A diario se registran en los medios, y se transmiten por docenas, casos y casos de violencia contra la mujer. El hecho en sí, genera profundo rechazo en todos los círculos de la sociedad y quien es descubierto o señalado de atentar contra la integridad física o emocional de cualquier miembro del género femenino, es fuertemente juzgado y a menudo rechazado. Es apenas lógico; las sociedades en América Latina, tienen una fuerte tendencia hacia el machismo, y la mujer es a menudo vista como el sexo débil, y para el hombre en este caso, representa el atentar contra el bienestar de alguien que está en condiciones de inferioridad física frente a él, por lo que encaja en el popular “aprovecharse de uno más débil”.
Pero ¿qué pasa cuando es la mujer la que incurre en maltratos físicos y psicológicos para con su pareja?
Recientemente he sido testigo de un caso en particular, en donde la mujer (menos de 1.60, delgada y aparentemente inofensiva) arremetió contra su pareja y en un sitio público. La situación en específico, originada por un episodio de celos, terminó en que esta fémina atacó al hombre causándole una herida no grave, pero si considerable, además de ocasionar daños en propiedades físicas. ¿el resultado? Ella en su casa, molesta y sin consecuencia alguna del incidente, mientras su pareja debe sanar sus heridas, y correr con los gastos de reponer sus efectos personales.
Lo indignante del asunto, además de las lesiones personales y la consiguiente pérdida de dinero en la reposición de sus cosas, es el hecho de que la mayoría de las mujeres, justifica el proceder de su congénere bajo la premisa de “es que si uno los ataca es porque se lo merecen o es en defensa propia”, y se lo he escuchado a cualquier cantidad de damas. “¿se lo merecen?”, es que acaso pregunto yo, ¿los hombres no son individuos igualmente humanos, que merecen el mismo respeto y los mismos derechos?, o es que las mujeres por ser mujeres ¿están en su derecho de atacar y lastimar a otro ser humano sin consecuencia alguna al respecto? Se los digo en serio, si la situación hubiera sido al revés, el hombre hubiera sido durísimamente juzgado, probablemente encarcelado y procesado y señalado por el dedo implacable, de la sociedad, pero la mujer en su aparente estado de inferioridad e indefensión, tiene una especie de patente de corso, para este tipo de actuaciones, que de algún modo, la sociedad no señala de la misma forma, ni juzga con la misma dureza.
Mucho se ha hablado sobre lo convenientes que suelen ser las mujeres en el tema de la liberación femenina, y particularmente estoy de acuerdo, no se vale que los hombres deban gastar siempre, defenderlas siempre y hacerse cargo de la mayoría de situaciones, pero menos se vale aún que una mujer se aproveche de su condición de género para lastimar a un hombre y que no deba enfrentar al respecto ninguna consecuencia.
Excelente artículo
Real, conozco mujeres que ejercen violencia no solo física sino psicológica con sus parejas; los menosprecian y eso hiere más que un golpe. Y pues sí, tristemente a muchas mujeres cuando les conviene son «el sexo débil» y cuando no entonces exigen ser tratadas como iguales.
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