Ahí estabas, soltando mi mano y dejando escapar todos los sueños que alguna vez habíamos construido juntos. Dejando todo de lado y diciéndome que esto ya no daba para más, que estábamos estáticos y lo nuestro no iba para ningún lado. Estiré mi mano para rozar la tuya y tú, con ese movimiento felino que antes tanto me gustaba de ti, te hiciste a un lado y me pediste que no hiciera las cosas más difíciles.
Me quedé callada, no supe qué decir y te dejé ir, te vi alejarte cuando por dentro algo se desgarraba y todo me gritaba que te persiguiera. Era como si mi cuerpo y tus ganas de dejarme se hubieran puesto de acuerdo para impedirme avanzar. No hice nada y me quedé parada, sólo para seguir con la mirada tus pasos, tu caminar que tanto amaba.
Hubiera querido decirte que sin ti esas noches de desvelo para esperar el amanecer no tienen sentido, que eres mi conversación nocturna preferida. Que he tardado en aprender a dormir sin esa llamada de «Buenas noches«, esas en las que hablábamos de tonterías, de los planes, de nuestro día y de lo poco que faltaba para volver a vernos. Decirte que me cuesta ver esas películas que vimos juntos porque aún espero voltear y verte a mi lado, esperando que recargues tu cabeza en mi hombro y me pidas un beso, ese beso por el que no me importaba perderme alguna escena importante.
Fui tan ingenua al pensar que podíamos funcionar; me cuesta entender que la vida no es como las novelas y que al final el amor no regresa para tomar otra taza de té en la cocina y revolver tu cabello. El amor no regresa a compartir cosas hermosas porque perdiste el tiempo, lo perdiste como perdiste tu momento con la persona que creíste para ti.
¿Preguntas si he pensado en ti? Te pensaba todos los días, pensaba en esas últimas discusiones que más bien llamaría peleas, donde dijimos cosas sin sentido y busqué desgastar lo poco que aún me gustaba de ti. Ya no te sueño, sólo sueño lo nuestro porque ya el «tú y yo» ya no tiene caso revivirlo, porque somos un caso perdido, porque logré salir de eso que me volvía mediocre.
Tú siempre has sido todo eso, lo bueno y lo malo de mí, las cosas más intensas que tenía dentro de mí. Porque me volviste ambivalente, porque eres sólo un recuerdo. No te doy el gusto de hacerme sentir miserable porque en mí tengo la satisfacción de haber hecho todo por lo que creí que era amor. Eres una memoria, un fantasma pegado a mi cerebro pero te mentí, no eres tan especial como creí, no eres lo mejor y definitivamente sé vivir sin ti.
No niego el amor que te tuve algún día, sería negarme a mí misma. Estuve enamorada, te amé demasiado; mi error fue amar demasiado, el error de una loca. Dejaré que mis ojos cuenten la historia, que platiquen de esas horas, de los lunares de tu cuerpo, de la fusión de nuestros cuerpos y de esas charlas tontas llenas de promesas rotas.
Quiero contar del amor y las memorias para poder decirte un día que tú eres eso, tú eres muchos recuerdos; una banca en el parque, una fotografía, una sombra en las sábanas pero nunca fuiste el amor.