Dar vuelta a la hoja.

-

persona-word

Los humanos en general, los mexicanos en particular, somos reacios a cambiar, a dejar ir, a perdonar.

Generalmente creemos que perdonamos cuando, de dientes para afuera decimos olvidar una ofensa, maltrato, trago amargo que otra persona nos ha hecho; en el fondo, en lo interior, esa circunstancia no se olvida, se queda ahí y se hace manifiesta en la primera oportunidad.

Perdonar es una acción personal, es cierto, es una opción que tú tienes, no se perdona por obligación, pero además funciona en dos direcciones: Perdonas a otras personas, por lo que te hicieron, pero te perdonas a ti mismo por como permitiste que esa acción te hiciera daño, te afectara de forma negativa, te hiciera tener sentimientos nefastos hacía los demás y hacia ti mismo.

En cualquier proceso de sanación, se maneja el perdón como un acto de liberación: sueltas la ira, el coraje, el odio, el rencor que llevas guardado desde hace tiempo. Cuando liberas esa carga, esa energía que altera tu vida, aprendes a hacer de la vida algo más llevadero.

Y este rencor u odio que acumulas, muchas veces no es hacía terceros, sino hacia ti mismo. A veces nos culpamos y no nos perdonamos por situaciones que no han estado en nuestro control: por la separación de los padres, la muerte de un ser querido en una situación violenta, por las consecuencias de una mala decisión tomada por la presión del momento…

Y acumulamos cada vez más y más esos sentimientos
autodestructivos hasta que tocamos fondo y nos damos cuenta que algo no está bien, y ese algo eres tú.

No podemos cargar culpas que no nos corresponden, así como no podemos andar cargando resentimientos hacía los demás todo el tiempo, es fastidiarte a ti mismo, sabotearte.

Yo decido por mí, por mi bienestar, mi salud dejar ir, perdonarme y perdonar. No acumular rencores del pasado. Dar el siguiente paso, cambiar de página. No es cosa fácil cuando ese perdón incluye a terceras personas que no pueden olvidar, que no sueltan, no dejan ir, no permiten que sane la herida, y que siguen guardando ese rencor ahí, incluso y más fuerte, al interior de tu familia. Pero esa es su decisión. Yo te invito a que tú tomes tus propias decisiones.

Durante mi infancia y adolescencia no tuve una buena relación con mi padre, y en una de tantas discusiones con él me dijo algo que hoy valoro: “tú puedes odiarme si quieres, pero a mi tu odio no me afecta, al único que le haces daño es a ti mismo”.

NeoStaff
El Staff de NeoStuff está formado por una docena de integrantes capaces de escribir sobre todas las temáticas que encuentras en la revista. También nos encargamos de contestar todas tus dudas lo más rápido posible

Comparte esto

Aleatorios