La vecina…


Mario se encontraba en su departamento, se sentía un poco agobiado por todo lo que estaba sucediendo, los pensamientos en su cabeza se revolvían y lo confundían aún más; el simple hecho de saber que el asesino ya pensaba en él desde hacía tiempo lo perturbaba aún más. Sin saber qué hacer, decidió beber un poco de whisky, después de todo, buscaba relajarse y despejar su mente.

Se levantó para ir a su mini-bar, quería relajarse de todo el estrés que le causaba pensar en la identidad del asesino, así que sacó una botella de whisky, una de sus más preciadas colecciones y se disponía a servirse un vaso, cuando escuchó el timbre de su puerta, no se imaginaba quién podía ser, casi no convivía con los vecinos, apenas y los conocía, no era muy bueno en llevar ese tipo de relaciones interpersonales. Se asomó por la mirilla de la puerta sólo para que su semblante cambiara, y se alegrara.

Era Sara, la encargada de la administración de los condominios. Vestía un blusón de manga larga azul con rayas grises ligeramente escotado, mallas azul marino, botas cafés hasta la rodilla, torerita de mezclilla, una bufanda gris y un bolso pequeño color café claro. Le gustaba combinar su ropa y siempre se veía bien. Sara era una joven de veintitrés años, delgada, tez blanca, cabello negro, ojos grandes y oscuros, labios rojos y suaves, nariz promedio, un poco bajita, busto pequeño pero firme, caderas anchas, piernas torneadas, una voz delgada y sensual; una chica que encajaba en el estereotipo de la universitaria sensual que causa atracción a compañeros y docentes. Llevaba un folder con varios papeles, sin pensarlo mucho Mario decidió abrir la puerta.

-¡Hola Sara! ¿Cómo estás?- dijo Mario con tono alegre mientras abría la puerta para poder admirarla de cuerpo completo, cosa que disfrutaba mucho.

-Muy bien, y tu ¿Cómo estás?- preguntó esbozando una sonrisa bastante coqueta al mismo tiempo que jugaba con su cabello y se recargaba en el marco de la puerta.

-Pues he tenido mejores días, jeje, dime, ¿A qué debo la presencia de tan honorable belleza en la puerta de mi casa?- dijo el detective mientras posaba su brazo izquierdo en el marco de la puerta para quedar a la altura de los ojos de la bella dama.

-Vengo para que platiquemos sobre el nuevo reglamento del edificio, quiero discutir algunos puntos contigo- dijo en un tono serio pero siempre dibujando sonrisas y coqueteando con su interlocutor.

-Está bien, pasa, siéntete como en tu casa- abrió completamente la puerta, retiro su brazo del marco de la misma, se hizo a un lado para dejar pasar a la hermosa dama, al tiempo que ella caminaba hacia la sala él admiraba su escultural cuerpo, su anchas caderas contoneándose al ritmo de su caminar, cerró la puerta vigilando que nadie más viera lo que acababa de suceder.

-¿Esperabas a alguien?- preguntó Sara al notar que su anfitrión estaba dispuesto a servir whisky.

-No, para nada- contestó rápidamente- lo que pasa es que me iba a servir un trago para aclarar un poco mi mente por el trabajo, pero ¿gustas que te sirva algo?

-Whisky está bien- dijo mientras se quitaba la bolsa del hombro y acomodaba los papeles en la mesa de centro para poder sentarse en el sillón principal, acomodarse y cruzar las piernas- con Ginger Ale por favor.

Mario preparaba las bebidas mientras en su cabeza trataba de idear una forma de pasar a otro nivel el tipo de relación que tenía con Sara, la encontraba bastante atractiva y no descartaba la opción de formalizar algo a pesar de que era menor que él.

Mientras lo hacía encendió el reproductor musical desde su teléfono, introdujo unas cuantas palabras, aparecieron varias imágenes de discos, seleccionó uno y eligió la opción “reproducir todo”; al tiempo que terminó de servir las bebidas se dirigió a acompañar a su visita quién se estaba quitando la bufanda para poder sentirse más a gusto aparte de que la temperatura en el departamento era más cálida que en el exterior por el aire acondicionado; justo terminó de hacerlo y los acordes melódicos de una guitarra sonaban armoniosamente, seguidos de las percusiones y el bajo, pero en un menor volumen.

Tomó asiento en el sillón conjunto a la hermosa dama que lo acompañaba, y se disponía a brindar con ella, pero alcanzó a ver que ella todavía sostenía el folder de papeles sobre sus piernas así que decidió preguntar por el contenido de tan misterioso legajo- ¿Y de qué es de lo que me querías hablar?

-Pues es acerca del nuevo reglamento de inquilinos, fíjate que le quiero hacer unas pequeñas modificaciones pero no sé si todos los vayan a aceptar, así que decidí concertarlos contigo primero- dijo con una voz un poco tímida y después bebió un poco de whisky para refrescar su garganta.

