Martes 24 de septiembre del 2013, la cita a las 9:00 p.m. en el Auditorio Banamex de la ciudad de Monterrey, a la espera de un concierto que pondría a algunos de los fans lo más cerca posible que nunca podrán estar de Queen, y probablemente a otros tantos los pondría cerca nuevamente.
El ingreso al inmueble, de los más tranquila, una leve revisión, sin fila, sin tumulto, esas son algunas de la ventajas de llegar temprano y tener tiempo de buscar los souvenirs más atractivos; las instalaciones del recinto, inmejorables, por lo que una cerveza, unos nachos y excelente compañía aminoraron la espera.
Una vez llegada la hora que indicaba el inicio del concierto la multitud tomaba su lugar y a las 9:00 p.m., ni un minuto más ni un minuto menos, inicia el show con la banda telonera Old Chiles, banda regia cuyas interpretaciones de clásicos del rock and roll dieron a la gente el preámbulo perfecto para ir tomando ambiente, la banda interpretaba esa música ideal para bailar, esa música que te transporta a otro tiempo, cuando el baile era más que mover los pies o la cintura.
Después de 45 minutos de interpretaciones algunos impacientes ya silbaban para que diera inicio el show principal, Dios Salve a la Reina, una agrupación nativa de Argentina formada en 1998 bajo el concepto de banda tributo de Queen, banda que salto a la fama reproduciendo a detalle las presentaciones en vivo del grupo, principalmente el mítico concierto en Wembley, con el que guarda gran similitud en cuanto a canciones, luces y desarrollo del concierto, la idea central de los exponentes es transmitir al público ese sentimiento de estar viendo a Queen, siendo liderado por Freddie Mercury en el escenario.
Pasadas las 10 p.m. las luces en el escenario se encienden, lo que anuncia el inicio de la presentación, suenan los primero acordes de One Vision, tal como sucedía en el Tour Magic, aparece en el escenario Matías Albornoz (batería) interpretando a Roger Taylor, la emoción aumenta, cuando con sus baquetas nos invita a palmear al rito de la música, pocos segundos después aparece Francisco Calgaro (guitarra) en plan de Brian May, seguido de Ezequiel Tibaldo (bajo) ataviado al estilo de John Deacon, el público sabía que lo mejor estaba por llegar, en ese momento salta al escenario Pablo Padín (piano y voz) siendo Freddie Mercury en cada movimiento, cada gesto y casi a la perfección en cada nota, cosa complicada de lograr. Las luces, el sonido, la interacción con el público y el timing interpretados con una precisión abrumadora, que sin duda hacía sentir que estábamos en el escenario frente al mismísimo Freddie, frente a Queen.
Entre aplausos, gritos, vítores, besos y silbidos transcurrió el tiempo, One Vision, In the lap of the Gods, Seven Seas of Rhye, Kind Of Magic, Under Pressure, Another One Bites The Dust, I Want To Break Free, Radio Ga Ga, We Will Rock You, We Are The Champions y como un plus, un extra Don’t stop me now, los más grandes éxitos de la banda aparecieron, deleitaron e hicieron enaltecer aún más el amor por la banda y seguir fiel a su música.
Dios salve a la reina, un espectáculo que confirma que Queen no ha muerto, que sigue en el gusto del público, que el tiempo no ha pasado y que generaciones se unen en una sola voz para venerar a Queen y a su música, para mostrarnos que el legado que Freddie Mercury construyó, sigue vigente y que el público lo mantiene en el estatus de leyenda y que generación tras generación Queen se va a presentar como una de las mejores bandas del rock y sigue vigente en quienes ya disfrutan de su música y en quienes aún no lo saben pero van a disfrutar de ella.
Por: Josué González
Twitter: @joss_gonzalez