Me hicieron una pregunta sumamente interesante ¿por qué nos devastan emocionalmente los truenes? Es decir, quieren saber el por qué parece el fin del mundo cuando terminas una relación y aunque parezca raro es normal que sientas que el mundo se acabó, que tu autoestima está más por los suelos y que realmente has perdido todo por lo que valía la pena vivir.
La cuestión es ¿por qué ocurre esto? La respuesta como siempre está en la sociedad, en lo que esperan de nosotras como mujeres y de la idea que nos dan de valía y propósito de vida. Es cierto, pensemos y analicemos un poco, desde niñas nos piden que «cuidemos bebés» digo ¿cuáles son nuestros primeros juguetes? ¡Bebés! ¡Trastesitos! Soñamos con la boda porque eso nos meten en la cabeza desde niñas, que si el príncipe azul, que si el castillo. Así, crecemos para buscar todo lo prometido, lo que debe ser y llegamos a conocer a ese hombre que se asemeja mucho a nuestros sueños e incluso cuando no lo hace del todo bien nos sentimos valiosas por estar al lado de un hombre, ese caballero fuerte que tiene como propósito protegernos.
Llegamos al punto de sentirnos importantes sólo porque él nos da importancia, como si el valor de una mujer dependiera de tener a alguien, si se dan cuenta éste es el punto en el que las mujeres dicen «¡Qué suerte tiene Chachita por tener a ese hombre a su lado, es tan afortunada! ¿Cuando me tocará a mí?» ¿Real bebé? En una pareja ambos son afortunados por tenerse el uno al otro, no sólo la mujer. Por eso nos llega el miedo a perder esa relación, miedo a no ser la envidia de todas, miedo a sentirnos solas y cada vez más alejadas de esa meta máxima de la familia feliz y de «sentirnos realizadas como mujeres».
Esa sensación del truene es miedo, miedo a no encontrar a nadie más, miedo al que dirán, miedo a no cumplir con lo establecido, miedo a crecer y mientras más grandes ya no poder encontrar a nadie más. Porque seamos honestas, la sociedad marca que una mujer entre más grande más lejana está la posibilidad de encontrar a alguien, muy aparte de que «se te funde la fabrica de bebés» y obvio una mujer sin hijos es una mujer seca que ha fallado como mujer. ¡Como si el único propósito en la vida fuera tener familia!
Mujer déjame hacerte ver algo, hoy en día la realización de cualquiera es pues aquello que tú decidas, llegar laboralmente a la cima, contribuir en tu carrera, sentirte realizada en aquello que te apasiona. La casa, los hijos y la pareja vienen después, no sólo eres fabrica de hijos y por tanto eso de aferrarte con uñas y dientes a un hombre no es tan importante. Primero fíjate qué clase de persona tienes a tu lado, tener por tener no vale la pena, una pareja debe respetarte y amarte en todo sentido, tal cual eres.
Basta de justificar malos tratos, basta de culparte de tus truenes, basta de cerrar los ojos a malas relaciones sólo por no quedarte sola, eso de «es que ya invertí cinco años en está relación» no es punto clave para estar aguantando a un idiota con medio cerebro que encima se pone borracho todos los fines de semana y te llama desde una delegación diferente para que vayas y lo saques. Deja de creer que te quedas porque lo amas, te quedas por miedo y para tener una porquería, mejor no tener nada.
Piénsalo, una relación definitivamente no lo es todo. Si terminó pues demos por bien invertido el tiempo, toma lo mejor de todo lo que vivieron y sigue adelante, lo que estorba es mejor que se aleje, nadie se muere de amor y definitivamente tú puedes vivir sin un hombre. Cuando algo termina ambos tienen culpa de lo que ocurrió así que deja de culparte y deja ir, no hay nada que un bote de helado y una tarde de amigas no arregle. Digamos que uno tira ropa vieja para llenar el clóset de cosas nuevas y tú dejas ir un viejo amor para encontrar otro que te quede perfecto y te llene de aquello que necesitas realmente.
Mujer, deja de intentar llenar las expectativas de los demás y empieza a planear y alcanzar las propias. Al final, la única que te va a reprochar al final y a quien debes de rendirle cuentas eres tú misma. Suerte.