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Categoría: Relatos & Cuentos

¿Te gusta leer? Aquí encontrarás cartas de amor, relatos reales y ficticios, también algunos cuentos cortos escritos por los autores de NeoStuff

  • Una carta

    Una carta

    Una carta arribó sin remitente a su departamento esa mañana cuando ella estaba en la oficina. El cartero la deslizó por debajo de la puerta.

    En la tarde regresó a casa desganada, cargaba varias bolsas de distintas farmacias que contenían dotaciones generosas de Xanax, Valium y Rivotril.

    Recogió el sobre sin prestarle demasiada atención. Sería alguna factura más que pagar.

    Tomó la botella de vodka de la estantería y se dirigió a la mesa, comenzó sacando las pastillas de su empaque, tranquilamente, no había por qué apurarse. Formó figuras geométricas con ellas, como hipnotizada por los colores y las formas.

    Bebió un trago directo de la botella, no había necesidad de ensuciar trastes hoy. Era el momento de acabar con todo de una maldita vez. Al diablo ese trabajo aburrido y esa recua de imbéciles que apenas soportaba. Y la familia ¡Por amor de Dios! ¿Qué insistencia con opinar de su vida? Que si es soltera, que si pasa los treinta…

    Y el amor ¡Que estupidez el amor! Nadie nunca le hizo sentir mariposas en el estómago… Y el sexo ¡que sobrevalorado este asunto! Ningún hombre la llevó al límite, una vida sin orgasmos, y los filtreos con mujeres nunca la llevaron a más.

    Da otro trago y comienza a tragar una pastilla tras otras… pausada, no hay prisa hoy… en la tercera sintió la pesadez de los parpados, y aún consiente pensó en la carta. ¿Una carta, quien utiliza el correo hoy?

    Había algo familiar en la letra, que en su aturdimiento no alcanzaba a reconocer. Veía el sobre curiosa. No tiene remitente. Aunque el sueño era pesado ya, abrió el sobre y leyó la única línea escrita.

    Volvió a leerla y soltó una lágrima. Lo hizo de nuevo y sonrió. Se levantó de la silla y se dirigió a la cocina, regresó con un bote de basura, tiró medicamentos y el destilado. Fue al baño y se indujo el vómito. Se lavó la cara y se fue a dormir. Llorando se fue a la cama y durmió profunda y placenteramente.

    Sobre la mesa una carta escrita con su letra le decía: “sé que lo quieres hacer, hoy no lo hagas, todo llega”. Una carta fechada en el futuro.

  • La experiencia, sólo es experiencia – Relatos &  cuentos

    La experiencia, sólo es experiencia – Relatos & cuentos

     

    -¡Por Dios!, ¿dónde estaré?; Sólo recuerdo una turbulencia  ¿y ahora?, ahora la nada… Está todo oscuro, espeso y de por sí mi vista es una porquería. De haber tomado la carretera estaría sano y seguro. Pero… ¿Qué?, ¿quién anda ahí?

    -Muy buenas noches señor. ¿La casualidad lo trajo por aquí? Es una extrañeza encontrarlo por estos rumbos. Sin embargo, creo en las casualidades como hechos divinos.

    -Usted es… ¿Quién?, ¿de dónde salió?, ¿a estas horas?

    – Las bondades de la vida traen a las personas por lugares insospechados, ¿no cree?; Mi nombre es Roberto ¿con quién tengo el gusto?

    -Este…soy Leonardo. Iba a Río de Janeiro pero mi avión chocó y no sé qué hacer. Fue horrible, apenas ayer hice las maletas con la esperanza de tener un buen viaje.

    – Ohh, ya lo veo. Sí, debería preocuparse. La selva tiene una seria venganza con los que usurpan sus territorios.

    -Pero, ¿cómo?, ¿no hay forma de salir de este sitio?

    -Por lo visto usted tiene poco conocimiento de las leyes naturales. Una vez mancillando los sitios sagrados es imposible burlarse de ellos.

    -Me asusta señor, yo sólo quiero buscar la forma de regresar a casa, o bien, llegar a Río, a un lugar seguro.

    -Sería favorable que construyera  algún refugio. También, que ejercitase las artes de la caza y recolección: necesitará alimento para sobrevivir. Entre otras cosas, un hogar cercano a un cuerpo acuífero…

    -¿No me escuchó?, ¡necesito salir de aquí!

    -Pero qué descortés, señor Leonardo. Está bien, está bien. Comprendo su desesperación aunque debo advertirle que los medios son poco fructíferos: lo ideal es resignarse a vivir en el corazón de la madre selva. Mucha gente llega como usted, horrorizada y sedienta de una salida, ¡para las ironías del cuerpo hambriento!

    -Entonces, eso quiere decir que hay una aldea cerca, mínimo para construir una balsa, un avión, ¡qué sé yo!, algún aparatejo para salir de aquí.

    -Temo decirle, mi estimado joven, que está equivocado. La gente que osa introducirse a las entrañas de la selva no sale. Por otra parte, jamás he vuelto a ver a los viajeros.

    -Esto es absurdo. ¿Cómo?, ¿tan mal está el sitio?

    -En su prisa por buscar escapatoria se pierden, ¿quién sabe? tal vez caen en las fauces de algún animal o despeñados por el inclemente relieve.

    -No lo puedo creer, ¡todo es tan extraño!

    -Por ello le recomiendo hacerse a la idea de que su nuevo hogar será la naturaleza: Si encuentra un escondrijo seguro, es posible que viva.

    -No, yo tengo que llegar a Río, ¡a mi casa!, ¡no me voy a resignar!

    -Veo que usted es perseverante. Aplaudo su valentía pero considere todos los peligros.  Por otra parte, si se atreve, hay una solución. ¿Ve las cavernas? Son las bocas de la tierra y, a su vez, el camino que lleva a todos lados.

    – Pero… suena peligroso. Me atemoriza esa idea.

    -Tiene razón, no se sabe lo que se puede encontrar en aquellos sitios: tal vez la muerte.

    Aunque, si me he ganado su confianza, yo podría ayudarle.

    -¡Sí!, ¡se lo pagaré!, ¡se lo pagaré con creces!

    -Ya lo creo, joven Leonardo, ya lo creo, y espero que así sea. Sígame, por aquí es la entrada.

    -¡Gracias, muchas gracias!

    -No me lo agradezca, joven, es un gusto.

    -Esto…si no es indiscreción, ¿por qué conoce el camino?

    -La experiencia, amigo Leonardo, sólo la experiencia cuenta.

