¿Qué sucedería si la idea de “no importa lo que hagas, si te arrepientes de corazón irás al cielo” no es cierta? ¿Qué pasaría si para ir al cielo debes ser una buena persona incapaz de cometer ningún tipo de errores? La temporada de final de The Good Place formula estas interrogantes, y replantea ambas ideas de cómo los humanos se hacen merecedores de un lugar en el paraíso. El resultado es una clase de filosofía y moral con una buena dosis de humor y referencias culturales que otorga broche de oro a una de las mejores y más ingeniosas series de los últimos años.
O culminan convertidas en fenómenos culturales o las alargan lo suficiente para terminas como bodrios. Cuando una serie consigue el afecto del público es normal que sus creadores busquen alargar ese éxito tanto como sea posible. Sucede con Stranger Things y American Horror Story; el problema es cuando en esa búsqueda la serie queda desprovista de los aciertos que la convirtieron en un hit en primer lugar, tal como pasó con Glee, 13 Reasons Why y como está a punto de suceder con Riverdale. No importa cuan buenas sean, siempre es mejor que un programa termine en sus propios términos en lugar de ser prolongado durante innumerables temporadas; es admirable cuando los creadores eligen hacer esto como ha ocurrido con The Deuce y The Good Place.
La serie creada por Michael Schur, ha concluido como una historia sobre el bien, el mal, la redención y el concepto de lo que conocemos como ‘paraíso’, contada en cuatro partes con un humor muy ingenioso que pese a ganar el afecto del público ha decidido despedirse en una cuarta temporada. Un adiós precipitado, tal vez, pero culmina en su mejor momento. Como es correcto.
¿De qué trata The Good Place?
Después de fallecer en el estacionamiento de un supermercado, Eleanor (Kristen Bell) se despierta para descubrir que ha llegado a “la vida eterna”. Cuando le pregunta a Michael (Ted Danson) dónde está, él le dice que a causa de sus buenas acciones como abogada ambientalista y su labor con las personas pobres ha llegado a “El Buen Lugar” (The Good Place), una versión moderna del paraíso.. Eleanor se da cuenta de que por un error ha sido confundida con otra persona porque ella no es abogada ni ha tratado bien a nadie jamas.
Atrapada en un mundo en el que están prohibidas las groserías y donde todo es siempre agradable, Eleanor deberá buscar la manera de adaptarse a su nueva vida, y así evitar ser enviada al “Mal Lugar” (The Bad Place) o el infierno, un lugar descrito como algo completamente aterrador.
[A partir de aquí, la reseña contiene spoilers]
El final de The Good Place está repleto de aciertos
El primer punto a favor de este final de The Good Place es que la serie no pasa mucho tiempo recapitulando el final de la tercera temporada y, en cambio, avanza con su ingenio peculiar característico y todos los personajes se encuentran en un nuevo punto de partida. La última temporada muestra a los humanos: Eleanor (Kristen Bell), Tahani (Jameela Jamil) y Jason (Manny Jacinto) más el demonio (ahora bueno) Michael (Ted Danson) y la guía de Janet (D’Arcy Carden), trabajando para asegúrese de que el experimento para demostrar que los seres humanos pueden tener una mejora moral sea un éxito.
Recordemos que en la temporada pasada, la jueza (Maya Rudolph) dictaminó que el equipo tendría la oportunidad de hacer este experimento en cuatro humanos: el columnista de chismes John (Brandon Scott Jones), el privilegiado y misógino Brent (Ben Koldyke), la neurocientífica Simone (Kirby Howell-Baptiste) y Chidi (William Jackson Harper), quien se ofreció como voluntario; esto, debido a que el formato de selección vigente hacia casi imposible que un humano fuese al paraíso. El equipo tuvo un buen comienzo, sin embargo, la imprevisibilidad de los humanos y la interferencia del demonio Shawn (Marc Evan Jackson) pone el experimento en riesgo. Con el futuro de todo el universo literalmente en juego, ¿el equipo podrá mostrar signos de mejora moral o la jueza se verá obligada a cancelar la Tierra?