-Sabes que no soy de los que convive mucho con los demás inquilinos, sin que me lo tomes a grosería o falta de modales, ¿por qué me pides ayuda? Digo no me molesta sólo es una duda- se encontraba interesado en tan atractiva joven que para no confundirse decidió preguntarle cual era el motivo de que él participara en la votación y como es que ella pensaba recompensárselo.

-Pues…- titubeó un poco, se sentía apenada- pues como tú eres el dueño del penthouse tu voto siempre ha valido cerca de la mitad de la votación, podríamos decir que un 45%, el administrador tiene, entre comillas, el 20% por su función, así que si consigo tu aprobación ya solo tendré que exponer los puntos a los demás inquilinos, pero no importará mucho si están de acuerdo o no, ya tengo más del 50% de los votos y eso automáticamente los hará validos- esbozó una sonrisa un tanto maquiavélica, pero que al mismo tiempo Mario encontró atractiva.

-Vaya no me imagine que fueras de pensamientos tan malévolos sólo para obtener lo que deseas- dijo con cierto tono de asombro, pero cada vez la encontraba más interesante, más atraído por ella.

-Pues a veces hay que ser malo para obtener cosas buenas, digo, no siempre verdad, pero si eres bueno todo el tiempo muchas veces llegan a abusar de ti y te pisotean para lograr sus objetivos, créeme que eso no es nada agradable.

-Tienes razón, a ver dime, ¿Qué otros puntos hay en la agenda?- dijo muy interesado, sólo que su interés iba encaminado a idear una forma de cobrarle el favor por obtener su apoyo.

-La verdad es que se nota que ya tienes todo perfectamente pensado y estructurado- Mario se sorprendió al ver que Sara ya había pensado hasta en el más mínimo detalle, y le atraía la dedicación con la que se desenvolvía en el papel de administradora del edificio.

-Deja me quito la torerita, es que ya me empezó a dar calor con el whisky, jeje- su risa tímida y el acto de despojarse de una de sus prendas hacia que su anfitrión comenzara a excitarse poco a poco- se sirvió más whisky y le dio un pequeño sorbo- tengo que confesarte que siempre había quedado inconforme con las administraciones anteriores así que ansiaba mi turno para poder cambiar un poco las cosas- volvió a beber de su whisky, de un trago más logró terminárselo y se dispuso a servirse de nuevo- digo, a todos nos conviene que la administración haga algo por los demás, después de todo, cada inquilino aporta dinero, y que mejor que ese dinero se vea reflejado en acciones tales como remodelación de algunas áreas del condominio, seguridad y algunos servicios extra para los inquilinos, ¿no es así?- terminó de hablar y bebió un poco de su recién servido trago, sólo para refrescar sus labios.

-Tienes razón, bueno y ¿en dónde firmo para que puedas hacer valer mi voto?- dijo el anfitrión, una vez más sonriendo pero esta vez se acercó un poco a la dama para observar su reacción, pero aún sin sentarse a su lado, estaba siendo cauteloso con sus movimientos.

-Ok, espera, déjame buscar una pluma dentro de mi bolso- Sara giró hacia su izquierda un poco para poder alcanzar su pequeño bolso café, en ese momento Mario decidió por fin sentarse junto a ella, esta vez ya había pensado su siguiente movimiento.

-Mira acabo de…- Mario no la dejo terminó de hablar, le había robado un beso justo cuando ella regresaba a su postura anterior y giraba el rostro para verlo de frente- ¿Por qué hiciste eso?- preguntó sonriéndole a su anfitrión.

-¿La verdad?- dijo Mario con un tono de sensualidad en su voz Sara sólo se limitó a asentir con la cabeza- porque me gustas mucho, y sólo lo hice, no lo pensé- cambio su tono de sensualidad por un tono de timidez y un ligero toque de arrepentimiento.

Fuente:http://sexx-tasy.tumblr.com/archive
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-Pues…- hizo una breve pausa, mientras cerraba los ojos tímidamente, y se con una mano se acomodaba el cabello detrás de la oreja- yo también te voy a confesar algo. Me gustó que lo hayas hecho, pero lo que sí tengo que decir es que no me gustó que me hayas robado el beso, ¡así que ahora me lo regresas!- se lanzó sobre Mario para besarlo con enjundia.

Él no desaprovechó la oportunidad y comenzó a besarla mientras la tomaba de la cintura y las caderas para acomodarla bien sobre su regazo y tenerla totalmente de frente hacia él para poder estar más cómodo al momento de acariciarla y besarla. Sara se sostenía del respaldo del sofá mientras hacía un pequeño y sutil movimiento de vaivén para aumentar la pasión que se empezaba a desatar en la habitación.

