder traicionar.
De pronto cada vez que miro a mí alrededor, sólo veo a dos grandes grupos, aquellos que son demasiados ambiciosos y aquellos que son demasiado desinteresados, aunque a estos últimos tal vez debería llamarlos apáticos. El punto es, que el primer grupo se compone de gente dispuesta a abandonar o trastornar todos los valores con el fin de llegar a sus objetivos, pisotear lo que se atraviese en su camino y desaparecer todo rastro de decencia en ellos; en pocas palabras, son todos los que están corrompidos desde lo más profundo de su ser. El segundo grupo son todas las personas, que como lo mencioné antes, están dormidas, esas que no se han dado cuenta de la cueva en la que nos metimos o tal vez ya lo notaron pero están demasiado asustados como para hacer algo al respecto.
Sin embargo, el mundo en el que vivimos hoy no es sólo el resultado de las acciones de los ambiciosos, que si bien son ellos quienes se han torcido, es deber del otro grupo no permitirles que avance más su dominio de podredumbre. Si hoy los gobernantes incompetentes existen, si abundan los delincuentes o la violencia, si no hay respeto ni tolerancia, si 7000 millones de personas no pueden vivir en paz con su planeta, es culpa de todos y cada uno de nosotros.
Afortunadamente la Historia nos dice que ningún cambio real e importante se dio de la noche a la mañana, la mala noticia es que cada vez estamos más cerca de que sea demasiado tarde y mientras más demoremos más difícil será.
Básicamente, si eres de los que están dormidos te pido que abras muy bien los ojos y te hagas a la idea de que es tu responsabilidad cambiar el rumbo de nuestros pasos, tuya y de todos los demás. Y siempre habrá quien vaya en contra, quien no coopere o quien sea pesimista, pero todos tenemos el poder de decidir no tener esa mentalidad ni esa actitud. Todos tenemos la opción de ser personas que día a día hagan algo por ser mejores, no estancarse en la mediocridad en ningún sentido, buscar llegar lo más arriba posible en todos los aspectos de nuestra vida pero nunca dejar de lado lo que nos hace seres humanos, esos valores, sentimientos y toda esa educación que recibimos desde el inicio de nuestra vida.
Así es como todos caminan hacia adelante pero a la par, no siendo el impulso de otros, nadie viviendo de los demás sino de su propio esfuerzo, nadie sobresaliendo a costa de arrollar principios ni personas.