Los últimos años de la vida han convertido al hombre en una extensión de la globalización, lo que nos ha hecho vivir en un estado constante de aceleración en el que incluso ya no vivimos en el presente sino que todas las actividades que realizamos están enfocadas en el futuro, pero, ¿qué tan importante es el pasado y el presente en el futuro que nos espera y que deseamos?
Creo que todos tenemos momentos que recordamos de nuestros padres, frases de ellos que nos han marcado, pero cuando nos las dicen nosotros no prestamos mucha atención a ellas debido a que somos pequeños, no nos preocupamos mas que por comer, jugar, dormir, disfrutar y por una que otra cosa que vaya surgiendo, sólo vivimos el día a día y esto es por que aún no tenemos mucho pasado en el que cual basar nuestras acciones, apenas y lo recordamos o si lo recordamos no nos interesa mucho, pues aún tenemos mucho que aprender, mucho que crecer; conforme vamos creciendo, el pasado aumenta, por lo que muchas veces lo usamos como guía en nuestro presente.
Muchos opinan que el pasado es lo que ahora nos tienes donde estamos, que determina nuestro presente y si bien es cierto que no podemos olvidar lo que hemos hecho ni lo que tenemos y hacemos, aunque el futuro representa la vida y nos interesa por que estaremos el resto de nuestra vida en él, no es más que el resultado de lo que ocurrió y de lo que ocurre en el presente: es solo la extensión de lo que somos hoy.
Se que el paso de los años es lo que nos dice que hemos llegado al futuro pero: ¿Cuándo estamos en el futuro? Ya que cuando creemos estar en el futuro nos damos cuenta que siempre hay un futuro que alcanzar, mejores cosas que lograr, más cosas que aprender, más que crecer. Es ahí cuando el futuro es el presente y no nos resta más que trabajar, prepararnos, tratar de ser mejores, no sé decir que con el paso de los años el futuro nos alcanza o alcanzamos el futuro, pero creo que si vivimos el presente para el futuro llegamos al punto en el que estamos dejando de lado a una parte de nosotros, estamos dejando de lado al niño que se divirtió, al estudiante que aprende todo lo que puede o al adulto que triunfa y que al final debe ser el mismo.
Por: Josué González
Twitter: joss_gonzalez
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