El otro acierto que es los últimos trece episodios están repletos de toda la creatividad, el ingenio y el corazón que han hecho de la serie una de las favoritas.Estos episodios también sobresalen por equilibrar las grandes ideas sobrenaturales y morales con algunos momentos más pequeños y muy bien ejecutados entre las relaciones forjadas por los personakes. Kristen Bell y Ted Danson tienen la mejor química en esta oportunidad mientras que D’Arcy Carden y Manny Jacinto merecen elogios por brindar continuamente diversión y corazón a dos personajes muy partículares. Por último, el ritmo de The Good Place es abrumador, pero los episodios están tan llenos de bromas, imágenes y evolución de personajes que valdrá la pena saborear cada episodio tan bien como se podría pedir de esta serie reflexiva y única.
Reflexiva, ingeniosa y muy divertida
The Good Place sobresale porque no solo entretiene, también nos hace pensar. En términos de filosofía, el viaje para convertirse en una buena persona fue el núcleo del espectáculo. Eleanor (Kristen Bell) pasó por muchas pruebas desde ser una “basura de Arizona” hasta una estudiante de filosofía con la capacidad de preocuparse por los demás y abrirse a ellos. Los lazos que formó con los otros humanos en la misma posición que ella la cambiaron para mejor y demostraron que, con el tiempo, cualquiera puede mejorar. Los últimos episodios en particular se centraron en la razón de la existencia de alguien y en encontrar un propósito una vez que te has convertido en la persona que quieres ser. Los episodios anteriores de esta temporada jugaron con esta idea, pero el final la desarrolló: no tiene sentido la vida si no tiene fin.
En el final, el DJ de Florida Jason (Manny Jacinto) fue el primero en decidir que estaba listo para cruzar la puerta, después de jugar un juego perfecto de Madden con su padre. Lo siguió Tahani (Jameela Jamil), quien encontró satisfacción en el más allá, aprendiendo una variedad de nuevas habilidades que nunca llegó a aprender en la tierra. Chidi (William Jackson Harper) fue el siguiente, y decidió que había ganado confianza y vivido sus mejores días con Eleanor. Incluso pronunció un discurso particularmente emotivo, dependiente de una metáfora sobre el cambio. Eleanor estaba desesperada por que él se quedara, ya que Tahani y Jason se habían ido, y tenía miedo de volver a estar sola como lo había hecho durante su infancia. Sin embargo, el verdadero crecimiento de Eleanor se mostró cuando decidió dejar ir a Chidi en lugar de tratar egoístamente de mantenerlo en El Buen Lugar para su beneficio. El arco del personaje de Eleanor, junto con el de sus amigos, es la parte más satisfactoria del final.
Es gratificante verlos convertirse en personas mucho mejores, sin perder nunca la chispa original y el humor inteligente que atrajo a la historia en primer lugar. Eleanor luchó más por encontrar su verdadero propósito y sentido de satisfacción en The Good Place. Ella ayudó a Michael a convertirse en un ser humano real, que era su mayor sueño, e inspiró a Mindy a tomar la prueba para intentar entrar en el Buen Lugar en lugar de vivir en soledad. Estos actos satisfizo a Eleanor, especialmente cuando ayudó a Mindy, una mujer muy similar a ella, a aceptar que no puede hacer todo sola y que quiere que alguien se preocupe por ella.
Es difícil decir adiós a un programa que guió a la audiencia en una aventura optimista para descubrir el significado de la vida y las formas en que podemos convertirnos en mejores personas. El programa nos trajo una versión sincera e hilarante de lo que nos espera después de la muerte, pero los conceptos introducidos en el programa son algo de lo que todos podemos aprender ahora mismo. Todos podemos esperar convertirnos en grandes personas y dejar el universo satisfecho con todo lo que hemos hecho. Y es el final perfecto para ver a los personajes hacer precisamente eso.
Puedo admitir que después de cuatro intensas temporadas del programa, repletas de referencias a la cultura pop y emocionantes giros en la trama, lo único malo de The Good Place es que ha llegado a su fin, sin embargo, se ha marchado por la puerta grande.