Te ríes cuando te lo digo,
pero me exiges creer cuando las palabras vienen de ti.
«Me salvaste» son nuestras palabras,
nuestra declaración de amor.
De mí mismo, del mundo,
todo lo que me aterraba es ahora pequeño,
no es nada.
No me cambiaste,
me hiciste fuerte,
me haces valiente con cada abrazo.
Sé que todo estará bien,
todo está mejor desde que te encontré,
¿o me encontraste?
Me salvaste
de mis miedos, de mis dudas,
del fantasma del adiós.
No eres mi mundo,
pero eres lo mejor en él,
y gracias a ti, no me asusta.
No soy tu princesa,
no eres el príncipe azul,
pero me salvaste de un feroz dragón:
el temor al amor.