Quiero sentir por mis realidades lo que siento por mis sueños, ¿Se puede?
Sí, sí se puede.
Aunque, vale más que nos adviertan que el trabajo y sufrimiento que se requiere para llegar a esta conclusión es a veces desalentador; pero bien lo dicen, el que persevera alcanza, y si alguno(a) está dispuesto a llegar más allá, a la cima de la montaña después de la cual nada volverá a ser igual, adelante, que siga leyendo.
Algunos somos soñadores por naturaleza, otros empiezan a soñar luego de encontrarse con un camino difícil para lograr su objetivo, y solo algunos, muy pocos, sueñan solo en las noches y a veces ni eso.
Mi caso fue de nacimiento, siempre he sido soñadora, y de las buenas. Realmente mis ilusiones y fantasías pudieron haber sido muy bien vendidas y hoy podría vivir holgadamente y un buen tiempo de las regalías, pero no fue el caso. Aunque sí me esmeré en perfeccionar mis ilusiones, siempre fui buena para planear las cosas y pensaba que si tenía claro mi objetivo (entre más claro mejor) sólo tendría que trazar mi camino hacia él y seguirlo. Parecía fácil, hasta que sin darme cuenta me dediqué demasiado a mis sueños, y cada vez se fue haciendo más difícil alcanzarlos y no porque no fuera capaz de lograrlos, sino por que cada vez estaban más fuera de la realidad, perdí la noción y cada que parecía que los alcanzaba, algo sucedía que me decepcionaba, a la hora de la hora no era lo que yo quería.
Pero ¿cómo sucedía ésto? Yo lo planeaba bien, era como trazar una ruta en Google Maps, o antes en la Guía Roji, si yo ponía un punto de origen y un punto de destino, sólo tenía que seguir la ruta, ¿por qué al llegar al destino no era lo que yo esperaba?
Porque había perdido la realidad, mis sueños habían brincado la línea que divide la realidad de la fantasía y no encajaban en absoluto aquí.
Necesité muchos años y sobre todo muchas decepciones para llegar al grado adecuado de desesperación y entonces cuestionar la meta. ¿Era acaso el objetivo el que estaba mal?
¿Ser feliz estaba mal?¿Hacer lo que yo decía querer y amar, estaba mal?
Sobra explicarles que llegar a estas preguntas me confrontó demasiado con mi conciencia y mis principios. ¿Qué se esperaba de mí entonces, sacrificio, resignación? No, no era posible y tampoco lo iba a hacer; toqué, no fondo, subsuelo, subterráneo, ¡centro de la Tierra y más!
Pero gracias a Dios, a la vida y a muchas personas que estuvieron ahí en el momento adecuado, me hice la pregunta correcta. ¿Por qué prefería amar mis sueños y no amar las realidades?
Aún estoy trabajando en desmenuzar tan vital cuestión, pero tengo la certeza mental y emocional que estoy en el camino correcto. El amor no es como lo pintan, el amor a la pareja, a los hijos, a la vida, al trabajo, al prójimo, a TODO.
Cada quién debemos descubrir dentro de la realidad qué es lo que nos hace felices, pero no esa felicidad de final de película, no; esa felicidad que se consigue con mucho, pero mucho trabajo diario, demasiado pero que al final no se desvanece, que nos sigue llenando de satisfacción no importa cuánto tiempo pase, su plenitud es permanente.
Cuando descubramos que para ser felices se necesita mucho esfuerzo y que hacerlo nos provoca intrínsecamente felicidad, podremos ver un cambio radical en nuestras vidas. Dejaremos de elegir un mal gobierno por puras ilusiones y nos daremos cuenta que tendremos una vida mejor cuando tomemos la rienda de nuestra vida y no pongamos nuestra fe ni en un gobernante, ni nuestra felicidad en nuestros hijos o en nuestra pareja, ni nuestra satisfacción en un empleo, ni nuestro destino en Dios. Cuando realicemos que nosotros y sólo nosotros tenemos el control de nuestro esfuerzo, ese día podremos cambiar para siempre nuestra realidad.
Les deseo un excelente día y una completa semana de buenas cosas =D