Estoy cansada, sí, cansada. ¿De qué? De estos tiempos modernos y su insistencia en complicar mis relaciones amorosas. ¿Exagerada? ¡Claro que no! No es exageración. La tecnología, lejos de hacer la vida más fácil, me complica la existencia.
Verán, ahora no sólo basta con ser atractiva físicamente para que una persona venga y te pida una cita. Ahora tienes que tener un perfil interesante en Facebook, tener un Twitter estupendo para que sepan que también eres gracioso e inteligente, tener dotes de fotógrafo por las imágenes que subes a Instagram, tener una linda galería de fotos en Flickr, un About Me interesante, un Tumblr con todo en orden, Skype y por si fuera poco hasta un correo electrónico ingenioso.
¿Y todo esto para qué? Para que a fin de cuentas también necesites un celular moderno en el puedas descargar Line, Whatsapp y WeChat y todo lo que a los genios tecnológicos se les ocurra y pueda reemplazar el contacto humano, el cual quizá ellos no tienen. Porque imaginemos esto: sales a ver una exposición toda forever alone y por milagro divino conoces a un hombre de lo más interesante, experto en arte, de cabello chino y look un tanto pandroso-hipsteriano, que además de todo es inteligente y soltero. Dios te ama ese día, él te pide tu número y hace la pregunta del millón: «¿Tienes Whatsapp?«. ¡Boing! Ni modo que le digas que usas un celular de caja de cereal, de esos que puedes usar de arma en un asalto.
Eso no es todo, ¿qué tal que quieres mandar a alguien a «freír espárragos»? Ya no basta con que le digas que se omita del mundo, debes rechazarlo por al menos 20 redes sociales, bloquearlo de todas ellas, de tus contactos del celular y hasta bloquear sus mensajes y llamadas. Es agotador. Y todo esto, para que en un buen día decida hacer un perfil falso y stalkearte por ese medio. ¿Dónde quedó la belleza de rechazarlo y sentirte libre de su presencia?
Más sencillo: antes, si tu pareja quería terminar contigo debía tener la gentileza de caminar hasta la puerta de tu casa o escuela y pedirte una charla. Charla tras la cual cortaban por lo sano y podías sufrir tu duelo a gusto, con chaquetas mentales, pero a gusto al fin y al cabo. ¿Por qué? Pues porque sólo te llegaban rumores y cosas por el estilo. Ahora, el diablo ha inventado todas esas cosas donde puedes comprobar lo que hace y, por tanto, ver que ya tenía 12 mujeres diferentes aguardando a que cortaran. Y lo que es aún peor, ésta tecnología da oportunidad de terminar por redes sociales o un mensaje de texto sin darte la cara.
¿Ven? ¿Ahora entienden las complicaciones de la vida moderna? Eso, sin contar a todos los que te vigilan sin que tú lo sepas. Digo, un click y un psycho, freak, stalker puede tener tu foto de fondo de pantalla. ¡Cuidado con lo que subes! Creo que entienden mi punto, era lindo cuando sólo tenías un teléfono y ese teléfono una contestadora, ésta contenía o no un mensaje y punto.
Hoy tienes que revisar 45 páginas web, tu registro de llamadas, mensajes de texto, Skype, Whatsapp y correo electrónico; sólo para saber que quizá no le ha dado la gana comunicarse contigo. O peor, que lo hizo hace horas y al no recibir respuesta, dio por hecho que no te interesa. ¡Tecnología, please, deja de complicarme la existencia! O mejor aún, crea un app que simplifique estos procesos: bloquear stalkers automáticamente, eliminar mensajes comprometedores, avisar automáticamente cuando recibo un mensaje por cualquier medio de los que sí me interesan, señalar si alguna indirecta es o no para mí, señalar a los patanes, a los que son buenos para el rato, a los que debo friendzonear, a los galanes de una noche y finalmente, indicarme cuando a él «simplemente no le gusté tanto«.
Mientras no logres eso, tecnología, querida: ¡Basta de complicar mi vida!
(Nota: Monólogo creado a partir de diversas conversaciones, fue más cómodo hacerlo así que en artículo común.)