Todos los días hay que valorar, revalorar lo que tenemos en las manos. Debemos estar atentos a cada detalle en nuestra vida y cuidar esas pequeñas o magníficas cosas que nos caen. La soledad por ejemplo. Replantearse si es necesaria, que tan valiosa es para cada quien, observarla, disfrutarla, meditar sobre ella y si es el caso no olvidarla.
¿Qué es la Soledad?
La mayoría de las personas piensan en la soledad desde su lado más pesimista. Pero si damos la vuelta e intentamos mirar el lado positivo, encontramos que es un tesoro invaluable. Porque, imagínate un día que estás fastidiado de ir, venir, subir, bajar y entonces llegar a casa. A poco no ¿cuándo se da el primer paso en el hogar se siente un alivio? Entonces un agradable silencio acompaña los pasos, después de un día tan agotador, el sillón, silla, mecedora o cualquier mueble que sea de tu preferencia, banca o banqueta. Te grita: ven siéntate.
Sin más habrá que tumbarse, ahí viene el siguiente momento para disfrutar. Ya sea cerrando los ojos o dejarlos en un punto fijo, la mente empieza un ejercicio de relajación y luego cada músculo del cuerpo parece acompañarlo. Esos instantes son valiosísimos, ahí en ese espacio de tiempo, es cuando se valora esa soledad, donde los pensamientos sólo son los que hablan, con ellos puedes recrear, recordar, analizar, criticar a esa persona que de pronto escondes y que en esos instantes surge, eres tú misma(o).

Y¿Qué es la Soledad?, de saber lidiar con los propios pensamientos, con lo que somos en realidad, además de desarrollar un mejor sentido de empatía, también se fortalece el carácter y la identidad, paradójicamente en la soledad reafirmamos habilidades para entablar lazos sociales saludables y fuertes.
Así que darse un espacio de soledad, ayuda en muchos sentidos. Lo importante es que esta sea voluntaria y no obligada para poder disfrutar de todos los beneficios que nos da. Así que revalorar y replantear la soledad ayuda, porque entonces el cristal puede cambiar de color, tal vez se llegue a querer más y valorar tanto que sea difícil no buscar esos momentos de soledad (placentera).
En algún momento de la vida se aparece, entonces ahora habrá que plantearse cómo se quiere ver, desde que ángulo y entonces mejor vivirla al máximo que sufrirla.

Puede ser tan deliciosa la soledad como lo quieras o tan fastidiosa que llegues al punto de la depresión, pero todo está en cómo mires ese momento que te está sucediendo.
Con algo de introspección y práctica será cada día más fácil ir determinando la dosis perfecta que se necesita de soledad, habrá veces que necesitemos más otras veces sólo con un breve respiro, todo estará enlazado a la vida que nos rodea en el instante. Pero estoy segura que si se experimenta esta parte positiva y gratificante puede resultar deliciosa y hasta adictiva y que es una grata compañía, por lo menos más que el bullicio mental o el estrés que son en esta cotidianidad contemporánea pan nuestro de cada día.
Experimenta ese breve ejercicio del sillón, la verdad es una delicia y si no te resulta con todo gusto me puedes reclamar. Si resulta por el contrario, practícalo tantas veces como puedas durante la semana.
Alejandra Olson