Me pregunto dónde vamos a terminar con todo esto;
con todas las miradas y el coqueteo.
¿Qué pasa con las emociones encontradas?
Con todas esas sensaciones que provocas al estar junto a mí.
Las mismas que me recuerdan lo frágil que soy cuando te tengo cerca
y como bajas mis defensas.
¿Y si esto que siento no es normal?
Me invitas a vivir sin prisas,
disfrutando cada segundo y cada respiro.
A tocar el cielo con la yema de los dedos:
a crear figuras de las nubes para ti.
Quiero reinventar el amor en tus labios
y escribir historias con mis manos sobre tu piel;
crear nuestro destino tejiendo tus sueños con los míos.
¿Y si te cuento todo esto y no eres para mí?
Nos limitamos a sonreírnos de lejos.
Levantamos muros y paredes impenetrables.
Para no hablar de más;
para que ni tú ni yo sucumbamos ante la pasión
y baje la tensión sexual entre nosotros.
Todo esto me crea pesadillas
donde el amor me convierte en prisionera de tu sonrisa,
de esos ojos que me invitan a susurrarte palabras dulces.
¿Y si me atan a ti estos sentimientos?
Soy consciente de que el amor sólo crea heridas.
Creo que todos lo saben y también tienen miedo;
de que lo más bello sea al mismo tiempo el más cruel tormento.
Juegan a coquetear por instinto,
sin la menor intención de conocer realmente el amor.
Del que tantos poemas inspira, del que cantan, del que poco conocen.
¿Y si al final rompes mi corazón?
Te miro y pienso
«¿Qué importa si quiero desnudarte el alma?
Si quiero que sepas quien soy yo…
creo que sería más doloroso si no lo intentamos.»
Algo estás encendiendo con cada paso que das hacia a mí.
Veo tu mirada firme y me quedo quieta,
nunca te había sentido tan cerca.
¿Y si mejor me alejo y evito el principio de esta historia?
Llegas y tocas mi mejilla con tus dedos;
centímetro a centímetro borras mis miedos.
Acercas tus labios a mi oído y creo morir de emoción.
Siento tu aliento en mi nuca y te escucho susurrar
«¿Y si nos enamoramos sin pensar en que esto va a terminar mal?».