A todos no ha pasado que cuando nos golpeamos alguna parte del cuerpo, se nos sale decir una que otra mala palabra (en especial si esa parte es el dedo chiquito del pie), esto como verán a continuación, no está del todo mal.
Un estudio hecho por el psicólogo Richard Stephens de la Universidad Keele en Gran Bretaña, descubrió que decir malas palabras, amortigua el dolor en las personas. Hizo un experimento en el que ponían agua helada en un recipiente y obligaban a unos participantes a meter la mano, sorprendentemente, aguantaban más a los que se les permitía decir malas palabras que a los que se les prohibió decir. En promedio los groseros duraron 31 segundos más.
En la investigación se llegaron a diversas conclusiones; como que las personas que expresan su enojo verbalmente resultan ser más sensibles al dolor agudo y crónico, además notaron que las personas que acostumbran a decir malas palabras en exceso en su vida diaria, no tienen la misma resistencia al dolor que las solo usan las groserías para descargar un poco de vez en cuando.
Esto nos pone a observar que es cierto, que a veces decir malas palabras no es del todo catastrófico, siempre y cuando no dañes a nadie y sea para descargar algo del estrés o dolor que se esté sintiendo en un momento dado. El ser humano a veces necesita una válvula de escape para poder aguantar su día a día y más en este mundo tan loco.
Así que al saber esto, es mejor no abusar, porque si se ve medio mal la gente que ya usa puras grosería para expresarse, no se ven «cool» ni «interesantes», por muy «chavos» que estén, es agradable conocer a alguien que se sabe expresar en el momento, lugar y forma indicada.