  • Piensa en mí – Relatos & cuentos

    Piensa en mí – Relatos & cuentos

    Piensa en mí siempre amor, en todo lo que hagas durante el día, quiero ser parte de tu vida cada momento. Ser todo eso que añadas a tu vida incluso cuando no

    En ese susurro por la noche que se cuela por tu ventana espero escuches mi voz y entonces pienses en mí. Quiero ser el suave canto de la cigarra que con su melodía te arrulle al dormir y esa brisa que te acaricia antes de caer rendido tras un largo día. 

    Desearía ser ese soplo de aire que respiras, vital, necesario para tu existencia y sentir que soy parte de tu diario vivir. Quiero que salgas a la calle y me encuentres en el aroma de las flores, que ese sea el perfume que te haga pensar en mí. Que me tengas presente y escuches mi risa cuando pienses en algo gracioso que sabes bien me haría reír.

    Encuentrame amor en ese suspiro que se te escapa al despertar y anhelarme a tu lado, en el aroma del café por la mañana y la alarma que te recuerda que de nuevo se te ha hecho tarde para iniciar el día. 

    Cuenta los minutos para tenerme cerca, llenate de deseo y deja que tu emoción se haga evidente en tu voz cuando me llames pidiendo que ya no tarde.

    Piensa en mí al abrazar la almohada que aún tiene mi perfume, ten en mente todo lo que me provocas, eso que pasa cuando estamos juntos y como pierdes la razón cuando mi boca se apodera del lóbulo de tu oreja.

    Piensa en mí con el brillo de la luna, con esa mirada perdida en el destello de las estrellas y esa blusa que olvide aquella noche en el cajón. Piensa en mí, te pido amor piensa en mí, ten por seguro que yo pensaré en ti.

  • El extraño sonido en la memoria – Relato – Cuento

    El extraño sonido en la memoria – Relato – Cuento

    El extraño sonido en la memoria

    Hace unas horas percibí un extraño sonido en mi memoria. Si, era extraño porque ya lo había olvidado. Me había dado por tomarlo y meterlo en un cajón de la mesita de noche, después de haber sido mi compañero eterno, mi amante furtivo, mi condescendiente.

    Lo hallé junto a mí de nuevo, con la sonrisa enmarcada en los labios. Al principio lo ignoré como se ignoran a los viejos vecinos, pero lo tomé en cuenta después, como se toman en cuenta después a los nuevos vecinos.

    Me molestaba haciéndome sentir su nauseabunda presencia. Así que decidí deshacerme de él. Lo metería de nuevo al cajón pero esta vez sería definitivo: lo carbonizaría en el fuego.

    Eran medidas rudas para el sonido molesto. Me había entretenido durante meses haciéndome sentir importante, mostrándome ideas de lo que debía hacer. Se había apoderado de mi ligera voluntad con tan poco. Sentía como cada vez iba ostentando más poder sobre mis cabales. Así que se me ocurrió encerrarlo por un tiempo.

    En un inicio lo extrañé. Era cómodo tener quien solucionara las cosas, quien se lamentara por mis errores, quien me hiciera ver aciertos y fracasos. Pero me hartó con su sentido patriarcal, con la sensación de oráculo inminente, de protagonista inmortal. Mis razones para no volver a sacarlo se tornaron firmes pues empecé a conocer  la libertad. La invité a vivir en mi casa y todas esas razones se convirtieron en recuerdos, en susurros de la mente y finalmente en olvido.

    Por ello al levantarme esta mañana lo sentí extraño. Tardé mucho tiempo en recordar de donde provenía,  pero al hacerlo una cascada de ideas cayeron sobre mi mente. Y recordé todo.

    Me dieron choques  de temor. ¿Quién se creía para venir a hostigarme de nuevo? Yo no le había dado vida, el me había elegido a mí. Pero yo ya no quería elegirlo a él. Así que lo tomé y lo metí en el cajón. Encendí los leños de la fogata del salón y comencé a atizarlos. Es simple, pensé.

    Tomé el cubo de madera y lo arrojé sin dudarlo. Vi como las llamas empezaron a consumirlo, a desgarrarlo, a alimentarse y, finalmente, despreciaron las cenizas yéndose satisfechas.

    -Al menos no estaré sola- pensaba. Y sin embargo lo estaba. Cuando me percaté de ello busqué a la libertad por todos lados. Ya no se encontraba. Ni rastros de los colores que emitía, del dulce olor a hierba fresca que emanaba, ni luz, ni luna, ni nada.

    Entré en desesperación, en paroxismo. ¡Dónde está!, ¿Me habría abandonado? ¿Con qué razones? Estas y otras cosas pasaron por mi cabeza. Porque la soledad es más terrible que aquel sonido molesto. La soledad sin libertad trata con saña, con vileza, sin remordimiento. La libertad le da ese toque generoso a la soledad formando un estupendo dúo. ¿Pero ahora qué? ¿Quién me salvará de su terrible compañía?

    Entonces miré las cenizas del cubo. Ahí entre todas las partículas grises estaba los tenues colores de la libertad. Lastimada corrí a ver si habría forma de revertir lo hecho, de volver el tiempo porque mis buenos momentos se iban con ella. Pero no, muerta entre cenizas estaba.

    Y entonces comprendí que para poder vivir con la libertad tenía que vivir también con los sonidos  de la mente que resultaban molestos. Para poder vivir con la soledad necesitaba de la libertad. Y para poder vivir con ellos juntos, necesitaba de la tolerancia, la prudencia y otro par de buenos amigos  que había olvidado abrirles la puerta de mi casa.

  • Te miré – Relato & cuento

    Te miré – Relato & cuento

    Desperté ese día sintiendo que te quería más que nunca, como si de pronto te amará más de lo que alcanzaba a entender, ese momento en el que sabes que por fin todo tiene sentido. Esa sensación que te invade cuando todo lo que has vivido hasta ese momento cobra sentido porque habías estado esperando ese momento.

    Analice todas las relaciones pasadas como si con ello pudiera encontrar la razón por la que estaba ahora ahí, a tu lado, una persona tan diferente a lo convencional que había tenido hasta ese momento y me sentí fuera de mi zona conocida, extraña, fuera de lugar.

    Fue entonces que me llene de dudas, mi cabeza dio un millón de vueltas y de verdad me pregunte que estábamos haciendo, si era correcto o si en realidad quería estar ahí. Como si de un momento a otro no supiera que hacer porque por primera vez no podía predecir nada, no tenía el control ni la certeza de que en cualquier momento sería hora de terminar.

