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Crítica de Minari: el sueño americano (y sus altibajos)

critica minari
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En 2015 las alarmas de todo Hollywood se encendieron cuando los 20 actores nominados al Oscar eran blancos. Se acusó a la Academia de xenófoba, racista, entre otras cosas. Pero pronto se llegó al consenso de que la Academia no podía nominar películas sobre minorías si Hollywood no producía películas sobre minorías. Aquel revuelo llegó tardío pero fue necesario. A partir del año siguiente empezaron a llegar cintas como Moonlight, Figuras Ocultas, Get Out, Roma y Parásitos, la ganadora más reciente. En pocas palabras, si no hubiese sido por aquel punto de quiebre hace seis años, hoy la película Minari (2021, dir. Lee Isaac Chung) no estaría nominada o jamás hubiese recibido luz verde.

De hecho, el cine asiático dentro de Estados Unidos ha crecido ricamente en los últimos años. Desde la notable The Farewell de Lulu Wang hasta la encantadora Crazy Rich Asians o incluso el triunfo de Parásitos en los Oscar (una producción netamente surcoreana). Parece que cada una es más personal que el anterior, y Minari es otra gran entrada en ese canon.

Minari, nominada a mejor película en los premios Oscar 2021,  es un drama familiar bellamente contado sobre perseguir el sueño americano y todos los costos y la belleza que ello conlleva. Se trata de una historia en parte divertida y en parte desgarradora.

Minari sinopsis

La historia gira en torno a Jacob (Steven Yeun) y Mónica (Han Ye-ri) y sus dos hijos, Anne y David, que se mudan a Arkansas porque Jacob quiere empezar a trabajar su propia tierra. Con la esperanza de construir una granja y cultivar verduras coreanas para la población inmigrante de su país, Jacob empieza a tambalearse en una delgada línea entre sus aspiraciones y su vida personal, donde Mónica no confía demasiado en sus sueños y solo quiere que la salud de David sea una prioridad.

Dirigida por Lee Isaac Chung, la película refleja mucho sobre las luchas de una familia inmigrante, que espera vivir un sueño americano que tiene más bajos que altos.

Un drama como la vida misma

Aunque la trama suena como si pudiera entrar en terrenos melodramáticos, en realidad nunca llega allí. Y no lo hace porque se trata de un relato orgánico que, al igual que la vida misma, está impregnado de momentos duros y momentos reconfortantes.

Hay mucha calidez y vida en Minari. Chung basa la película en algo real, ya que es su propia experiencia. Su avatar en la película, un niño llamado David, tiene una enfermedad cardíaca. Sus padres pelean mucho. Viven en un remolque que gotea cuando llueve. La finca tiene problemas de agua, la familia está desesperada por dinero. E incluso los vemos sufrir de microagresiones racistas que, al igual que el resto de la historia, se sienten verídicas.

Minari explora la identidad frente a la lucha y el cambio. Jacob y Mónica llegaron a Estados Unidos para buscar una vida mejor. Jacob todavía busca eso. Siente que está destinado a algo más. Que se lo debe a su familia para tener éxito. Mónica lucha por encontrar un lugar en el sueño de Jacob y en la ciudad en la que se establecen. Soonja aprende a ser una «abuela de verdad» para David, un niño ‘americanizado’ que quiere que su abuela hornee galletas y no diga groserías como las abuelas de los demás niños.

Esta es una película que te cautiva por su dulzura y su toque cómico (algunas de las escenas de David y Soonja se quedarán presentes en la memoria colectiva del mundo cinéfilo por años), pero te mantiene con sus temas y personajes ricamente complejos.

La belleza dentro del caos

La película a veces se siente punzante y otras pacífica. Si bien puedes ver el mundo de Jacob y Mónica desmoronarse, la belleza que se vislumbra en el diseño de producción, los planos y los paisajes de fondos es una adición impecable a la construcción de la cinta. Quizás el director de fotografía Lachlan Milne merece una mención aquí por traer la estética de la década de 1980 a las tierras áridas de Arkansas, de la manera más encantadora.

Además, una mención digna al compositor de música de la película, Emile Mosseri, por hacer de la música una parte relevante en la composición de los personaje, ya que a través de esta narra el estado de ánimo de todos. Se siente como si la música estuviera compuesta por los ojos de David y Sonja: es inocente, alegre y esperanzadora.

El título de la película describe la fe de la familia, así como las minari plantadas por Soonja que crecen en abundancia lejos de su tierra natal, al igual que esta familia de cinco.

Minari está lleno de incidentes e incluso un poco de melodrama. Pero sobre todo es tranquila, reservada y ensalza las virtudes del trabajo duro, la fe y la familia frente a las dificultades de la vida. Con excelentes actuaciones de Steven Yeun de The Walking Dead y la veterana actriz coreana Yuh-Jung Youn como la Abuela, Minari es una historia con una perspectiva diferente y una mirada refrescante a las frustraciones y sacrificios que conlleva conseguir ese sueño americano.

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