Crítica de El Infiltrado del KKKlan (BlacKkKlansman)

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Hace (casi) dos años Spike Lee recibió su primer y único Oscar hasta la fecha. El director fue galardonado con una estatuilla en calidad de premio honorífico tras aproximadamente treinta años de carrera; tiempo en el que Lee ha podido realizar obras como Do the things right (1989) y Malcolm X (1992) y así forjar una carrera dotada de trabajos sociales, ásperos, que hacen reflexionar a la sociedad sobre sus propios defectos; principalmente enfocados en los conflictos de racismo de la América de siempre. La Academia, probablemente, pensaría que tras una carrera tan prolífica pero sin galardones, iba haciendo tiempo de reconocer tales trabajos. Un ahora o nunca. Pero ni los Académicos, ni nadie pensaba que tras unos cuantos años dando tumbos sin rozar la gloria que marcó los primeros años de su carrera, Spike Lee iba a estar tan en forma para volver con El Infiltrado del KKKlan (BlackKKlansman, título original); una película que cuenta una historia de hace cuarenta años pero se siente real y que a pesar de su estilo “buddy-movie” sigue teniendo el sello tajante de cine social y político que describe el trabajo de Spike Lee.

¿De qué trata El Infiltrado del KKKlan?

El Infiltrado del KKKlan está basada en hechos reales. A inicios de los años 70, Ron Stallworth se convierte en el primer hombre negro en unirse a las filas del cuerpo policial de Colorado Springs. Tras saber el peso que eso significa y su hambre de ascender rápidamente como oficial, Ron consigue infiltrarse en el Ku Klux Klan para prevenir un próximo ataque a la comunidad negra. El Ku Klux Klan (normalmente conocido simplemente como KKK) es famoso clan que defiende la ideología de la pureza y la superioridad de la raza blanca y la necesidad de “dominar” fomentando el acoso y la liquidación contra personas de básicamente cualquier otra raza.

Spike Lee se vuelve más convencional por intenciones políticas

Durante toda su carrera, con una filmografía bastante prominente, Spike Lee ha sabido direccionar su cine hacia la ruta más social del séptimo arte. Por ejemplo, echando un vistazo a su filmografía nos encontramos trabajos como Do the things right (1989), esta película reflejaba el racismo latente en los suburbios de Estados Unidos en la década de los ochenta; la película recurría a escenas bastante violenta y explícitas, en algunos países recibió clasificación E; diversos críticos de la época declararon en sus reseñas que la película podría despertar un fervor entre la audiencia negra hacia los disturbios, a lo que Spike Lee se opuso, ya que daba a entender que la comunidad negra era incapaz de contenerse ante una violencia, claramente ficticia. Dos años después estrenó la biopic de Malcolm X, un retrato crudo y acentuado sobre el líder afroamericano. Y aún su cine más comercial sigue siendo un cine ácido, como 25 Hours (2002), película sobre el último día en libertad de un traficante de drogas.

El éxito en taquilla de 25 Hours fue inesperado; con un presupuesto de 15 millones, logró recaudar más de 300. Sin embargo, rara vez Spike Lee suele hacer cine “para todos los públicos. Normalmente Lee más escribe sobre y para una comunidad (su comunidad) que desde siempre se ha visto rezagada en el cine; pero lo hace siempre a través de dramas secos, ásperos que cautivan y horrorizan al espectador a partes iguales; por lo que no es sorpresa que su cine, muy de autor, sea poco reconocido entre el público medio.

Sin embargo siempre hay una excepción y en la filmografía de Spike Lee es El Infiltrado del KKKlan. La película protagonizada por John David Washington (sí, hijo de Denzel Washington) está basada en hechos que acontecieron hace casi medio siglo pero Spike Lee a sabiendas de lo verídico que resulta en la actualidad una historia sobre el Ku Klux Klan (movimiento que ha resurgido desde que Donald Trump se alzó como presidente de Estados Unidos) sabe que para concienciar esta vez debe llegar a un público mayor aparte de su comodidad que claramente nadie mejor que ellos para conocer los estragos del clan.

Spike Lee crea un guión bastante inteligente donde captura la seriedad de los hechos (una guerra civil alimentada por la ideología de una raza superior) y los filtra, esta vez, a través de un puñado de géneros más accesibles; como el concepto buddy-movie policial que marcó el cine de los ochenta y noventa (como Arma Letal); el drama más convencional (el conflicto del protagonista entre servir a su comunidad en el puesto -de policía- de un blanco); y una cuota de humo negro que aligera aún más el relato.

¿Es El Infiltrado del KKKlan una comedia?

¿Puede Spike Lee contar una historia sobre el racismo a través de la comedia? ¿es El Infiltrado del KKKlan una comedia? Lee toma la audaz decisión de, no sólo contar los hechos desde una visión más cómica, sino que el punto de partida para que el género impregne la historia son los villanos. Spike Lee ridiculiza sin tapujos a los miembros del Ku Klux Klan, al punto de convertirlos casi en caricaturas. El director se mofa de ellos y sus intenciones pero también puntualiza como la ignorancia es casi tan peligrosa como la inteligencia mal usada. Estos personajes, los malos del cuento, están dotados de un odio ciego, sin explicación, pero que son el motor de una comunidad que, aunque no nos guste reconocer, ha sabido estar organizada por un siglo.

Trabajo de engranaje

Lo que convierte a El Infiltrado del KKKlan en una buena película no es solamente la proeza de moldear contenido político y social para todos los públicos y tras dos horas de puro entretenimiento preparar al público para un final contundente; es que el director no se confía en su guión, a partir de este crea una película vertiginosa en todos sus apartados. El Infiltrado del KKKlan cuenta con una fotografía cargada de tonos tierra, y un manejo brutal de la iluminación en escenas interiores y de exteriores. El montaje enaltece la fluidez narrativa del guión y la música aunque puede resultar repetitiva dentro de la película, supone una de las creaciones más originales del año.

Además, Spike Lee se rodea en esta ocasión de un elenco plegado de rostros nuevos y actores de toda la vida de bajo perfil pero que saben capturar la esencia (y las intenciones del director). Destacan John David Washington como el protagonista, un hombre negro que se encuentra en conflicto entre ayudar a su comunidad desde dentro o en las calles, como sus hermanos; Laura Harrier como la idealista y revolucionaria estudiante afromaericano; Corey Hawkins que se marca un discurso vibrante como el activista político Kwame Ture y su contraparte es un Topher Grace en la mejor interpretación de su carrera como el líder del Ku Klux Klan David Duke. Sin embargo es Adam Driver quien se lleva todas las papeletas en una interpretación contenida pero solvente como el Infiltrado “físico” que le toca lidiar cara a cara con el enemigo.

El Infiltrado del KKKlan es cine de entretenimiento, cine para todo público, cine social, cine político, todo a la vez. Spike Lee sabe lo que quiere y como es costumbre, lo consigue. Sienta las bases para conectar con la audiencia a través de dos horas del mejor entretenimiento para luego lanzar un final potente y desgarrador.

https://www.youtube.com/watch?v=VeBrGmpgjDs

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