Fuente: http://sexx-tasy.tumblr.com/post/55680034380
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Mario decidió que era momento de pasar a otro nivel, así que comenzó por acariciar los muslos de Sara de afuera hacia adentro y de las rodillas hacia la cintura con las palmas de sus manos pero sin dejar de besarla, poco a poco le iba levantando el blusón, cuando éste estaba a la altura de la cintura se dio cuenta que no eran mayas lo que llevaba Sara, eran medias sujetadas a un liguero en un tono azul más oscuro que el marino, un neroazzurro como dirían los italianos, tenía unos pequeños adornos en color negro, dejó al descubierto parte de los muslos torneados de la administradora al igual que parte de sus blancas nalgas ya que vestía una tanga color negro para combinar con el liguero, cosa que le atrajo más al detective así que comenzó a besarla con mayor intensidad y le daba pequeños mordiscos en los labios. Ella tampoco pensaba dejarlo con toda la ropa puesta así que empezó  a besarle el cuello mientras le desabotonaba la camisa para poder acariciar sus pectorales, no poseía un cuerpo atlético pero era delgado sin ser un tipo escuálido, la frase de Germán Valdés le quedaba perfecto: “ni muy muy, ni tan tan”. Se soltó del sofá para poder desprender a su anfitrión de la camisa, lo hizo lentamente mientras se observaban con miradas traviesas, Sara acarició los hombros, la espalda (enterrando un poco las uñas) y los brazos logrando ver el tatuaje que tenia ese hombre a quien se estaba entregando, una cruz en la parte interna del antebrazo izquierdo, no imaginaba que fuera muy religioso, pero en ese momento no le tomó mucha importancia, ya que él volvió a besarle el cuello con pequeños mordiscos; logró despojarlo de su camisa para poder después poner la mano sobre la entrepierna sintiendo la excitación de Mario crecer con cada caricia que ambos intercambiaban.

Fuente: http://sexx-tasy.tumblr.com/image/55172886765
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Él le terminó de quitar el blusón y la comenzó a besar por el cuello, tomándola de la espalda y de las nalgas con una mano en cada lado respectivamente. Sara le besaba la oreja, se sostenía con la mano que tenia libre de la nuca de su aún anfitrión, la otra mano seguía ocupada, esta vez tratando de desabrochar el cinturón y el pantalón sin usar la mirada, la cual por cierto tenía fijada en el techo de la excitación que comenzaba a sentir, Mario pensó en acariciarle los senos de manera suave y delicada, así que le desabrochó el sostén y cuando empezaba a besarle el pecho aprovechó para quitárselo con los dientes, dejando al aire los pequeños pero firmes senos de la administradora del edificio. Con la mano que había soltado el sujetador frotaba el pezón del seno derecho con las yemas de los dedos, todo esto mientras le besaba el izquierdo con sutileza. Ella aceleró el ritmo del vaivén que había empezado hacer minutos atrás; él cada vez la tomaba con más fuerza de los glúteos, la soltaba y la volvía a sujetar yendo cada vez más hacia el centro para hacerle a un lado la tanga y poder acercarse cada vez más a su entrepierna por detrás, quería hacerlo de una manera delicada, pero sobre todo no tenía intención alguna de romper el encanto del momento. Sara ya había logrado desabrochar el cinturón y el pantalón de Mario, tenía la mano en su entrepierna acariciándolo lentamente

Ella le sonrió y lo besó pero de una manera no tan apasionada ni de lujuria, más bien con un sentimiento de cariño o amor lo cual él comprendió y decidió actuar.

Con la mano ya posada en el sexo de Sara, la cargó ligeramente para recostarla en el sofá, aventó los pápeles y el folder que ella llevó para firmar, en ese momento eso ya no eran relevantes, los arrojó sin importarle cómo y en dónde cayeran, recostó a la dama sin dejar de besarla, recorrió su cuerpo a besos y chupetones; los labios, el cuello, los senos, el ombligo, los brazos, los muslos; ella no podía hacer otra cosa más que dejarse complacer y acariciar los cabellos de Mario, quien no dejaba de acariciarle y frotarle la entrepierna por encima de la ropa interior para excitarla más y más, lo hacía lentamente para observar los gestos de Sara, ver como arqueaba la espalda, sujetaba la tela del sofá; escuchaba sus gemidos, su respiración jadeante, sintiendo como ella estaba lista para ser suya como él quisiera. Mario dejó de besarla por un momento para empezar a hacerlo de nuevo desde los pies, de una manera sensual, le besó el empeine, para ir subiendo por la pantorrilla, pasando por sus rodillas haciendo pequeños círculos en la parte posterior, lamió un poco los blancos muslos de Sara, yendo cada vez más hacia dentro, la mordía un poco para escucharla exclamar levemente “oh” después de pasar por la parte interna de los muslos cerca de la ingle se detuvo un momento para poder retirar la tanga y aventarla junto con la demás ropa. En ese momento cruzaron miradas y se volvieron a besar; la música subió de ritmo como si supiera lo que estaba pasando, dos seres uniendo sus cuerpos en uno solo a plena luz del día, exhibiendo la atracción que sentía un ser por el otro…

Fuente: http://sexx-tasy.tumblr.com/image/51013611507
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Giovanni Carrada
Giovanni Carrada
Comunicólogo. Pocos como yo. (En todos los sentidos) La razón sobre el sentimiento. Algunos dicen que me gusta ser tan exacto que debí haber sido ingeniero o médico. Pero amo mi carrera y lo que hago, no lo cambiaría ni en un millón de vidas.

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