    Camine por la habitación sintiéndome atrapada, confieso que quise huir, olvidarme de todo y regresar a lo que era antes, un alma sola, sin dudas, «libre». Tan ensimismada, tan presa del miedo, como siempre que llegaba a este punto de la relación. Es verdad, quise empacar mis cosas; dejar una nota en la cama y salir corriendo por la puerta sin mirar atrás.

    No pude, gire el rostro y me tope con tu imagen, dormías plácidamente con un esbozo de sonrisa en tu rostro. Recordé todos los momentos que hasta ahora hemos vivido y descubrí como una sonrisa se dibujaba en mi rostro, esa que sólo tú provocas con esos chistes bobos que tanto me hacen reír.

    Suspire y tome tu mano, vino a mi mente la primera vez que tus dedos se entrelazaron con los míos. Me acomode a tu lado, no sé si lo presentiste pero me abrazaste haciéndome sentir totalmente segura. Deje todo de lado y me acurruque, así finalmente lo comprendí, estoy totalmente enamorada de ti y sí, es momento de dejarme ir.

  • Lo que tú me hacías sentir – Relato

    Lo que tú me hacías sentir – Relato

    Definitivamente te extraño, no puedo evitar extrañar tus ojos, tus labios y tus manos recorriendo mi cuerpo. Odio pensar en las miradas traviesas que nos conectaban cuando te encontraba en los pasillos, en la forma en la que ambos buscábamos rozar la mano del otro por «accidente».


    Quizá todos sabían que nos deseábamos, pero la cobardía de acercarnos nos hizo perder muchos momentos y alargar esos coqueteos que yo creía que no notabas. No niego que me encantó ser parte de ellos y haber tenido que armarme de valor en esa fiesta para acorralarte y robarte un beso, lento, como todo entre nosotros.


    Sé que nunca planteaste que fuésemos nada, pero atesore cada segundo a tu lado, cada mirada y esa forma en la que nuestros cuerpos se fusionaban al abrazarnos. Fue el primer error, suponer que sentías lo mismo que yo. El segundo fue pensar que mis brazos eran tu refugio y nuestros besos la promesa de algo eterno.


    Pero para mí era tan claro que temblabas entre mis brazos mientras hacíamos eso que tú llamabas sexo y yo denominaba amor. Tu entrega apasionada me confundió, me perdí en tus uñas arañándome la espalda y la manía que tenías por mordisquear mi labio inferior al besarnos.


    No sé, tal vez debí preguntar, dejar de soñar con eso que yo veía acabar en altar, una casa en el campo e hijos; eso que tú sólo planeabas hasta encontrar un reemplazo perfecto. Ese con el que te vi tan entregada la noche que entré a tu apartamento sin cita. 
    No lo tomes a mal, sé que no fue tu culpa, tú no fuiste la que «arruinó» todo con ese «te amo» que se escapó de mis labios esa noche mientras acariciaba tu cabello. 


    Hoy sé que hiciste bien en alejarte y no dejarme seguir con la historia que formaba en mi cabeza. Gracias por dejarme, por asesinar sin piedad lo que yo sentía por ti y liberarme de lo que nunca pudo ser. Sé que un día, sin darme cuenta, sin saber siquiera porque , alguien pronunciará tu nombre y yo no tendré ganas de salir corriendo a buscarte, así sin más te dejaré de extrañar.

  • Marina tiene cuenta de Facebook.

    Marina tiene cuenta de Facebook.

    niña

     

    Ella le insistió mucho a mamá para que la llevara a la plaza esa tarde. Se había portado muy bien, cumplió con sus deberes a tiempo y además ayudó a papá a bañar al perro.

    Mamá la apoyaba en todo, la lleva los sábados a la televisora local donde participaba en un programa infantil, era una “pequeña coach”, daba consejos a otros niños sobre cómo ser mejores cada día. Nadie se enorgullecía más del rol en su comunidad que la pequeña Marina desarrollaba que su madre.

    Era común verlas en las portadas de revistas regionales, o en las páginas de sociales animando a los lectores de estas rosas publicaciones a ser mejores, a tener una actitud positiva ante la vida, a afrontar retos, y superarse cada día.

    Pero lo que Marina disfrutaba más que otra cosa, esa hora diaria que mamá le dejaba revisar su cuenta de Facebook. Marina era muy popular en la red, tenía muchos seguidores, de su colegio y de otras escuelas; compartía frases motivacionales (que tomaba del muro de mamá) con sus amigos cibernéticos. También las fotos de las revistas y los periódicos, o las que mamá le tomaba en el foro de televisión.

    Papá fue muy tajante, nada de subir fotos que ella tomara, o de la familia. De hecho a papá le desagradaba que su pequeña de 10 años estuviera en una red social. Los niños, decía, deben pasar el tiempo jugando con otros niños, hacer la tarea y ayudar en la casa, no necesitan una cuenta de facebook. Pero mamá pensaba de otra forma, su hija puede interactuar con otros niños en redes, y compartir mensajes inspiradores en la red; eso sí, siempre bajo su supervisión, pues ella su esposo son adultos modernos y responsables.

    Pero Marina también tenía su forma de pensar, sus ideas y tomaba decisiones. Creo una cuenta alterna en la red, donde contactaba con sus seguidores favoritos de la cuenta que sus papás monitoreaban. Y cuando visitaba a alguno de sus primos o compañeros de clases, aprovechaba el respiro que tenía de su absorbente madre para conectarse y platicar con ellos. Había un niño en particular que le comentaba lo solo que se sentía a veces, de las ganas que tenía de hacer más amigos y de lo mucho que le gustaría conocerla, pues la veía en la tele; él le decía cuanto la admiraba, y lo mucho que le inspiraban sus palabras. Le decía que se sentía agradecido y feliz por contar con sus consejos cada semana.

    Durante meses estuvieron intercambiando mensajes, hasta que él la invitó a conocerse, a tomar un helado y pasar la tarde en la plaza comercial. Marina dudó en aceptar la invitación, sabía que su madre le haría muchas preguntas y que no la dejaría sola con su nuevo amiguito. Así que le dijo al chico que lo vería en la entrada de la tienda de videojuegos, que está frente a los baños de la plaza, le pidió a su mamá que la llevara a tomar un helado el día acordado, pues hacía mucho calor y ella se había muy bien estos día.

    Mamá no podía negarle una salida a la plaza, y aprovecharía para ver aparadores. Ya en el lugar, mientras saboreaban sus respectivos vasos de helado, una amiga de mamá se acercó a saludar. Marina sabía que era el momento de ver a su amiguito, se disculpó para ir al baño, y mamá tuvo un primer descuido en mucho tiempo que se reprochará siempre: dejarla ir sola al sanitario.

