Otra botella de vino y nos ponemos a divagar, sobre todo y sobre nada. Tumbados en el sofá platicamos de lo loco que esta el clima, de lo fugaz que es la vida y de todo lo que nadie se imagina. Filosofamos como si supiéramos de lo que hablamos y somos insistentes en que solo ciertas cosas pueden volverte inmortal.
Escribirte te hace inmortal, procura enamorarme para llevarte a los textos. Procuramos hablar sin mirarnos a los ojos para no perdernos, copa a copa procuramos no hablar de amor, no hacernos daño.
Tomas mi mano y yo busco que mis dedos jueguen con tu cabello; me acercas para fundirnos en un abrazo, sin contacto visual y eso le da más magia al momento. Existe un mensaje de sentimientos, que cobardes somos al no aceptarlo así.
Sin títulos, sin rodeos, somos lo que somos en este momento. Siento que tú me mereces, te merezco, podría llevarte a las estrellas sin miedo; no sé si sería un desastre o una locura pero seríamos arte.
Busco tus ojos y huyes de mi mirada, sabes que si se encuentran no podremos dejar de vernos. ¿Sabes qué si es un desastre y una locura? Querer huir de esto, no hallar la manera de besarnos. No poder perdernos más que en la gama de palabras y la poesía que hacen tus pensamientos y las mariposas que siento.
Tú sabes y yo sé en qué un momento será inevitable mirarnos, acercarnos y besarnos. Creo que hacemos en el amor con la mirada, sin necesidad de nada, con solo perderme en tus ojos claros ya fui tuya un millón de veces. Así es esto, así somos.
Sabes que aceptaste la botella de vino, sabes que fue un pretexto para estar contigo. No soy así, tú me haces diferente y eso me gusta. No estamos ebrios, de hecho ambos sabemos que hemos hecho trampa vertiendo el líquido en pasto esperando que la noche nos cubriera.
Aún así estamos como nunca, abrazados, escondiendo nuestros ojos para que no hagan contacto. Pidiéndole a la noche que no se acabe, pidiendo valor para decir todo lo que estamos callando. Valor para besarnos y entregarnos como tantas veces lo hemos estado soñando.