Loco

 

Dicen por ahí que estoy loco, quizá tengan algo de razón. Oigo verdades que ellos no entienden, nadie pone la suficiente atención para darse cuenta que está ahí, en el aire. Verdades que el viento susurra solo para aquellos lo suficientemente capaces de oír.

El viento fue el que me dio la razón, debía irse. No, no me vean así ¡les digo la verdad! Me autorizo a desaparecerla porque solo el viento y yo sabemos lo que ella hizo. Ustedes lo sabían también pero la diferencia es que yo si tuve el valor, ustedes solo esperaban que ella diera un cambio. Un cambio que nunca llego. Y lo que me hizo, ¿acaso no merecía un castigo?

Ella se burló de cada carta de amor, me despreció, me humilló, a muchos de ustedes les hizo lo mismo estoy seguro. Fue ahí cuando algo dentro de mí se activó, empecé a verla en todos lados, siempre distinta y supe que era lo que necesitaba.

Esa sonrisa que me penetraba el alma, sus ojos persiguiéndome en todos lados, su aroma. Necesitaba librarme de ella, de su fantasma que a pesar de su ausencia me atormentaba. Así que me susurraron el plan para que olvidara tan cruel tormento. Un plan definitivo, exacto.

La cité, en el mismo lugar de siempre. En esa banca del parque que conocía tan bien nuestra historia, porque ahí la conocí, porque ahí la hice mía en medio de la noche; le divertía la idea de poder ser descubiertos, tal vez siempre fue una mujer fácil y exhibicionista. Era un demonio, me hacía pecar. Las voces me incitaron, me recordaron todo y me convencieron de hacerlo, de acabar con todo.

Aguarde detrás del árbol y vi su figura llegar, su hermosa silueta, sus labios rojos, esos ojos que pueden ver tu alma. Di el golpe mortal, un solo martillazo a la cabeza, seco. La sangre mezclándose con el rojo de sus labios. Nunca se vio más hermosa y nunca me sentí mas enamorado, más libre. El viento lo celebro conmigo meciendo las hojas de los arboles, una brisa de celebración.

El resto ustedes lo saben, de no ser así no estaría aquí y no les estaría contado esto. ¿Ven como lo merecía? Silencio… el viento dice que es momento de dormir. Cierren la puerta a su salida, ángeles blancos, los veré mañana y les contaremos más de ella. Las voces saben sus secretos, me recuerdan todo el tiempo la historia, la susurran una y mil veces… las voces me mintieron, no me dejan olvidarla.

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