Ciudad mojada

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“Nadie sale. Parece
que cuando llueve en México, lo único
posible es encerrarse
desajustadamente en guerra mínima,
a pensar los ochenta minutos de la hora
en que es hora de lágrimas.”

 Nadie sale. Parece…
Rubén Bonifaz Nuño (1923)

Gota a gota, hasta la más pequeña superficie de la ciudad cambia de color a un tono más oscuro, no hay esquina ni tejado que se esconda de la “hora de lágrimas”.

Algunos al cobijo de un techo de cemento, otros bajo un manto de nubes o estrellas; no importa desde dónde veas la lluvia al caer, el olor a humedad encerrada siempre se impregnará en tu ropa y se filtrará por cada uno de tus poros.

Tal vez no te guste la lluvia y al menor indicio de que los vientos traerán nubes grises, correrás por tu sombrilla o cancelarás todos tus planes. Quizá seas de los aventureros que llaman a sus amigos para brincar por los charcos de la ciudad.

Tal vez cuando la brisa cae en tu cara, te enfría y comienzas a enojarte tan sólo por pensar en el tráfico que está por originarse. O podrías ser de los que se enrollan en una cobija y se preparan para un maratón de café y la trilogía de Matrix. Lo cierto es que, divertido, aburrido o desesperado, el tiempo pasa a la mitad de su velocidad normal cuando el agua comienza a caer.

No importa, en verdad, no importa si disfrutas de los aspersores en el cielo o huyes de su alcance; de una u otra forma, la lluvia siempre va a llenarte de vida, siempre pondrá al límite tu barrita de energía y recargará cualquier batería.

Pero si no estás de acuerdo porque mientras el agua inunda tu patio, la nostalgia te ahoga a ti; o si la gotera del techo de tu casa se asemeja a un hoyo en tu pecho; recuerda que hay época de lluvias y tormentas, pero tarde o temprano regresa la dinastía del sol.

Mientras más gotas caigan, más crecerá el pasto, más frescura entrará a tus pulmones, más gente se abrazará para conservar el calor, más cafés serán bebidos a media conversación y todos correrán más rápido; al resguardo de cualquier techo o de la primera sombrilla que se atraviese en el camino. Quizá la verdadera razón para que llueva es recordarnos que estamos vivos.

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2 Comments

  1. Me encanto Mariana, es verdad como la lluvia puede despertar tantas cosas. En mi caso me encanta ver llover estando en casa y percibir ese aroma de lluvia.

    • Cierto, Ara. Es un aroma riquísima y bastante lindo acomodarse en casita y escuchar a lo lejos la lluvia :)

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