En México, 10% de los pacientes con infección por VIH son niños, una población vulnerable que aumenta en número debido a la falta de un diagnóstico precoz en la mujer embarazada. En el 90% de los casos, la transmisión fue perinatal, de madre a hijo.

La Dra. Norma A. Matías Juan, Infectóloga Pediatra del CMN “La Raza” del IMSS, explica la importancia de detectar en forma temprana la infección en las mujeres embarazadas para así ofrecer tratamiento oportuno a la madre y profilaxis al recién nacido: “Es muy complicado para nosotros los médicos ofrecer la prueba de detección a las futuras madres, pues eso para ellas abre la posibilidad de estar enfermas y es algo que muchas veces no desean saber”.

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De ser obligatoria esta prueba, sería a través de una estrategia de gobierno que capacite primeramente al personal de la atención en los diferentes niveles de la institución, para así poder ofrecerla a las mujeres embarazadas al iniciar su control prenatal. De esta forma, se estarían cuidando los derechos del individuo que aún no ha nacido y de la misma madre al conocer oportunamente su diagnóstico.

¿Cuántos niños hay con VIH en México?

Por otra parte, un menor porcentaje de infantes adquiere la infección por VIH entre los 6-15 años, usualmente al ser víctimas de abuso sexual con una persona infectada. En los niños, la progresión del virus es lamentablemente más rápida que en los adultos, lo que conduce a un 40% de probabilidad de muerte, si no se inicia un tratamiento temprano en menores de dos años.

De ahí la importancia de contar con un diagnóstico temprano, pues es habitual que al Hospital de Infectología, acudan pacientes con VIH ya muy complicados, a veces incluso con alteraciones neurológicas, encefalitis, neumonías, infecciones virales o bacterianas, entre otras.

En este hospital los niños reciben atención integral durante toda su infancia, a la edad de 16 años ya no se les considera pacientes pediátricos y deben continuar su atención en la Clínica de VIH de Adultos, para lo cual se requiere de una etapa de transición previa a este momento y la cual tiene como objetivo el ayudar al paciente a integrarse a una comunidad de adultos responsables de acudir a sus citas y tomar adecuadamente sus medicamentos.

Este proceso resulta difícil de llevar a cabo si tomamos en cuenta que al momento de la transición el paciente se encuentra en la etapa de la adolescencia, en donde su conducta sufre cambios bruscos y busca reafirmar su identidad y hacerse de un lugar en la sociedad.

Ante la falta de apoyo de la familia, el paciente de VIH abandona el tratamiento con graves consecuencias sobre su salud. Cuando este paciente llega finalmente a la clínica de adultos, es ya un caso más complicado, con mutaciones y resistencia a los esquemas de tratamiento empleados con anterioridad.

Esta situación deja clara una enorme necesidad de ofrecer atención especial a los pacientes adolescentes en transición a la clínica de adultos, que se traduzca en una mayor adherencia al tratamiento y con ello una mejor respuesta al mismo.

Hoy por hoy, los Médicos infectólogos de adultos y de niños trabajan arduamente para ofrecer a sus pacientes la mejor atención posible, muchas veces llegando a tomar el lugar de confidente o consejero ante la ausencia del apoyo familiar hacia el paciente pediátrico. Los niños y jóvenes necesitan sentir que hay quien se preocupe por ellos, que le importan a alguien.

Mediante un abordaje integral entre médico y familia, se puede lograr una mejor transición entre clínica de pediatría y clínica del adulto, en pacientes con VIH. “No importan los esfuerzos que se tengan que hacer, para evitar la transmisión del virus. Esperemos que dentro de un tiempo, encontrar un niño con VIH, sea solo un accidente”, finalizó Matías Juan.

Infecto

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