¿Nunca te ha pasado que tienes un mal día, pero de pronto alguien en la calle, un completo desconocido te brinda un saludo o una sonrisa amable y tu ánimo cambia por completo?
Iba caminando por la calle con un buen amigo cuando de la nada un señor pasa, nos dice buenos días y nos sonríe. Mi amigo se me quedó viendo, luego dijo: «¡ay que miedo con el señor, nos saluda pero ni nos conoce!».
Esto es muy común, a la gran mayoría les parece «raro» cuando alguna persona muestra un gesto de cortesía , es más normal ver a todos de malas o con cara de pocos amigos, porque la realidad es que resulta más fácil andar con cierto enfado por la vida.
Aunque claro que con esto de la inseguridad andar por ahí muy confiados tampoco es lo ideal, pero ser atento con los que nos rodean no lastima a nadie, al contrario.
Y a quien no le ha pasado que llega a una tienda, un restaurante o equis lugar a solicitar un servicio y el encargado con pésima actitud nos habla como si fuéramos su peor enemigo, nos da todo de mala gana y que ni se te ocurra preguntarle algo porque te lanza una de esas miradas que por suerte no son cuchillos o no vivirías para contarlo. Esto es bastante molesto, considerando el hecho de que son personas que están en atención al público, se supone que su deber sería tratarnos ya no digamos cordialmente, al menos con algo de respeto.
También están aquellos a los que no les puedes decir ni hola porque traen el ego por los cielos y luego luego piensan: «de seguro le gusté».
Si, es normal que todos tengamos un mal día, en los que no quieres ni que se te acerquen porque no te aguantas ni tú mismo, pero en estos tiempos lo que más necesitamos son muestras de afecto. Si llegas a un lugar, aunque no conozcas a nadie, por pura educación saluda, aprende a decir por favor y gracias, trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti, dale buena cara a la vida y, lo más importante, siempre lleva una sonrisa en el rostro, nunca sabes quien la puede necesitar.