    Marina corrió a la tienda de videojuegos, donde un hombre joven la saludo, se presentó como el tío del chico, le dijo que su amiguito tenía fracturado el tobillo por una caída, pero que estaba afuera, en el coche, que saldrían a saludarlo rápido y que el mismo la llevaría de regreso con su mamá.

    Marina no dudó de la palabra de aquel hombre y lo siguió, no tuvo tiempo de reaccionar cuando la subieron de golpe al vehículo, donde otro hombre la inmovilizó… La llevaron a una cabaña afuera de la ciudad, donde al cruzar la puerta, descubriría su propio infierno, que inició al unirse a facebook.

  • Al final de todo – (Relato)

    Al final de todo – (Relato)

    Y así te deje de extrañar. Poco a poco y sin motivo deje de soñar con tus ojos y con el movimiento casi hipnotico de tus manos sobre mi cuerpo. Deje de añorar tu respiración en mi cuello y deje de ver tus ojos al cerrar los mios, no sé si mi mente se puso de acuerdo con mi corazón para borrar tu imagen pero funciono.

    Funcionó por la simple razón de que tú ya no tienes lugar en mi vida, porque tu sonrisa resultaba tóxica y de nada me servía conservarte cuando en el fondo tú nunca hiciste nada que fuera digno de recordar. Porque simplemente con tus palabras comprendí que todos esos detalles no eran más que una actuación barata, parte de un montaje que sólo por momentos sentí como algo real.

    Al final valoró más la mancha de vino tinto sobre la alfombra porque al menos es auténtica, visible y hace mas palpable el «para siempre « que prometiste con tus besos, esos besos falsos y divididos. ¿Quién iba a decir que «siempre» duraba menos que un suspiro? «Siempre» duro algunos años, «siempre» fueron unos segundos en la cama, el único lugar donde nos sentía unidos.

    Quiero decirte que ya no puedo recordar como era tu risa, ya no cierro los ojos para escuchar tu voz. Ahora sé que yo también mentía, «siempre» no guarde nada, «siempre» si fuimos algo desechable. Como ese cuaderno lleno de boletos de cine, como las cartas y las estrellas de colores que recibiste. Tan desechable como tus promesas y tu manera de mentir con destreza, y ¿sabes? Siempre prefiero el café y el cigarro a tus besos, pues a fin de cuentas dejar mis vicios por ti no valía la pena.

    Y sí, me rindo en este intento de lo que fuimos tú y yo, de mi necesidad por escucharte por las noches, de ser la única tonta que tenía esperanzas en nuestro amor, de ser la que daba todo. Me rindo y regreso a mi vida de siempre, como si no te hubiera conocido pues al final me resta decir que el día que el amor se comparé con un café pues me lo tomaré enserio.

  • Era amor – (Relato)

    Era amor – (Relato)

    Lo acepto, sé que antes de conocerte era una persona fría. Sé que las tardes de café a tu lado cambiaron mi vida de a poco, a pesar de que ambos sabemos que tú prefieres el té. Siendo honestos, sentir tus manos entre las mías fue una de las tantas cosas que derribaron mis muros, tu sonrisa me hacía sentir viva y tus ojos eran luceros que iluminaban mi vida.

    Entiendo que fallé y lo admito, me cuesta creer lo fácil que te deje ir esa tarde en medio de la lluvia, vi tus pasos alejarse por la calle en la que deje que mi corazón se rompiera sin hacer nada por detenerte. Fuimos todo eso que siempre había soñado, eso que sigo anhelando, eres esa carta que he rescrito un millón de veces. Sigues siendo ese remitente secreto, la fotografía bajo mi cama y la caja sellada llena de recuerdos.

    Siento incomodarte al no poner punto final a nuestros momentos, yo no olvido a tu ritmo ni soy tan fuerte como creía. Sé que no debo culparte, pero eres el único que hace latir mi corazón rápido y lento al mismo tiempo, ese que detiene mi aliento con un beso, ese que sigo necesitando como si del mismo aire se tratase.

    Éramos eso que pasa cuando dos continentes chocan ese movimiento téctonico, pues tu cuerpo en contacto con el mío movían universos, creaban nuevas montañas, ríos y bosques. Simplemente creábamos un mundo nuevo, un mundo nuestro que al menos por unas horas era sumamente real.

    Puede que efectivamente sea una tonta por amarte sin medida y no obligarme a olvidarte, pero así es el amor, totalmente irracional. Pues somos eso que nunca volverá a repetirse, eso que pasa una sola vez mientras estamos vivos porque encontrar el amor es mucho más difícil que el tocar las estrellas con la yema de los dedos, raro e inalcanzable.

    Y no, aunque no lo creas no me pesa tener fe en lo que ocurre entre nosotros, porque sigo prendida de eso que paso cuando nos conocimos, de ese roce de manos, de la forma sutil que tuviste al robarme un beso y la maestría para entrar en mi corazón. Porque somos eso que paso esa tarde que me pediste sentarte a mi lado e invitarme un café, ese lugar que sigo guardando por si un día decides volver. Al final, lo único que te voy a pedir es que nunca actues como si nunca hubiera luchado por ti.

  • Las mariposas.

    Las mariposas.

     

     A José Luis Zarate.

    Sonia corría por el pasillo…

    –          ¡Hermano, hermano! No corras tras rápido, yo estoy chiquita, no puedo alcanzarte…

    –          ¡Corre Sonia! ¡Corre! Ya no estás tan pequeña puedes alcanzarme…  – Carlos seguía corriendo, sin detenerse, sin esperar a su hermanita, con la impaciencia de sus siete años no quería perder detalle de lo que estaba pasando… – ¡Corre Sonia! Ya están saliendo, las he cuidado todo el día… ¡Corre Sonia! ¡Tú querías verlas!-

    Las orugas eran muy feas, a Sonia no le gustaban, pero Carlos con paciencia le explicó a su hermana menor que esos gusanos feos, se convertían en mariposas. Sonia dudaba; como sólo una niña de 5 años puede hacerlo, dudaba esperando que la puedan convencer, esperando en el fondo ser convencida que las cosas maravillosas pueden ocurrir.

    Carlos le dijo que en cuestión de días ella lo vería, que él las vigilaría, le prometió con el dedo meñique que él le avisaría cuando las orugas se convirtieran en mariposas. Y ustedes saben que entre hermano y hermana, no hay promesa más solemne que la que se hace con el dedo meñique.

    Carlos montó guardia en el jardín a partir de ese momento y vigiló a las orugas después de la escuela. Cuando se formaron las primeras crisálidas muy emocionado corrió por su hermana, y la llevó para mostrarle.

