“La primavera no llega. La primavera estalla. Como los fuegos artificiales. Como los hielos cuando te pones una copa. Como el Bernabéu cuando marca el Pipa Higuaín. Estalla. BUM.
Y como ocurre con cualquier estallido, sus efectos son imprevisibles.”
Como Coca-Cola con Mentos, como los recuerdos que regresan con una canción, como las lágrimas después de un abrazo,como las risas al ver un video de perritos y gatos, como el amor que no es mas que el previo al desamor.
Así, a traición, llegó la primavera de este año, así de fuerte llegó la lluvia de este día que “no despliega más trascendencia que ligar lunes con miércoles”. Así de improviso llegaste tú y, por supuesto, tu partida. Y es que todas y cada una de estas cosas suceden en escasos segundos pero nos pueden dejar aturdidos o sorprendidos durante horas; o sonriendo, o llorando, o tirados en el piso.
Y en los tres minutos que dura “nuestra” canción también se puede romper un corazón o aprender la más grande lección, incluso tomar una importante decisión. Como sea, hay situaciones que nos ponen la piel chinita y sentimos un estallido que provoca una reacción en cadena; a veces en la cabeza, quizá en la mano o tal vez en el pecho.
Una pequeña idea germinada en nuestra mente, un impulso eléctrico que recorre el brazo hasta que alargamos la mano y la juntamos con la de alguien más, una bomba en el pecho que detiene el latido de nuestro motor. Nada de eso llega. Nada. Nunca. Jamás. Sólo estallan. Estallan y nos queman por dentro con sus enérgicas chispas y la viveza de su fuego.
Y cuando sucede, imposible predecir lo que viene después. Quizá hayamos crecido y sepamos controlarnos cuando vemos a quien solíamos amar y besar, amando y besando a alguien más. O tal vez aún seamos muy jóvenes como para dejar de gritar en la primera caída de la montaña rusa.
Y sí, estas explosiones son como los juegos mecánicos. Puedes subir con los ojos cerrados, sacar las manos, apretar los dientes o sujetarte a lo más cercano a ti, puedes disfrutarlo o sufrirlo, gritar o esperar a que termine pero, no importa lo que hagas, la primera bajada siempre te tomará por sorpresa y no evitarás sentir el vacío en el estómago ni la adrenalina de la caída libre.
Por eso no importa si es la primavera, un mensaje, las gotas de lluvia, o un cruce de miradas en el metro; siempre que llegan a nuestras vidas es como si dentro de nosotros los fuegos artificiales explotaran formando diferentes figuras y de pronto no sabemos si dejar que las chispas salgan como palabras por la boca o lágrimas por los ojos, quizá se escapen en un beso o se deslicen como letras por los dedos, quizá se queden flotando en nuestro interior, decorando el esqueleto…