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Crítica: Turning Red, en la que Disney quiere hablar de desarrollo y pubertad femenina

turning red

En los últimos años, a través de las redes sociales, el público (o una parte de él) ha estado volcado exigiendo a Disney mayor representación en cuanto a la diversidad de género y preferencias sexuales entre los personajes de sus películas. El público, bien sea defendiendo la idea o tratando por todos los medios de que no suceda, ha estado tan inmerso en el tema, que se ha olvidado de debatir sobre otros que, hasta el momento, habían sido también tabú dentro de la empresa de Mickey Mouse. Es por eso que, cuando vemos Turning Red y descubrimos que Disney, por sí mismo, ha decidido hacer una película sobre la pubertad, resulta impactante y doblemente gratificante.

No solo eso, es que la película Red es una alegoría a la diversidad y representación en si misma. Puesto que su personaje principal es una niña chino-canadiense de trece años. Mientras que la película es la primera cinta animada de Disney en ser enteramente dirigida y escrita por mujeres. Gracias a su historia y la ejecución de la misma a través de detalles y metáforas, Turning Red es una de las mejores películas de Disney en los últimos años y hoy hablaremos de ella.

¿De qué trata Turning Red?

Turning Red se centra en Mei Lin, una niña de trece años que vive en Toronto y cuyo único objetivo en su vida en honrar a su padre y a su sobreprotectora madre. Un día, cuando descubre que “algo en ella está cambiando”, la vergüenza de deshonrar a sus padres, hace que se convierta en un panda rojo, literalmente. Una especie de «maldición» que ha caído sobre todas las mujeres de su familia, desde sus ancestros, y que a partir de ahora debe aprender a controlar y convivir con él hasta que pueda liberarse de este.

 “Soy un enorme monstruo rojo»

Después de descubrir en lo que se ha convertido, lo primero que Mei Lin le exclama a su mamá es «Soy un enorme monstruo rojo«. Y aunque vemos a Mei convertirse en una enorme y peluda bestia, el concepto del panda rojo no es más que una metáfora para hablar de la menstruación. De hecho, la mamá de Mei Lin, comprende tal expresión como esto y corre a ayudar a su hija dotándola de vitaminas, analgésicos y toallas sanitarias, para luego decirle no «todo estará bien«, porque la menstruación «es algo completamente normal» .

Y aunque muchas veces hemos enviado a Disney al paredón de los acusados por hacer menos de lo que el cree que está haciendo con la diversidad de género (incluyendo personajes LGTBQ extras, que no tienen ninguna influencia en las tramas principales), también hay que reconocer lo bien que ha abordado el tema de la pubertad y el desarrollo femenino en la película. Porque lo ha normalizado completamente. Tanto, que resulta sorprendente ver como después de décadas estigmatizando la menstruación en el cine, sea una película animada, para niños y de Disney, la que traiga el tema a conversación, y que lo haga de una forma tan natural, como debe ser, con la mamá de Mei Lin diciendo que es algo normal (y lo es) e incluso mostrando paquetitos de toallas femeninas en pantalla.

De hecho, la pubertad es el tema central de la película pero como está dirigida a niños, es disfrazada con tintes de fantasía a través de la cultura ancestral china. La maldición del Panda Rojo casualmente aparece cuando las mujeres dentro de la familia empiezan esa torrencial transformación de niña a mujer, donde tienen que definirse finalmente como personas. No es casualidad que tanto Mei Lin como su madre hayan liberado el panda a la vez que empiezan a sentir una «inusual» atracción por los chicos, lo que desencadena una pelea con sus respectivas madres.

Mei Lin descubre que su mamá no es su amiga, por eso no puede ser completamente ella misma cuando están juntas. Pero es su mamá y esa es la dinámica entre ellas, pese a no cumplir perfectamente una con las perspectivas de la otra, ambas se seguirán amando porque eso hace precisamente que el amor entre madre e hija sea incondicional.

Una infancia millennial

Me parece interesante que la película esté ambientada concretamente en 2002, lo que convierte a Mei Lin en una millennial. Desde mi punto de vista, es una manera inteligente de atraer también la atención de un público más adulto (entre los treinta y veinte años), principalmente los millennials, una generación que se ha caracterizado por el apego a la nostalgia y que no podrá resistirse a algunos detalles dentro de la historia como el tamagatchi de Mei Lin o su eufórico fanatismo por la ficticia boy band 4*Town, clara alegoría a las bandas más populares de los 2000 y 2010 como Back Street Boys, N Sync e incluso Jonas Brothers.

La riqueza está en los detalles

Hablando precisamente de 4-Town, la boy band tiene una presencia resonante durante toda la historia. Es un acierto que Disney haya apostado por contratar cantautores para componer e interpretar diversos temas que se escuchan durante toda la película, como It’s Gonna Be Me, que realmente recuerda al icónico sonido de las bandas más famosas a principios de siglo. Para ello han contado con Billie Elish en la composición y su hermano Phinneas O’Connell en la composición e interpretación, junto a Jordan Fisher, actor conocido por su trabajo en Hamilton.

Además de todo esto, la película cuenta con una enorme apuesta visual, tanto en fotografía como diseño de producción y montaje. Basta un par de planos para contarnos que la historia está ambientada en la ciudad china de Toronto, a principios de siglo.

Turning Red es, en esencia, una coming of age que respeta, valoriza y busca comprender los conflictos de su personaje principal, no solo los expone. El crecimiento y madurez de Mei Lin a lo largo de la hora y media de película es uno de los mejores arcos narrativos de personajes que he visto en los últimos años. Se nota la entrega y disposición de todos los que intervinieron en la película.

La película es ciertamente entretenida y aleccionadora, tanto para grandes como pare pequeños. Así que es perfecta para ver en familia.

Turning Red está disponible en Disney+

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