    –          Mira hermana, las orugas ya no son gusanos feos, ahora son crisálidas… En estás bolsitas que cuelgan de las ramas se transforman en mariposas, eso nos explicó la maestra, ya falta muy poco para que veas las mariposas. Ya las verás hermana… –

    Sonia no creía que esas bolsitas guardaran mariposas, “ahí no caben sus alas” pensaba. Su hermano quería jugarle una broma como siempre, las mariposas no son gusanos, los gusanos se arrastran, las mariposas vuelan. Será mejor no creerle mucho a Carlos, hasta no ver las mariposas salir de las bolsitas.

    Ese sábado Carlos vigilaba el jardín, impaciente, quería ver surgir las mariposas, pero más urgentes fueron sus ganas de ir al baño, corrió al baño de visitas, desde la ventana se podía ver el limonero donde las pupas reposaban. Y mientras descargaba su vejiga, alcanzó a ver revoloteando una mariposa amarilla alrededor del árbol.

    ¡Esa debía ser la señal! El momento había llegado. Apresuro lo que hacía y corrió dando gritos a su hermanita para que viera surgir a las mariposas por fin. La animaba a que corriera a toda prisa: ¡Corre Sonia! ¡Corre!

    Ya al pie del árbol observaban los hermanos como las mariposas emergía de su letargo. A Sonia los ojitos le brillaban, Carlos no mintió, las mariposas salen de esas bolsitas, sólo que sus alas están en un principio como mojadas y pegadas a su cuerpecito. Carlos estaba maravillado ¡lo que decían en la escuela lo podía comprobar!

    Los niños estaban felices, absortos contemplando lo que ocurría. Sonia veía a su hermano como un gran científico, como alguien que comprendía la naturaleza. ¡Qué inteligente es Carlos! ¡Por eso el es mi hermano mayor! ¡El me muestra al mundo como es! Y Carlos era feliz viendo la sonrisa de su hermana.

    No notaron como ese maravilloso día soleado comenzó a obscurecerse, no escucharon los gritos de alarma de sus vecinos. Las mariposas eran tan bellas, no debías distraerte de su contemplación. Sólo cuando la nave se posó justo sobre el árbol, Carlos notó que algo estaba mal, Carlos recordó que los mayores hablaron de una invasión de seres de otro planeta. Carlos sintió temor, y se echó a correr tan rápido como pudo de regreso a su casa.

    En su carrera gritaba ¡Corre Sonia! ¡Corre!, mientras las lágrimas se le escapaban. Pero Sonia era muy pequeña, a pesar de escuchar a su hermano, a pesar de correr tras él tan rápido como le era posible, fue alcanzada por el rayo que había sido disparado desde la nave y nunca más supieron de ella.

  • La mujer que se robó un suspiro – cuento –

    La mujer que se robó un suspiro – cuento –

    Mauro vive en el edificio de la esquina de la calle en el departamento 205, no es que el número influyera pero a él siempre le había causado confianza ese lugar desde que lo había comprado. Vive con Laura, su mujer perfecta. Una mujer por demás distinta a cualquiera con la que él hubiese salido. No era porque no fuese rubia, las favoritas de Mauro, tampoco es porque Laura no desee casarse y tener hijos, porque claro que lo desea, es simplemente porque Laura ha logrado lo que ninguna mujer pudo hacer, robarle un suspiro.

    Para Mauro existe el antes y después de Laura, antes de sentir eso que muchos dicen que se llama amor. Y es que antes de Laura, Mauro había conocido a Evangelina y como cualquier adolescente se había enamorado de ella como los lobos se enamoran de la luna, inútilmente. Pues Evangelina nunca lo había querido y sin embargo había jugado con sus sentimientos así como si fuese una simple marioneta.

    Así fue como Mauro olvido cómo querer,  después de tanta sacudida en ese romance que nunca tuvo ni pies ni cabeza Mauro había olvidado como era amar a una mujer, tanto tiempo con Evangelina había sido como cuando te gustan tanto unos zapatos que haces todo porque te queden pero simplemente necesitas medio número más. Por más que digas que te quedan en el fondo sabes que te aprietan demasiado; así estuvo mucho tiempo, con el calzado apretado sin querer reconocerlo, aunque fuera incómodo, estúpido y sin esperanza.

    Fue cuando decidió ir repartiendo su “cariño”, yendo de vagina en vagina repartiendo ese amor que tenía guardado, porque le era fácil, porque no había peligro de nada. Él siempre les dijo a todas que no las quería pero sentirse “amado” lo hacía sentirse bien, no podía perder.

    Entonces apareció ella, Laura, con su sonrisa y esa forma tan única de caminar. Con sólo conocerla Mauro volvió a ser el de antes, el Mauro que ansiaba conquistar a una mujer, no a cualquier mujer, a Laura. Y lo logró, Laura fue la mujer que le robo un suspiro.

    Laura recupero al Mauro que va a la florería por ramos de rosas, el que recuerda aniversarios, el que desea con el alma robarle un beso cada mañana, cada minuto de cada día. El Mauro que llega diario al apartamento 205 para ver a Laura cepillándose el cabello frente al espejo, Laura, la mujer que sonríe al ver a Mauro parado en el marco de la puerta y el mundo se ilumina a su alrededor. Mauro suspira y todo tiene sentido.

  • Nadie

    Nadie

     

    ¿Crees que alguien puede amarte como yo lo hice? Tan intenso, tan real, tan libre. Así tan dispuesto a darlo todo por verte feliz, por tu sonrisa. No, no sabrán darte la delicadeza en el momento justo y la rudeza necesaria justo donde era necesaria. Lo sabes, lo sé.

    Esto fue amor, el más puro y desinteresado, de los que perdonan y olvidan, de los que pueden empezar de cero. Amor de los que hacen maravillas por sentir lo real, lo intenso y lo necesario.

    Hablemos de cosas locas, como mi corazón roto y mi forma de escribir poemas con mis labios en tu espalda. Te contaré de mis intentos de salir al mundo, de enamorarme sin pensar y de mis días sin ti.

    No sabrán guardarte entre versos ni encontrar el pliegue de tu beso secreto. Porque tu tienes mi lugar favorito justo entre tus brazos y porque me arriesgué a amar sin medida. Quizá ese fue el error amar sin medida y sin control.

    Contemos esas noches que nos dormimos hablando por teléfono, las cartas y las fotografías; esos días en que terminábamos besándonos y jurando que estaríamos juntos toda la vida. Los sueños y las rosas, esos detalles tan míos, tan nuestros.

