5 aspectos positivos de quedar atrapado en el sueño de tu némesis

Los sueños suelen ser algo curiosos. Tripular un barco navegando en un mar de serpientes mientras en el cielo la cara gigante de tu profesor de matemática grita constantemente, no es algo que se ve todos los días. Pero estos no solo son fantasías o pesadillas; suelen reflejar problemas más serios que atormentan el inconsciente. Por eso es que sirven de mucho a la hora de buscar una debilidad en alguien. Como siempre dice mi abuelo: «si quieres aniquilar a un enemigo, averigua lo que pasa en sus sueños.»

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Mi abuelo nunca se equivoca.

Actualmente es bastante sencillo conseguir el equipo necesario para entrar en el sueño de cualquiera; no es barato a menos que conozcas a alguien en el mundo de la infiltración somnífera o sepas donde queda la casa de alguno.

Con mis utensilios preparados decidí reunir a un grupo de expertos para acompañarme en mi viaje por uno de los inconscientes más peligrosos del mundo. Resulta que dichos expertos no merecían llamarse así, porque la parte del plan titulada: «salir fácilmente de la cabeza de Quentin Tarantino en cuatro simples pasos» falló por completo. Pero ahora que estoy atrapado aquí, usaré estos momentos de ansiedad como excusa para no hablar con los idiotas de mi grupo y reflexionar sobre los aspectos positivos de mi situación por si alguna vez se encuentran en un escenario parecido.

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Nunca le encargues la parte esencial del plan a alguien que perdió sus dientes delanteros «por accidente».

#5. No hay responsabilidades

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Hay un fenómeno que se lleva a cabo en los sueños llamado «dilatación temporal» lo que significa que el tiempo pasa mucho más lento que en la miserable vida real; es el momento de aprovechar, tomar un descanso luego de trabajar en la brutal fábrica de sombreros sí que suena agradable.

Según la película Inception y científicos de Internet, cada segundo que pasa en la vida real son casi 6 horas en este nivel. Lo que significa que, si decido tomar una siesta de 24 horas como siempre he deseado, solo pasarían cuatro segundos aproximadamente en la vida real. El éxito tiene muchas caras, amigos.

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No volveré jamás, malditos.

Descansar no es lo único que hago en mis ratos libres. Di un paseo por los pasillos del inconsciente de Quentin que, como se pueden imaginar, no fue nada agradable. Encontré varios patanes en cada esquina, tratando de provocarme para iniciar una pelea, una cantidad groseramente excesiva de coliseos en donde los gladiadores se disparaban a muerte atrincherados detrás de bloques de cemento y las paredes estaban cubiertas con carteles de «Se Busca» con la cara de Hitler con un sombrero en la cabeza.

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«Solo Hitler puede matar a Hitler.»

#4. Es una oportunidad para revivir recuerdos.

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Aquí en el limbo es donde las cosas más locas que Quentin entierra en su memoria a largo plazo están a la vista de cualquiera que le interese. Siendo su enemigo mortal debo admitir que me puse algo celoso; no es una sorpresa que Tarantino posea cientos de némesis: críticos de cine, otros directores, algunos fans, reporteros, policías, etc. Parecía un museo del conflicto, con varias pantallas gigantes en donde se proyectaban las trifulcas.

Me enorgullezco de decir que nuestras peleas tenían una sala apartada especial en donde pasé muchas horas recordando los agridulces momentos que pasamos juntos: cuando jodió el robo de un banco con su comportamiento inmaduro, la vez que nos atraparon unos violadores sureños luego de que Quentin traicionara nuestro arreglo o el momento en que me disfracé de mujer para pasar inadvertido de sus inspecciones cuando Tarantino aún no superaba su fase nazi.

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Clásico.

Necesité un tiempo para reponerme de la nostalgia que me envolvió como un agujero negro cubre a un astronauta a la deriva. Comprendí que Quentin y yo éramos eneamigos y me pregunté que si alguna vez quedara atrapado en uno de mis sueños, se pasearía por mi inconsciente y sus sentimientos se alterarían con la misma intensidad que los míos. Un híbrido de amistad y odio nos unía, algo único en la historia.

Quizás no tanto.

#3. Más tiempo para averiguar su debilidad

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El punto débil de un ser siempre está escondido detrás de varios muros que tienen el objetivo de proteger al sujeto de críticas sociales, posibles depredadores y de sí mismo. Es una táctica evolutiva que lleva milenios en desarrollo. Quentin Tarantino siempre ha sabido esto, pero no ha tenido éxito en vencerme porque sabe que no tengo ninguna debilidad a diferencia de él, que tiene tantas que podría regalarlas a los perfectos como yo.

Pero varios de sus miedos ya los conocía gracias a sus películas, los artistas frecuentemente cometen el error de plasmar sus temores y decepciones en sus obras. La nena de Quentin no es la excepción: ser violado en un sótano, un disparo en el estómago, que toda tu familia sea asesinada, ser esclavizado, etc.

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No olvidemos su ardiente deseo de algún día convertirse en negro para poder decir la palabra «nigger» fuera de sus películas.

Pero estos no son por los que cometí todo tipo de crímenes para introducirme literalmente en su cerebro. No. Vine aquí a buscar lo que hace a un hombre gritar de terror, lo que no lo deja dormir por las noches, lo que repta por su cabeza todo el día, todos los días, lo que lo acosa como un ninja graduado con honores, en fin, busco el horror.

