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¿Qué sucede?

Cuando escribo, cuando escribo ¿Qué me sucede?

Diré que hay un mapa en mi cabeza. Toma diversas rutas, de pronto llega a callejones donde hay que buscar el retorno, otras tantas, encuentra avenidas largas que parecen no tener final. Luego encuentra pequeñas calles, más de las veces parece que ahí hay algo de sustancia. Por este mapa viajan mis ideas para encontrar la historia que buscan mis sentidos, pasan algunos días para que llegue. Una vez que la historia se instala, los personajes empiezan a tomar rostro. Veo los detalles de cada participante, detalles físicos, emocionales, vivenciales. Mi cabeza da vueltas durante una noche, dos, tres o las necesarias. Con las ideas y los personajes que rondan para deslizarse sobre las hojas que están en blanco. Después de hilar movimientos, toma forma una historia que parece interesarme. Luego estrellas iluminan a los personajes y entonces mi mundo se convierte en el de ellos, ellas, nosotros o ustedes.

Fernando Pessoa en su Libro del desasosiego: “Al final de este día queda lo que quedó de ayer y quedará de mañana: el ansia insaciable e innúmera de ser siempre el mismo y otro” sí soy otra. Viven en mi cabeza esos otros (as), las historias de esos otros (as) que se parecen a alguna mía y a la vez no. Primero el escenario, después empieza la parte donde los personajes, pasan a ser mi piel, la voz que da sentido a los escenarios y características. Algunas preguntas me surgen, desgarradoras ante el suceso que acompaña al protagonista o la protagonista. La piel se me eriza, el mar de emociones empieza a recorrer mi cuerpo, el torrente sanguíneo expulsa sensaciones como si un mar de magma recorriera cada vena, el corazón se agita, se conmueve, grita, llora. Hay vibraciones en mis músculos, en mis yemas, soy más sensitiva y la pasión se desborda. Y entonces esas preguntas que me formulo para el personaje, para la historia, para mí; llegan como huracanes y arrancan todo mi ser a vivir ese día como si yo fuera otro, otra.

Al encontrar ese mundo, también soy otro (a) cuando lloro, porque al desangrarse mi interior parece que la parte más débil se esconde para no ser más atormentada, para no seguir siendo herida, luego entonces puede que salga otro (a) que da valentía a ese espíritu para transformarse, radiante en lucha contra la injusticia y la sin-razón. Y qué pasa cuando canto, en ese vuelo de mis cuerdas, vuela la otra(o) que vibra con las notas, cantar solamente da imagen a mi cuerpo desnudo a la emoción de las vibraciones que emanan de la guitarra, piano…los instrumentos. Pero cuando callo, estoy observando al otro(a) que despliega unas alas enormes, me llevan, lo llevan, la llevan a mundos construidos por mí, su propio imaginario. Siempre soy, pero también soy él, ella.

Siento, vivo, disfruto cómo ese otro (a) que hay enfrente, pero que vive rodeado (a) de mis construcciones. Cuando escribo me parece que la noche me envuelve y no hay más luz que la que rodea mi silueta. El mundo desaparece, todas mis sensaciones y sentimientos parecen estar a flor de piel en esa obscuridad que me rodea, pero que en la luz que brilla de un mundo diferente salen gozosas. Para mí es como gritar eso que a veces calla ese personaje, que también soy yo pero que no siempre. De pronto vienen a la superficie aquéllas palabras que están debajo de la punta del iceberg, esas que son profundamente significativas. Wow y la erupción termina plasmada en estos signos divinos llamados letras, que forman palabras, que hacen oraciones, que dan significados y que surgen imágenes que conmueven, que hacen enojar, que dan ánimo o dan tristeza.

¿Qué me sucede? Soy yo, pero también soy otra, pero también soy unos ojos que miran el mundo, que me cuestiono y en este mar de preguntas surgen sentimientos, otras veces las preguntas callan, pero hieren profundamente.

Debajo de esa punta de iceberg, hay un gigantesco bloque de recuerdos que asoman de vez en vez cuando se abre el baúl. Todos somos otros (as) cuando encarnamos las historias de los otros.

Así podemos sentir la injusticia, el dolor, la tragedia, la alegría, el gozo, la pasión. Escribir me llena de emociones, me da vida y doy vida a los demás que habitan dentro y fuera.

Alejandra Olson

Espíritu congestionado por las letras, que busca encontrarlas en el camino del hacer literario y de éste encuentro aparezcan historias de empatía con los ojos participantes del espectador. Se dice incipiente escritora, pues cada día se descubre, redescubre, encuentra, pierde hilos dentro de éste oficio. Oficio que necesita dedicación, amor y empeño. Ella es así, tan natural como la vida se lo permita y aguerrida.

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