    No sabrán entender esa sonrisa torcida, esas manos que no puedes controlar cuando te pones nervioso, tu forma de hacer el amor en posiciones que todavía nadie ha inventado. No sabrán ver tu corazón y entender los desafíos de quererte tanto, levantarte el ánimo todos los días y lo hermoso de tomarte de la mano y ser feliz.

    Olvidamos amar, amarnos y empezamos a medir todo. Lo siento, dejemos de pensar y devuélveme mi vida, esa que robaste con tu mirada, el aliento que me hace falta y te llevaste con tu beso. Tú y yo sabemos que nos pertenecemos.

  • No es fácil dejarte ir

    No es fácil dejarte ir

    Todo, pienso en todo y en esos tiempos, analizo y me digo a mi misma «qué lástima«, pues había tantas cosas que nos unían. Tantos te amo callados. Tantos abrazos. Tantos momentos felices. Tantas risas. Tantas canciones dedicadas y películas vistas. Tantas lágrimas. Tanto amor. Duele tanto. Ese «tanto» que no va a ser, porque nos faltó tanto tiempo y tantas cosas por vivir. Demasiado.

    Esa parte de mí que se rompió con tu despedida y que se fue contigo cuando te alejaste dejándome para siempre. Por que ese adiós se quedó pegado a mi mejilla con ese beso con el que diste por terminado todo, soltaste mi mano y la tuya se fue llena de mis sueños, planes, cosas que había construido para los dos y gran parte de mis ganas de vivir.

    Cerraste la puerta y así fue como supe que en realidad no pensabas volver, que habías bloqueado cualquier posibilidad de reanudar lo nuestro y que simplemente por difícil que fuera tenía que olvidarte para seguir adelante. Contigo no se acaba el mundo, es cierto, pero se acaba mi mundo, el mundo donde tú y yo teníamos el futuro juntos.

    Lo siento, pero el sonido de tus pasos alejándose aún es lo que atormenta mis sueños e intenta arrullarme para dormir, veo tu imagen en todos lados como si de cualquier fotografía saltara un holograma que me persigue como fantasma cada que intento sobreponerme y ser feliz. Esa sensación de tus brazos rodeándome me sacude el cuerpo cuando cierro los ojos y un escalofrío toma su lugar cuando los abro.

    Y es que en realidad una parte de mí se fue contigo, la parte enamorada, la que sonreía todo el tiempo y me dejaste aquí con la parte que se suelta a llorar con las canciones que eran nuestras, con las películas que vimos juntos y con las fotografías, con las que recuerdo tu voz y esos besos en la frente que me dabas antes de dormir. Me dejaste con la parte que aún conserva la esperanza rota de escucharte tocar la puerta para que al abrirla, abrazándome me digas que todo fue un error y que nunca debiste alejarte.

    Poco a poco estaré mejor, dejaré de echar de menos los besos y las promesas, los «te amo» y hasta las peleas. Dejaré de sentir el nudo en la garganta que me pide llorar cuando tu imagen salta del baúl de mi cerebro y el nudo en el estómago cuando repaso la escena y me pregunto por qué no hice nada por detenerte. Y quizá de nada hubiera servido pues estabas tan decidido a irte que dijese lo que dijese no hubiera habido diferencia.

    Voy a olvidar y la gente dejará de decir que no vale la pena mi dolor, porque yo sé que todo lo valió y sólo yo sé lo que vivimos. Aunque olvidar no estaba en mis planes y no era mi ideal vivir sin ti, voy a olvidar y la herida será sólo una pequeña cicatriz, una que nunca voy a desear que se borre porque a fin de cuentas es lo único que me queda de ti.

  • Puedo esperar – Carta

    Puedo esperar – Carta

    ¿Vamos a seguir mirándonos a los ojos como si no pasara nada? Juegas un juego bastante peligroso y debo admitir que fingir te queda bastante bien. Esquivas mis señales, mis acercamientos, te vuelves difícil y eso me gusta mucho más.

    Te miro, me huyes y sigues como si tus ojos no me hubieran ya dicho todo lo que quiero saber y mucho más. Esos ojos en los que encuentro las respuestas a todas las preguntas que rondan mi mente, como el enigma de tu sonrisa y la forma en que pasas tus dedos por tu cabello cuando hablamos frente a frente.

    Anda, sigue pretendiendo lo que no sientes, hasta que me tientes y decida. Haz que tome tu mano y te gire hacia mí, que con mi mano en tu cintura te pegue a mi cuerpo y con la otra en tu nuca te bese los labios robando tu aliento.

    Me río al ver tus nervios si nuestras miradas se cruzan, muerdes tu labio y apartas la vista, sabes que eso me hace desearte aún más. Yo hago como que no me doy cuenta de tus gestos, nos vuelve cómplices de este juego, somos presa y cazador cuyos roles vamos cambiando de cuando en cuando, me gusta no voy a negarlo.

    Sigue mirándome a escondidas, escribiendo mi nombre al final de tus libretas. Finge que nada ocurre, que no lo sientes, dile a todos que tu cuerpo no vibra cuando estás cerca de mí y no mueres como lo hago yo por estar a tu lado. Inventemos cuentos, corramos en direcciones contrarias pues nuestros círculos siempre acaban en el mismo punto donde nos encontramos. Sigue…puedo esperar.

  • El viento de Chernóbil – cuento

    El viento de Chernóbil – cuento

    El detector de partículas sonó al revisar a Svens, no debería ser motivo de alarma un poco de radiación en la ropa de un trabajador de la Central de Forsmark pensó Elis, quien inspeccionaba la salida de los empleados, “atente al manual” pensó, que se descontamine en las regaderas, la lectura de radiactividad no se pueden considerar peligrosa a esos niveles.

    Elis sólo quería que terminara ese turno de domingo. Regresar a casa y descansar. Le indicó a Svens que debería descontaminarse provocando una mueca de desagrado en el técnico que trabajaba en el reactor.

    Pero el siguiente empleado del reactor, Matteus también dio una lectura positiva a la radiación de su ropa. “Esto no es normal, no puede ser normal” pensó Elis, quien dio la misma indicación al empleado. Mientras Matteus se dirigía a las regaderas, Elis se dirigió al intercomunicador y llamo a su supervisor…

    –  Algo no está bien Valfrid; Svens y Matteus dan lectura de radiación…

    – Descuida Elis, son técnicos del reactor, están expuestos, mientras no excedan el límite, envíalos a las regaderas… De todas maneras, hablaré con mantenimiento del reactor, que revise.

