Cuento de estatuas vivientes
¿¿Es de verdad?? – Pregunto ella incrédula – ¿¿se mueve??
[divider] ES UNA ESTATUA VIVIENTE, ESTA VIVA.[/divider]
Gritaba la niña sorprendida mientras se acercaba para ver más de cerca aquella figura que parecía salida de un cuento de hadas, mientras su mamá la sostenía con fuerza para no soltarle la manita.
La estatua se mueve, posa para una foto solo por unas monedas, hacen todo sus pantomímicos movimientos para darte un papelito, con una frase o tu futuro escrito, incluso para darte un dulce o solo regalarte una sonrisa ante la atenta fascinación de los niños que siguen admirando a las estatuas que se mueven.
Desde el lado contrario al que sucedía la singular escena yo observaba de la mano de mi acompañante, como los cuentos cobran vida cualquier día de la semana en la calle Francisco I. Madero (en el centro de la ciudad de México) es pasear y ver al Avatar, a un Fauno, a Elmo, incluso Batman (uno no muy guapo) ver a Phineas y Ferb, incluso a la Bestia proponiéndole matrimonio a la Bella.
Con cada paso encuentras nuevos personajes brujas, al depredador, al Sombrero Loco, y muchos otros personajes más, todo esto mientras escuchas al organillero tocando y pidiendo una moneda, una tradición que le da un ambiente diferente al centro, es tomar un paseo acompañado del murmullo de las personas y del eterno ajetreo de los que trabajan, pasean o ligan en esa transitada calle.
Es viajar por Disneyland con toda la emoción de estar en el Distrito Federal, es toda una experiencia para la cual solo se necesita tener cambio, es ver personajes que salen de la pantalla del televisor, para estar a la voluntad de las personas que les brindan una moneda y librarlos de su prisión que es la posición que ellos mismos eligieron como sentencia.
No es solo ver las estatuas, es convivir con la gente, pasear por la ciudad, también ver\babosear en los aparadores de la tiendas de ropa que están distribuidas por la calle y si te da hambre, puedes comer en algún restauran de comida rápida, pero los martes que es sin ambulante, toda esta vida desaparece y la calle guarda silencio para revivir el día siguiente.