Vista la cuarta temporada de Mad Men puedo expresar mi acuerdo de que la serie merece con creces la fama que consiguió gracias a su escritura brillante; con sutiles mezclas de caracterización, diálogos inteligentes que nunca dicen demasiado y generalmente tienen una buena dosis de doble significado, y que usualmente vienen acompañados con mucha simbología.
La primera temporada es la clave para entender a lo que me refiero; gracias a dos episodios en específico: “The Hobo’s Code” y “Shoot”. El primero revela el pasado de Don Draper y los humildes e infelices comienzos de su vida; mientras que el segundo explora el coqueteo de Betty Draper con la individualidad y su rechazo de ser más que una ama de casa, todo esto expresado en una simple imagen donde literalmente dispara pájaros que vuelan en el cielo. Una metáfora y un final que resultó tan sorprendente, chistoso y brillante a la vez.
Pues bien, aunque la cuarta temporada carece en gran medida de esas imágenes que dicen todo y nada a la vez y los dobles significados están menos arraigados a través del diálogo, sigue siendo una entrega sobresaliente. Hay cambios dentro de la estructura y de la historia; y se sienten. Se aprecia que hay un antes y después que es básicamente en lo que me quiero centrar.
¿De qué trata Mad Men?
Mad Men está ambientada en la ciudad de Nueva York de los años sesenta y retrata la vida de los publicistas que hicieron famosa la Avenida Madison. Los personajes centrales trabajan en una ficticia agencia publicitaria y están encabezados por Don Draper, un hombre tan brillante como enigmático.
La cuarta temporada inicia con cambios a doquier. Draper y compañía ponen en marcha una nueva agencia publicitaria: Sterling Cooper Draper Pryce, mientras que su vida personal se desmorona cuando Betty, finalmente pone en marcha el divorcio. Esto hace que Don se tambalee y caiga en un espiral lleno de vicios y excesos que amenaza con apagar la chispa creativa que hay en él. De allí nacen los conflictos principales de esta temporada.
Un nuevo comienzo
El hecho de que esta temporada signifique “un nuevo comienzo” ha traído consigo un reajuste del reparto, siendo esto una ventaja, ya que ha permitido una mejor interacción entre los personajes y les ha otorgado mayor visibilidad y el desarrollo de conflictos propios; sin embargo han minimizado otros -de mayor interés en las temporadas pasadas- en particular Pete Campbell o Joan Holloway, que desaparecen durante largos períodos, la caracterización está menos pulida y me atrevo a decir incluso en algunos casos bidimensionales.
El enfoque de la historia dentro de SCDP también ha tomado otro rumbo y se ha alejado de encontrar grandes ideas para productos (una de las facetas más emocionantes de la serie) y se ha inclinado más hacia las cuentas y conversaciones sobre el dinero que necesitan, lo cual no es tan emocionante como a lo que nos tenían acostumbrados. No tiene la misma intriga tratar de encontrar un nuevo eslogan para Lucky Strikes que ver personajes luchando, literalmente, para encontrar una nueva cuenta o un nuevo préstamo. Sin embargo, comprendo que al igual que la parte creativa, las cuentas y los números también son indispensables en una agencia de publicidad y, en algún momento, iba a quedar reflejado así en la historia.
El espectáculo de Don Draper
Como adelanté, el personaje de Don Draper emboscado por una serie de cambios se ha vuelto demasiado emocional y abierto, pero también se vuelve más ‘humano’ y ‘frágil’.
Don tiene relaciones con muchas mujeres esta temporada, pero ninguna de ellas es tan memorable como su amante hippy de la primera temporada o la maestra de Sally en la tercera; esto es porque no se aprende nada de estas experiencias y estas relaciones rara vez afectan la historia central de los episodios. Pierde completamente el rumbo. Comienza a tener problemas con la bebida que eventualmente afectan su trabajo y su relación con sus hijos.
Conflictos van, conflictos vienen
Este es realmente el principal problema con la temporada, todos los conflictos para los personajes centrales son de fuera de la oficina, no hay conflicto central en el lugar de trabajo que esté en curso durante toda la temporada. Don tiene problemas con sus dos ex esposas y con un publicista rival; Pete Campbell tiene problemas con su esposa y su papá; Lane Pryce tiene problemas con el racismo de su padre y su divorcio; Peggy Olsen tiene conflictos con su nuevo círculo de amigos y su novio; y Joan Holloway tiene conflictos con su esposo y su decisión de unirse al ejército.
Otros conflictos dentro de la oficina son de bajo nivel con personas del departamento de arte que son sexistas. Conflictos que siempre han estado allí normalmente para llenar el arco de un episodio en concreto.
A pesar de todo ello, no hay conflicto entre las personas en la agencia de publicidad que trajo el mejor drama en las temporadas anteriores, como en la primera temporada que vimos el enfrentamiento Pete Campbell y Don Draper durante todo el año; la segunda temporada fue el choque de Don Draper y Duck y la tercera tuvo como conflicto la adquisición de la agencia por parte de la firma inglesa PPL. Pero la cuarta temporada los tiene a todos trabajando juntos para ganar más dinero y se inclina por abordar conflictos personales. El único conflicto de larga duración en la oficina dentro de la temporada que puedo pensar es entre Don y Peggy, ya que ella sigue queriendo ganar aceptación, pero esto realmente no funciona de la misma manera que los conflictos anteriores; sin embargo, nos concede el mejor episodio de la temporada: The Suitecase.
Aunque tengo mis problemas con la temporada, no porque sea mala (está muy lejos de serlo) sino porque se desluce ante la grandeza de las tres primeras entregas, tengo que resaltar que la serie aun tiene mucho para dar. Roger Sterling sigue siendo el mejor personaje del programa y todavía tiene líneas y bromas divertidas en todo momento (y afortunadamente, Don y él son amigos de nuevo, lo que significa un gran intercambio entre ellos que echamos mucho de menos la temporada pasada); Jared Harris interpreta a Lane Pryce brillantemente y agrega un gran momento cómico y una dosis de sarcasmo a un papel que está demasiado racionado; Vincent Kartheiser crece brillantemente como Pete Campbell y, a pesar de ser el personaje más irritante en el programa; y Elisabeth Moss nuevamente se destaca con su icónica Peggy Olsen.
Tendré que ver la quinta temporada de inmediato y espero que muchos de los defectos se resuelvan, ya que realmente no quiero que este programa vaya cuesta abajo; especialemtne cuando las tres primeras temporadas las considero de lo mejor que he visto en los últimos años. En general, una temporada decente que carece del impacto dramático de sus predecesores, pero sigue siendo una de las experiencias más agradables que he visto. Solo espero que los escritores nos den más de Betty, más Pete, más de Joan y Roger.