    Signilda, una contable salía de la central en ese momento. ¿Qué hacía ella aquí en domingo? Se sabe que es una mujer solitaria, quizá viene a la central a adelantar trabajo para no quedarse en casa…

    El detector de partículas mostró los mismo niveles de radiación en la ropa de la contable, ella no se acerca a la operación, ella está en un edificio administrativo del complejo, para Elis, el joven agente de seguridad de la central no había duda. Algo grave ocurría, pidió a Signilda que esperara y corrió al intercomunicador.

    –          Valfrid, una más, es una administrativa… ¡esto no es normal Valfrid! ¡No puede serlo!

    El supervisor colgó y dio la alarma. El protocolo de emergencia se activó, los empleados que estaban en la central ese domingo fueron contenidos mientras todos los técnicos de seguridad revisaban palmo a palmo el complejo…

    Tras varias horas llegaron a la conclusión de que la radiación no provenía de Forsmark, estaba en el ambiente la había traído el viento. Más tarde los investigadores concluyeron que eso sólo podría haber ocurrido en algún punto entre la frontera de Ucrania y Bielorrusia de acuerdo a los vientos dominantes.

    Elis regresa al amanecer del lunes a su casa, desganado unta mantequilla en un pan mientras espera que el café esté listo. Enciende la radio para escuchar las noticias, se escucha en el aparato un escueto comunicado del gobierno de la URSS: «Ha ocurrido un accidente en la central de energía de Chernóbil y uno de los reactores resultó dañado. Están tomándose medidas para eliminar las consecuencias del accidente. Se está asistiendo a las personas afectadas. Se ha designado una comisión del gobierno.» 

    Elis sabe que esto es sólo el principio…

    (El sábado 26 de abril de 1986  ocurrió un accidente nuclear en la Central Nuclear Vladimir Ilich Lenin de Chernóbil, Ucrania, considerado la mayor catástrofe medioambiental de la historia. Los primeros en alertar sobre lo ocurrido a la comunidad internacional no fueron los soviéticos, sino autoridades suecas tras darse lecturas de radiación inusuales en los empleados de la Central Nuclear de Forsmark)

  • A diez centímetros – [Relato]

    A diez centímetros – [Relato]

    Voy caminando como cualquier otro día, es día laboral y me pierdo en el ir y venir de esta vida agitada, en la velocidad de los autos y la mirada distraída de la gente a mi alrededor. Acomodo mi ropa en la vitrina del aparador más cercano, ensimismada retocó mi maquillaje, suspiro y de nuevo pienso en ti.

    Sigo mi trayecto apurando el paso, son más de las ocho y sé que se me ha hecho tarde. Mi andar es automático, soy parte de una rutina y el camino esta impreso en mi memoria como cualquier otra cosa. Sin saber porque me detengo en el escaparate de la joyería de la esquina y una sortija te cuela en mis pensamientos.

    Mi andar se detiene pues una pareja corta mi paso, a mitad de la calle como si no existiera el resto del mundo, se funden en un beso. Mis labios cosquillean y de nuevo es por ti, por ese beso, porque mis labios extrañan a los tuyos incluso habiéndolos rozado sólo en sueños.

    Llegó a mi destino y tropiezo, una mano sostiene la mía deteniendo mi caída. El contacto de tu mano con la mía me hace temblar de los pies a la cabeza erizando los vellos de mi nuca. Lentamente levanto mi cabeza, mi mirada se encuentra con la tuya y sonreímos.

    Ambos sabemos que nos habíamos buscado desde hace mucho tiempo. Quizá nos habíamos encontrado en algún momento entre las carreras de este mundo tan loco; tal vez fue ahí que mis ojos y los tuyos se toparon y se grabaron en la memoria volviéndote mi más recurrente sueño.  Ahora estamos aquí a diez centímetros, sin atrevernos a mover un músculo para no matar el momento.

    Lo hago, te beso como cada noche, como lo anhele todo este día y lo siento, eso del amor, de lo que tanto me han contado. La electricidad recorre mi cuerpo, el mundo puede esperar, se detiene el tiempo y no puedo percibir nada más. Nada salvo tus brazos rodeándome y entonces se que no importa lo que pase, hoy se inicia algo nuevo.

  • Corazón de un cuento roto

    Corazón de un cuento roto

    corazon roto
    corazón de un cuento roto

    El corazón desea y no hay nada que se pueda hacer al respecto. Alicia lo sabía desde que puso sus ojos en ese chico tímido y callado que se sentaba en el rincón durante toda la clase de inglés y apenas levantaba la vista. Su cabello largo caía sobre sus ojos y pasaba los cuarenta minutos garabateando en su libreta, de vez en cuando sacaba un chicle de su mochila y mascaba en silencio, ensimismado.

    Emilio parecía ajeno a todo lo que pasaba a su alrededor, incluso a la insistente mirada de Alicia que parecía querer penetrar su cráneo y llegar hasta su cerebro. Solamente una vez había logrado establecer contacto visual con él y eso había bastado para desear su corazón más que ninguna otra cosa en el mundo.

    Se decidió, una tarde a la salida del colegio lo esperó y lo siguió hasta su casa, antes de que girara la llave tocó su hombro y él se volteó. Sus miradas se encontraron y el corazón de Alicia dio un saltó. «¿Puedo ayudarte?», preguntó. Sin pensarlo Alicia se lanzó a sus brazos y besó sus labios, sentía sus latidos acelerarse como si quisieran traspasar su pecho.

    Cuando por fin se separó él la miraba confundido, «me gustas mucho», fue lo único que salió de la boca de Alicia después de eso. Emilio giró rápidamente la llave de su casa y entró corriendo sin decir nada. Fue ese el momento en el que se escuchó como si alguien hubiera quebrado un cristal de una pedrada, Alicia cayó de rodillas en la acera y las lágrimas comenzaron a asomar de sus ojos.

     Todo lo que había soñado e imaginado, las charlas nocturnas, los abrazos, los largos paseos por el parque tomados de la mano, todo se había desvanecido. Tomó su mochila y caminó en silencio, el vacío que sentía en el pecho le provocaba dolor, y todos saben que nada duele más que un corazón roto.

  • Un chispazo de razón – Cuento

    Un chispazo de razón – Cuento

    Podría recibir mil y un consejos o recomendaciones de quienes me rodean, pero a veces, muy de repente, un chispazo de razón penetra en mi cabeza y el resto de sugerencias se van al caño. De pronto abro los ojos y encuentro la respuesta que pasó frente a mí a cada paso; aquella que escuché de otras voces durante noches enteras.

    Supongo es el único aprendizaje verdadero, aquel que se goza o se sufre en carne propia. La vida podría dejarte todas las pistas del mundo para guiarte a la senda del bien, pero es inútil. Sólo hacen falta tres segundos de conciencia para cambiar la o las historias, recomponer el camino, o sonreír con sinceridad.