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#2. Dejar de reflexionar y empezar a actuar.

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Salí del museo de las disputas y comencé a buscar un lugar en el que alguien guardaría un gran secreto, su más grande, oscuro y vergonzoso secreto. Vagué por un pueblo del oeste americano, donde el ruido de los disparos y el ritmo al galope de los caballos eran la banda de sonora. Mis ojos se posaron rápidamente en el banco del lugar. Tres matones con bigote guardaban la puerta, un alocado plan me vino a la cabeza, quizá podría funcionar.

Conseguí un Cadillac del 65 y me preparé para llevar mi idea acabo. Me estacioné enfrente de la puerta del banco. Le dije a los bandoleros que quería hacer un depósito, hablaron entre ellos por un momento hasta que uno que tenía pinta de ser el líder dijo «ok, que sea rápido.» Parecía más un bar que una entidad financiera, lleno de gente bebiendo como si fuera su último día de vida, me acerqué al cajero que tenía una botella de ron en la mano:

Quiero hacer un depósito de 200 dólares—dije en voz alta.

Alguien me agarró del hombro.

—Wow, wow, wow. ¿Acaso escuché 200 dólares?—dijo un sujeto sucio y amenazante con el rostro de Quentin, parado demasiado cerca de mí.

Así que además de ser feo eres sordo.

La multitud volteó a vernos.

Eres nuevo en mi pueblo ¿verdad?—dijo Quentin Tarantino.

Sí, todavía no me he manchado de su basura.

Me agarró por el cuello de la camisa.

Pues entonces es momento de que te manche de otra cosa.

—Wow—respondí—invítame a cenar primero.

Todo el banco-bar estalló en risa.

Recibí un puño de Quentin justo en la nariz y caí al suelo con el rostro manchado de sangre. En ese momento activé el dispositivo.

Adiós, perras.

Una torreta emergió de mi Cadillac estacionado afuera y, antes de que los matones de la entrada pudieran desenfundar sus pistolas, el arma comenzó a disparar de lado a lado como un dragón, domesticado por un héroe, escupiendo fuego hacia un castillo enemigo.

El establecimiento se tiñó de rojo. Unos muertos, otros todavía agonizaban. Por la conmoción no estaba seguro si alguna bala me había impactado; pero eso no importaba ahora. Me dirigí a la bóveda para enfrentarme con el horror de Quentin Tarantino.

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Así me sentía mientras las balas volaban.

#1. Descubrir la verdad sobre Tarantino

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Al enfrentar las puertas del destino, comencé a preguntarme cuál fue el momento en que todo terminó, en el que nuestra amistad se convirtió en rivalidad.

La primera vez que vi a Quentin el bastardo tenía 20 años. Por mucho tiempo fuímos buenos amigos, pero acabó mostrando su verdadera naturaleza.

Resulta que fuimos una vez al cine, nada menos que al estreno de la obra maestra Samurai Cop. Tuvimos que esperar en una larga fila para adquirir los boletos; al llegar nuestro turno, la empleada del cine indicó que solo quedaba una entrada para la gloriosa función de medianoche, por supuesto me desilusioné y le indiqué a Quentin con un ademán que era hora de irnos; imaginen mi sorpresa cuando Tarantino compra el último boleto al salirme de la fila y entra apresuradamente a la sala, dándome la espalda. En ese momento supe que algún día me vengaría.

¿Cómo pudiste, Quentin?

Ahora me encontraba de pie enfrente de la bóveda entreabierta que escondía su principal debilidad, mientras, Quentin se encontraba moribundo y se arrastraba hacia mí. Le concedí un último vistazo a sus desesperados ojos y entré en la sala de seguridad.

La pared del fondo estaba compuesta por reflectores de luz amarilla a su máxima intensidad que proyectaban mi sombra por todo el bar-banco y pequeños destellos se escapaban por los estrechos agujeros por los que hace poco pasearon balas. En el medio se encontraba un pedestal con una elegante y pequeña caja de madera encima. Me acerqué lentamente, estudiando la habitación en busca de trampas ocultas. Toqué la tapa con mis manos enguantadas y la abrí como si me quitara una bandita…

No…

Me di la vuelta de súbito y ahí estaba Quentin, arrastrándose y escupiendo sangre. Lo vi anonadado, con el boleto de cine roto descansando en la palma de mi mano. Tarantino, con una lágrima corriéndole por la mejilla susurró: «Lo lamento…» Su frente golpeó el suelo.

Desperté en el avión en el que mi grupo y yo nos habíamos infiltrado para cumplir nuestros propósitos. Disfrazado para que Quentin no me reconociera. Al parecer los idiotas habían encontrado una manera de hacer funcionar el plan de salida. Tarantino estaba sentado a solo unas pocas filas de mi lugar, se acababa de despertar; nuestras miradas se cruzaron, el mantenía cara de indiferente, yo sonreí, y en ese momento estoy seguro de que, por un instante, logró reconocerme.

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La próxima vez usaré un disfraz más convincente.

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1 COMENTARIO

  1. usted no sabe nada de este tema.. que pena no quiero ofenderle, no sabe ni puta mierda de lo que se trata esto.. la verdad por un momento pensé que hallaría la respuesta a lo que estaba buscando. Lea mas, instruyese, estudie, a lo bien mama huevo . becerro. discúlpeme la expresión o mejor las palabras que escribo. pero es que no sé como la gente puede publicar heces en las redes sociales.

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