-La cocina necesita mantenimiento, ya se le cayeron dos puertas a la alacena y al parecer el segundo cajón ya no abre. Dijo mi madre cuando estábamos desayunando.
– Pues con qué clase de gente vives. Contesté cuando me terminé mi pambazo.
Y así con esa simple conversación mi madre llamó al nuevo carpintero que vive a tres calles de la casa, quien al parecer es amigo de toda la vida y por eso le dio un precio especial por arreglar las puertas, el cajón y pintarlas de color chocolate, imposible decirle que no, el señor carpintero empezó con su trabajo, se llevó todo y en unas de sus idas y venidas vio las grietas en la pared y recomendó a un albañil que es muy limpio.
– Mira Alin, esas grietas no son normales, se tienen que resanar y de paso que te acomoden las lozas que ya se cayeron en el baño, el señor es muy bien hecho, limpio y puntual. Yo lo garantizo.
Él garantiza que esté bien hecho, cómo decirle que no, ¡además iba a dar precio especial por ser amigo y recomendado! Entonces así entro el caos de la remodelación.
El señor albañil super puntual siempre llegaba a las 8 de la mañana, de madrugada si me preguntan, pero para empezar su trabajo necesitaba que se movieran TODOS, SÍ TODOS los muebles, libreros, cantina, sillones, comedor, juguetero, trinchador y quién sabe cuantos chunches más, así que la sala se volvió el hogar del caos libros, revistas, enciclopedias, trastes, muñecos, alebrijes, sin fin de cosas que hemos coleccionado a través de los años.
(Paréntesis cultural: Porque hemos de ser sinceros y cuántas de nosotras o de nosotros – porque también los hombres lo hacen, en menor medida pero lo hacen – guardamos de todo, porque se ve bonito aunque ya esté roto o le falte una pieza, o porque me lo regaló fulanita, aaaaay cómo crees que voy a tirar eso si esta personalizado, eso lo tengo porque después lo voy a arreglar y lo colgaré, ese calendario 2000 ve que bonitas imágenes tiene y encontramos excusas para guardar tantas cosas como las que nuestros muebles nos permiten. Fin del paréntesis cultural)
Estaban regadas por todos lados, a donde uno volteara se encontraba RODEADO de caos pero era el mejor momento para que comenzara su trabajo resanando y arreglando grietas, pero la pared quedaba pinta y en palabras de mi madre:
– ¡Eso se ve horrible, hay que pintar! Además así aprovecho total ya todo está movido.
– Bien, madre ése es el espíritu. Pensé sarcásticamente
Entonces el señor albañil resulta ser que también es pintor y le sabe a eso de la brocha gorda pero aunque el señor pintor nos haga descuento especial, los de la pintura NO lo hacen, al parecer ni nos conocen y pues si ya están pintando que también pinten las recamaras total las van a resanar y gracias a ese razonamiento lógico mi compañero de habitación fue el caos.
El caos, entró por la puerta de principal y se instaló en mi casa por semanas, primero se adueñó de la cocina, la sala, el comedor, los baños, MI RECAMARA y en fin toda mi casa se volvió de su propiedad porque por más que escombráramos y arregláramos no se veía que disminuyera incluso salían más y más cosas.
Hace dos semanas que estamos en eso, a veces no encuentro ni los zapatos, pero el consuelo es que
– Cuando terminemos todo esto, vas a tener una casa muy bonita, dice el señor albañil, mientras preparo el desayuno.
Por que al parecer también les tengo que dar de desayunar y si llegan a la hora de la comida y están en la casa, también de comer.
Iniciando la tercera semana la casa ya tenia forma, ya no había tanto caos, el señor albañil\pintor ya había terminado y al señor carpintero solo le faltaban unos cuantos detalles del closet, para que al finalizar la semana se terminara con TODO.
Ahora sí tengo que admitir, que fue un suplicio tener un compañero de cuarto que me escondiera los zapatos y se metiera con mis cosas, ese CAOS es un problema completo, pero tengo que admitir que SÍ vale la pena.
El problema es: ¿QUÉ HACER CON LO QUE YA NO QUEREMOS?
La solución una VENTA DE GARAJE, pero esa es otra historia.