Crítica de Velvet Buzzsaw: Más pretenciosa que terrorífica

Cuando el guionista Dan Gilroy estrenó su inquietante opera prima Nightcrawler (2014), se perfiló como un cineasta emergente. Sin embargo en contradicción a los buenos augurios, su trabajo a posterior fue una comedia dramática judicial con un Denzel Washington excesivo y sobreactuado (Roman J. Israel, Esq.,2017) que gustó a casi nadie; este año ha estrenado en Netflix, su tercer largometraje como director, Velvet Buzzsaw y aunque se ha vuelto a reunir con los actores de su filme debut (Jake Gyllenhaal y Renne Russo) y ha sumado otros nombres jugosos (Toni Collette y John Malkovitch), esta película está más cerca de ser decepcionante que de repetir el buen trabajo que consiguió en Nightcrawler tal como se esperaba.

¿De qué trata Velvet Buzzsaw?
¿De qué trata Velvet Buzzsaw?

¿De qué trata Velvet Buzzsaw?

Ambientada en la comunidad de pintores y escultores de Los Ángeles, esta comedia de horror se centra en un puñado de personajes vinculados al mundo del arte. Tenemos a Josephina (Zawe Ashton) la asistente de Rhodora Haze (Rene Russo) -dueña de la galería que lleva su nombre- y amante del crítico Morf Vandewalt (Jake Gyllenhaal) quien un día se topa por accidente con una colección repleta de cientos y cientos de cuadros pertenecientes a su vecino quien repentinamente ha muerto. Aunque el misterioso hombre muerto ha dejado claras instrucciones de botar todas las obras, Josephina literalmente se apropia de todos los trabajos y se los hace llegar a su jefa; Rhodora encantada por la mítica y la peculiaridad de los cuadros tiene la brillante idea de exponerlos y venderlos. Una idea redonda: no hay artista que reclame los dividendos de las piezas.

Aunque todo va viento en popa y el trabajo del hombre fallecido se convierte en una sensación tal como Morf y Rhodora predijeron; empiezan a suscitarse una serie de extraños acontecimientos: los cuadros parecen tener una especie de ¿maldición? Y todos aquellos que se han vinculado con su venta y/o exhibición empezarán a pagar trágicamente las consecuencias.

La pretensión de la película es lo único que da miedo

Velvet Buzzsaw es un trabajo irregular que en teoría funciona como una metáfora sobre cuan autodestructivo puede llegar a ser el arte pero en su ejecución se queda completamente gélida. La película se propone ser tantas cosas que al final se queda a medio gas.

Para empezar, no encaja en ninguno de los géneros a los que apela en su ficha; no es tan graciosa para compararla con otros trabajos como Scream, no es tan retorcida como Twin Peaks ni mucho menos funciona como un híbrido de ambos géneros con tinte de crítica social como sí le funcionó a Get Out; y es que aunque Velvet Buzzsaw se ensaña contra el snobismo, los críticos y la superficialidad con los que muchos se aprovechan del mundo artístico (solo para lucrarse), la película torpemente acaba convirtiéndose en todo eso a la vez. Es así como Velvet Buzzsaw es una película que se toma tan en serio que raya en el pretensión y las pocas risas que proporciona son completamente involuntarias.

Su guión no resulta ser más que un brote de elementos inconclusos (no hay un qué, cómo, por qué que justifique la maldición); al menos la mitad del elenco figura solo para tener a quien matar (literalmente la película seguiría siendo la misma sin el personaje de Toni Collette o John Malkovitch); y lo más escamoso, una sucesión de muertes cuya ridiculez no se sabe si es intencional o no.

El verdadero arte no está en los cuadros

Aunque la película está ambientada en el mundo de los pintores y escultores más privilegiados de Los Ángeles; la grandeza de los trabajos de la que se habla durante prácticamente toda la película; y ese es el detalle, nos lo cuentan pero no nos lo muestran.

Lo que sí es realmente artístico es el diseño de vestuario ideado para cada personaje; sobre todo para los personajes femeninos. Cada una parece que ha descendido de una pasarela de moda pero a la vez define muy bien a cada personaje. Por último, para no destacar todo lo malo de la película (aunque es lo que predomina) debo destacar el trabajo de Toni Collette que aunque repite en una película de terror lo hace en un registro completamente diferente y sin contar con un material prodigioso es lo mejor de la película. Su colega, Jake Gyllenhaal, por otra parte, a pesar de ser uno de los mejores actores de su generación y entregarse ciegamente a Gilroy (tal como lo hizo en Nightcrawler) es una decepción. Pero no es su culpa, su personaje parece que ha salido de un sketch de Saturday Night Live.

En conclusión, Velvet Buzzsaw está lejos de ser tan potente como Nightcrawler y aunque no es tan espantosa como Roman J. Israel, Esq; es una opción palomitera para ver un domingo por la noche aunque lo único que te puedo asegurar es que poco recordarás de la película una vez que empiecen a rodar los créditos finales.

Velvet Buzzsaw está disponible en Netflix.

 

NM
NM
Amante de las películas y las series. Intento de escritora. Entusiasta de la cultura pop

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