Crítica: Chappaquiddick | La maldición (o ventaja) de ser un Kennedy

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Hace más de medio siglo y durante dos décadas los Kennedy fueron la familia más famosa de Estados Unidos. Eran el equivalente a la familia real británica pero en este lado del mundo. La fama que cubrió a la familia, se alzó tanto por lo bueno, como lo malo aunque lo segundo, eventualmente, parecía más recurrente. Es por eso que la historia narrada en Chappaquiddick (2018, dir. John Curran) no es cualquier historia. Es la historia de Edward “Ted” Kennedy, el hombre que sobrevivió a la maldición de su familia, gracias a la virtud que le proporcionaba su apellido. Pues, dirás “¿cuál es la historia de Edward Kennedy?”; “¿Por qué es una maldición llevar ese apellido?” Y lo más importante “¿cómo puede ser una maldición y una virtud al mismo tiempo?

Primero hay que responder lo básico…

¿De qué trata Chappaquiddick?

Mientras Neil Armstrong se convertía en el primer hombre en “pisar” la luna, el 20 de julio de 1969, y Estados Unidos (y gran parte del mundo) lo celebraba; otro suceso se estaba suscitando, uno más oscuro, más tenue que no sólo mancharía la política de Estados Unidos (especialmente el Partido Demócrata) sino también a la familia Kennedy. Tras la muerte del hermano mayor, Joe, y los asesinatos de Jack y Bobby; ahora Ted Kennedy protagonizaba otro tétrico suceso en la familia.

Tras amenizar una fiesta en la localidad de Chappaquiddick, en compañía de su primo, abogado y mejor amigo Joe Gargan; el superintendente de Massachusetts, Paul F. Markham; y un grupo de secretarias servidoras de la campaña del difunto Bobby Kennedy hacia la presidencia; Ted Kennedy sufrió un accidente automovilístico en compañía de Mary Jo Kopechne, una de las jóvenes secretarias. El auto salió disparado de un puente, cayendo al río. Ted, en aquel entonces Senador y posible candidato a la presidencia salió ileso, pero su compañera no. En comparación al trágico final de sus hermanos, esto, parece como un juego inofensivo del destino pero lo peor vendría después: Ted Kennedy manejaba el auto, iba (“presuntamente”) bajo los efectos del alcohol y reportó la muerte de su compañera nueve horas (!) después del incidente.

Cobardía o insensibilidad

Tal como los guionistas de la película, Taylor Allen y Andrew Logan, lo han dicho; es imposible saber lo que realmente ocurrió aquella noche excepto para el menor de los Kennedy y Mary Jo. Sin embargo las investigaciones, a lo largo de los días arrojaron muchos detalles. Detalles plasmados en Chappaquiddick que dramatizan la noticia más esperpéntica en Estados Unidos a finales de los sesenta; y que buscan delinear la personalidad ambigua del protagonista.

En una escena (muy bien lograda, por cierto), Ted (Jason Clarke) le confiesa a su padre, Joseph Kennedy (Bruce Dern) que no sabe realmente quién es. Y así como él, el espectador tampoco. Teddy Kennedy es presentado como hombre y como político; con un futuro aparentemente prometedor pero con una ambición retraída. La película no se detiene en juzgar si es o no buena persona porque simplemente hay muchos matices. Y aquel accidente en Chappaquiddick es la base de todo.

Por qué su tardía reacción, ese es el misterio. Nunca se sabrá a ciencia cierta si Kennedy entró en pánico siendo inocente, si entro en pánico siendo culpable; no sabemos si realmente le prestó ayuda a Mary Jo o simplemente huyó de la escena del crimen sin más; no sabremos si realmente sufrió un shock tras una contusión, como alegó su declaración oficial a las autoridades. No sabremos si fue un acto de cobardía, un acto de insensibilidad. No sabemos por qué, en presunto estado de inconsciencia, busco la ayuda de Gargan y Markham, pero nunca avisó a las autoridades. La película no pretende dar respuestas, pretende sentar las bases para el debate en torno a las verdaderas intenciones y motivaciones del personaje.

Abuso de poder, distorsión mediática y disposición femenina

Según Taylor Allen y Andrew Logan su intención no era recrear una historia apegada a los hechos, sería imposible narrar la verdad absoluta. Por otra parte, estarían hablando de hacer un documental. Ellos simplemente quisieron aprovechar el suceso y retratar el abuso de poder, la distorsión mediatica y la disposición mediatica; factores prominentes hace medio siglo y ahora. De hecho, esos tres vertientes dentro de la historia son los principales atractivos.

Cuesta creer que cualquier otra persona en un hecho similar hubiese tenido el mismo visto bueno por parte de la justicia llevando otro apellido o no estando tan relacionado a la cúpula política de Estados Unidos. Tal como ocurriría treinta y tantos años después, el caso Ted Kennedy se convirtió en un circo mediatico como el de O.J. Simpson. La diferencia es que en el caso del jugador de fútbol americano, la prensa se convirtió en una ventana para que el resto del mundo presenciara y se convirtiera en jueces desde casa; mientras que en el primero, los medios de comunicación tejieron una maraña en conjunto con el cuerpo legal de la familia para enderezar la reputación del senador. Lo que nos dice que la política, de la prensa siempre van de la mano, para beneficios propios; los cuales a veces coinciden y a veces no.

Por último, surge el retrato de la disposición femenina, relegadas a roles secundarios dentro de la administración pública pero siempre dispuestas a servir a su país. Como lo hizo Mary Jo, cuya carrera se vio truncada y definida por el turbio final de su vida. Así mismo cabe hacer una pregunta: si la historia hubiese sido al revés, si Mary Jo hubiese salido ilesa en lugar de Ted Kennedy; si hubiese sido ella la que manejaba ¿hubiese tenido el mismo final que tuvo él ante la justicia? Es decir libertad plena y veinte años más de carrera política.

Lo mejor está en los detalles

Chappaquiddick es una película modesta. Una de esas cintas independientes pero con una producción tan vistosa que cuesta creer que no viene de un gran estudio. El diseño de producción es un acierto en mayúsculas que crece a través del lente de Maryse Alberti con una fotografía granulada, acorde a la década en la que se desarrolla la película.

En cuanto a su grupo de actores, la película cuenta con una participación pequeña de una solvente Kate Mara y un Bruce Dern que hace poco pero a la vez mucho como el parapléjico patriarca de los Kennedy. Sin embargo, los dos trabajos más destacados son los de Ed Helms que sobrevive muy bien en un rol dramático, ajeno al género de la comedia donde ha curtido prácticamente toda su carrera; y Jason Clarke que construye un personaje a base de gestos (aprovechados en primeros planos) y miradas que transmiten el agobio y la incertidumbre de lo que realmente anhela.

Chappaquiddick no será una de las mejores películas del año, pero si una de las más solventes que aprovecha una historia que marcó la política de Estados Unidos hace medio siglo para reflejar las carencias y abusos del mismo sistema. Y además, retrata a ese Kennedy menos famoso; ese que su propio padre una vez le dijo que jamás sería grande pero que se apaño a la ventaja de ser de una familia hasta entonces cargada de desgracias.

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