Sí, puedo darte un millón de explicaciones, el tráfico de la ciudad, quedé atrapado en una de tantas manifestaciones que se dan en este país y la inseguridad me impide sacar mi celular de forma tranquila para poderte llamar y decirte «Lo siento amor, no me esperes».
Podría decirte que el metro tardó más de lo esperado o que se quedó parado por un largo tiempo en la misma estación de siempre; puedo decirte que un loco saltó a las vías y detuvieron el servicio. Decirte que tuve que caminar por horas porque sabes que sin el metro mi ruta se ve cortada y mi camino alargado, por eso no nos vimos ese día pues cuando llegué, tú ya dormías.
Puedo decirte que decidí irme en bicicleta, en patines o que tomé el autobús, que hubo un accidente y la conmoción hizo que me quedara ayudar. Puedo decirte que valientemente auxilié a todos o simplemente que se ponchó la llanta del vehículo y no me hacía parada ningún taxi.
Podría excusarme con el trabajo y decir que se alargó la junta o simplemente decir la verdad, decirte que caminé a paso lento porque no tenía ganas de llegar. Decirte que lo nuestro cada vez me cansa más, que todo empieza a irse al diablo.
La verdad es que todo terminó, que vengo de otra cama, que encontré a alguien en el camino; a quien sea, a mi ex. Que curiosamente pasamos por un motel y me perdí en sus brazos, que no pensé en ti.
Quiero hacerlo, quiero verte llorar y mirarme con confusión. Quiero que me odies, que te enceles, que sospeches. Por eso llegué tarde, porque ya no aguanto verte y tener que inventar historias para ver si me sigues creyendo.
Lo siento, quiero que me odies y no dejes de amarme al mismo tiempo. Quiero dejarte y no puedo soltarte, porque nuestro amor es demasiado complejo. Me cansa tu perfección y al mismo tiempo me embriaga.
Sigo enloqueciéndome de amor cuando te veo ante mí. Por favor, tú nunca llegues tarde.