México Secuestrado: Michoacán

«Ya lo levantaron», «Pues, es que es dinero fácil y no hay trabajo por acá», «Mira, hay otra narcomanta», «Pues es que desapareció, nadie más supo de ella después de que se subió a la camioneta», «Y es que andaba metido <con esas gentes>, que más se podría esperar»… Comentarios cada vez más comunes en nuestro país, y todos con un mismo tópico de fondo: El narcotráfico y todas sus derivaciones, y cómo estos se han adueñado de las calles, e, incluso, de poblaciones completas a lo largo del territorio mexicano.

El norte del país, de los más afectados por este problema, sin embargo, el «cáncer» está ya presente en toda la república, con la presencia de nuevos cárteles, o de células de los mismos, con cientos de enfrentamientos por las «plazas».

Los términos «sicarios«, «levantados«, «chakas«, «burrero«, etc., no eran conocidos por el ciudadano común, sin embargo, hoy son parte de la «cultura» popular. Incluso, y con pesar expreso lo siguiente, son parte de la «pseudo» cultura del Narco, aquella que se hace de más adeptos día a día.

El Narco como «cultura»

uñas_buchonas«El Cartel de los Sapos», «Las muñecas de la mafia», entre muchas otras series de televisión, así como música y demás, se han encargado de «ensalzar» la nueva corriente cultural de nuestro país. El narco hoy es un personaje que muchos buscan emular o formar parte de sus filas, siempre presentándolos con grandes montones de dinero, mujeres hermosas, fiestas con miles de excesos, una vida «excitante, peligrosa pero desahogada», son las promesas que se hacen a la nueva generación, una que tiene un acceso total a la información desde muy joven, fácilmente impresionable con temas como el dinero, la fama y las cosas fáciles.

Hay aquellos que, sin dedicarse a ello, buscan, por lo menos, lucir como uno (Buchones). La moda es muy marcada en ese «sector», así como las maneras, costumbres y usanzas. Esto, en definitiva, es algo que nunca entenderé. A mí me molesta ver este tipo de expresiones, a decir verdad. Es absurdo.

Michoacán.

NarcomantaEste fin de semana tuve la oportunidad de visitar a miembros de mi familia en Michoacán. El ambiente es francamente insoportable, irrespirable. Pasan camionetas con el volumen a todo lo que da, con narcocorridos. Hasta ahí, todo bien. Digo, finalmente yo vivo en un estado donde «el chaka» es también pan de todos los días.

La cosa se puso «interesante» por la noche. Salí del hotel para reunirme con mis primos, a echar unos tragos. Me dice el personal del hotel «Señorita, no debería de salir de noche, se ve que no es de aquí. Y hay gente muy mala allá afuera»… Acto seguido, le comento a mi familia sobre lo ocurrido, y ellos me empiezan a explicar el porqué de tales aseveraciones. Yo tenía una vaga idea de la situación por lo publicado en diarios en internet, por lo visto en las barras de noticias en televisión. Nada se equipara a lo que me platicaron.

Entre ensabanados, ajustes de cuentas, matanzas donde se abrió fuego a «civiles» por qué a alguien se le ocurrió echarle un piropo a la novia del fulano, levantones a federales, venta de drogas y armas, casas de seguridad, una casa abandonada con barandales de oro, toques de queda, así es como viven su día a día en Michoacán, y en muchas partes de la república. Ellos han visto el horror de una balacera, han presenciado la atrocidad de las ejecuciones múltiples, han visto a familiares y amigos irse por «trabajo» o por problemas con gente relacionada «al rubro».

Yo solo tengo un conocido que ha «caído» a manos de alguien vinculado con el narco. A ellos les escuchas hablar de gente cercana, muy cercana, y no solo 1 o 2… Hablamos de decenas de personas.

110728095458_sp_comic_mexico_vd_640No me había tocado andar por las calles con «miedo», con ese nivel de alerta que solo te da el temor a que algo suceda, con la expectativa de que te toque estar en medio de un «altercado». Es lamentable. Consterna, porque aún hay quiénes no hemos tenido necesidad de incurrir en ningún acto delictivo para obtener lo poco o mucho que se tiene. Es que, como vulgarmente se dice, «no tenemos vela en el entierro», y es, francamente, muy molesto no poder

caminar a gusto por la calle derivado de esto. Es como si nos tuvieran bajo constante amenaza, como si nos hubieran privado de la libertad de vivir tranquilos. Es como un “vil” secuestro.

Yo la verdad me pregunto: ¿Hasta cuándo?, ¿Cuándo dejaremos de temer salir por las noches, salir a lugares que, actualmente, ellos frecuentan?, ¿Cuándo se convertirá en algo “esporádico” el tema de los asesinatos? (Soy realista, eso no se puede erradicar, sin embargo, bien podría disminuir). Pero también exhorto a que todos hagamos una reflexión, ¿Qué es lo que podemos hacer para poner nuestro “granito de arena”?

Se requiere de una estrategia, en definitiva. Una de raíz, absoluta y enfocada al bienestar de la mayoría. Se debe recuperar a México en breve. Se pide librar a nuestro país de angustia en la que se vive.

Agradezco que me lean. Saludos y hasta la próxima.

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