Querido tú:
¿Una carta de amor? Pues es que no se puede. Te puedo escribir una carta con todo mi cariño, con mi admiración, con deseo y hasta con pasión, pero, ¿con amor? No, no se puede.
¿Con qué palabras voy a describir lo que el amor –nuestro amor –provoca en mi organismo? Peor aún, no imagino una palabra que desenmascare lo que sólo tú y yo entendemos bajo las cobijas, ni una combinación de letras que esté cerca de explicar la mirada que me dedicas cuando despiertas o el beso repentino mientras caminamos.
No he escuchado nunca una palabra que signifique lo que tus brazos dicen cuando me rodean ni una que iguale lo que me pasa por la cabeza cada vez que te truenas los dedos o te muerdes las uñas. Tampoco he visto en el diccionario algo que equivalga a la ansiedad de no tenerte cerca o al terror de imaginar que algo malo pueda pasarte.
No cuento con la fortuna de saber qué expresión utilizar para dejar implícita la necesidad que tengo por recorrerte, por cuidarte, por a veces no mirarte pero siempre por ayudarte a salir adelante. Y dudo que se le haya asignado una cadena de letras a la neblina tibia que inunda mi cuerpo tan sólo por saberte cerca, o al tornado que me deja agitada y de cabeza cada vez que tus locuras me dan fuerza.
A decir verdad, no he encontrado un vocablo que simbolice la muralla entre nosotros cuando se asoman los indicios de batalla y no sé de algo que represente el temple y la dureza con la que hemos sorteado todos los obstáculos.
Tampoco conozco una palabra que traduzca aquellos silencios en los que el lenguaje vive en nuestras manos entrelazadas y ojalá alguien me presente a la frase que se me escapa cuando me enojo contigo.
Tal vez otra persona haya descubierto la oración que se usa para decir que alguien se ha vuelto tu brújula; o ya crearon el pronombre especial para referirnos a quien sea a la vez el camino y la meta de nuestras propias carreras. Tal vez alguien tiene la carta donde todos nuestros sueños y planes, nuestros miedos, historias y anhelos quedaron grabados para siempre.
Y aunque tu boca habla mucho, no te he oído ninguna palabra que me diga lo mismo que un beso tuyo después de extrañarte.
Tal vez la palabra sea “amor”, o tal vez seas tú.
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