Hoy regreso de nuevo a dedicarles algunas palabras acerca de todo y nada. Me fui por varias semanas a tomar un descanso, para replantearme los caminos que se presentan en este tiempo nuevo y saber para donde viajar. Me encontré que el mundo es como una bola de estambre, los hilos que la forman son los hilos de la vida. Estos se entretejen y veo que pasan unos de otros por encima, unos se cruzan y hay otros que ni se tocan. Pero si le das vuelta a la madeja, entonces todos los hilos cambian su rumbo haciendo giros de noventa grados; entonces los que iban por encima pueden quedar en el centro y formar nuevos universos, y aquéllos que iban tan cercanos se alejan del centro y entonces quedan los desconocidos que pueden ser los que formen lazos para siempre.
Aprendí que de esos hilos de vida hay que romper o cortar los que causan dolor, dejar atrás los ciclos que llegaron a su fin por millones de razones y dar la bienvenida a los cruces nuevos. Creo que todo eso ayuda a ser más claros en quién somos, que eso ayuda a tener un espíritu libre para empezar a tomar rumbos. La libertad da como resultado que la vida gire hacia otros rumbos, que se vaya gente que no deseas, que llegue gente a dar nuevos aires y que se afiance la gente que estará para siempre en la vida, con todo y sus bemoles, dando todo su apoyo y su cariño.
Pasan las décadas y en cada una se viven experiencias que marcan cambios, que dan armas para la siguiente. Mi hilo de vida cambió y ahora mi madeja dio un giro para tomar la opción de vivir, para tomar la vida más amable y encontrar las cosas, personas, momentos o lo que sea que me haga sentir el placer de vivir.
Regreso con mucho entusiasmo a dedicar palabras a los lectores. Les deseo un año de grandes cosas.
Alejandra Olson