    No es una cuestión de tiempo o de distancia. No hay rituales infalibles ni fórmulas matemáticas de exactitud incuestionable. Un sólo parpadeo basta para reanimar el alma y reactivar las neuronas; mandar al archivero los recuerdos del ayer y sacar lápiz y papel para darle forma a nuevas historias.

    No hacen falta 200 sermones ni 25 regaños; es cuestión de decisión y convicción. Ni siquiera se necesita una sacudida en escala de Richter; no hay razón suficientemente válida como para justificar el cambio de aires. La causa no la conozco a ciencia cierta, pero la consecuencia es una sensación de alivio al respirar hondo.

    Supongo yo que, contrario a las enseñanzas escolares, el procedimiento es lo de menos. Uno puede encontrar respuestas casi por casualidad, y eso no las hace menos válidas. En realidad se trata de levantar la cara y mirar al frente; también puedes cruzar los dedos, ya sabes, por si las dudas. 

    Se trata de desechar culpas y atar fuerte las agujetas; quedan muchos kilómetros por recorrer, y debemos evitar los tropezones. Nunca es demasiado tarde para silbar la tonada de una canción ni para gritar, quizá desafinado, el coro de una alegre melodía. Elige la ruta por la que quieras transitar; hazle caso a las señales. Descubre nuevos caminos, y cuando el destino parezca tenebroso, dobla a la derecha sin temor al extravío. A final de cuentas, toda vereda lleva a algún lugar.   

  • La Advertencia – Relato

    La Advertencia – Relato

    Tú vuelves a tocar a mi  iMAC y vas a saber por que la gente me puede llegar a odiar.

    Esa fue la advertencia que le hice, se lo dije cuando la interfaz de la computadora dejo de reaccionar por culpa del golpe que le dio, se atreve a decir que yo no soy quién para educar a su perro y sí todo esto paso por que su perro destruyó mis pantuflas de garra.

    Por que una colérica yo, dejo encerrado y sin comer medio día,  por lo menos tenia agua (tan cruel no soy), al perro desnutrido, feo y apestoso que hace sus desmadres, sí un perro que ni siquiera defiende a su dueño y se esconde de los Poodle, aunque el es un Ladrador Golden mucho mas grande, pero para variar me tira de a loca y me ignora, volvió a golpear mi iMAC… yo solo tuve que esperar.

    Espere a que su boca escupiera todo el veneno que poseía, espere y oí, se jacto de ser mejor persona que yo, de que yo no sirvo como amiga, que soy un parásito que se aprovecha de su madre y que yo sola en el mundo me moriría por que no se hacer nada; si siguió hablando…

    Me aguante la rabia, el coraje, la ira… y solo pude desearle la muerte, total con deseársela no pasa, ¿¿o sí??

    Siguió escupiendo, hiriéndome cada vez más, pero el razonamiento le volvió a ganar al sentimiento, deje de escuchar, lo deje balbucear deseando que no se mordiera la lengua, pensando mil cosas a la vez.

    Obvio nunca he matado a un ser vivo, tampoco creo que sea muy difícil, habiendo tanto veneno a mi alcance, a mi mano… pero de seguro solo es el coraje, lo que hace que piense eso, la rabia del momento, mañana se me pasa.

    Pero no, no se me paso y un día cualquiera me sorprendí a mi misma googleando como envenenar sin dejar rastro, es la cosa más fácil del mundo, unas cuantas pastillas para las que no necesitas receta y listo. Si las necesitas que hombre le dice que no a una sonrisa acompañada de un generoso escote.

    Bueno no parece, sí es la cosa más fácil de hacer… y por eso mi iMAC a la que me costo trabajo reparar, esta guardado bajo llave en mi habitación, nadie la puede usar ni yo, esto lo escribo desde un café internet que no te da café, ahora mi hermanito no para de llorar y me ve con odio mientras yo sonrío.

    Él me insulto, casi descompone mi iMAC me atacó sin motivo racional en condiciones iguales la balanza esta equilibrada, su perro no mueve más la cola.

    Al parecer al niñito se le olvido lo que le dije…

    “Siempre tendrás una persona superior a ti y una inferior, no te equivoques yo puedo ser mejor o peor que tú, pero nunca igual e invariablemente elijo ser peor.”

  • Tú eres eso

    Tú eres eso

    Ahí estabas, soltando mi mano y dejando escapar todos los sueños que alguna vez habíamos construido juntos. Dejando todo de lado y diciéndome que esto ya no daba para más, que estábamos estáticos y lo nuestro no iba para ningún lado. Estiré mi mano para rozar la tuya y tú, con ese movimiento felino que antes tanto me gustaba de ti, te hiciste a un lado y me pediste que no hiciera las cosas más difíciles.

    Me quedé callada, no supe qué decir y te dejé ir, te vi alejarte cuando por dentro algo se desgarraba y todo me gritaba que te persiguiera. Era como si mi cuerpo y tus ganas de dejarme se hubieran puesto de acuerdo para impedirme avanzar. No hice nada y me quedé parada, sólo para seguir con la mirada tus pasos, tu caminar que tanto amaba.

    Hubiera querido decirte que sin ti esas noches de desvelo para esperar el amanecer no tienen sentido, que eres mi conversación nocturna preferida. Que he tardado en aprender a dormir sin esa llamada de «Buenas noches«, esas en las que hablábamos de tonterías, de los planes, de nuestro día y de lo poco que faltaba para volver a vernos. Decirte que me cuesta ver esas películas que vimos juntos porque aún espero voltear y verte a mi lado, esperando que recargues tu cabeza en mi hombro y me pidas un beso, ese beso por el que no me importaba perderme alguna escena importante.

    Fui tan ingenua al pensar que podíamos funcionar; me cuesta entender que la vida no es como las novelas y que al final el amor no regresa para tomar otra taza de té en la cocina y revolver tu cabello. El amor no regresa a compartir cosas hermosas porque perdiste el tiempo, lo perdiste como perdiste tu momento con la persona que creíste para ti.

    ¿Preguntas si he pensado en ti? Te pensaba todos los días, pensaba en esas últimas discusiones que más bien llamaría peleas, donde dijimos cosas sin sentido y busqué desgastar lo poco que aún me gustaba de ti. Ya no te sueño, sólo sueño lo nuestro porque ya el «tú y yo» ya no tiene caso revivirlo, porque somos un caso perdido, porque logré salir de eso que me volvía mediocre.

    Tú siempre has sido todo eso, lo bueno y lo malo de mí, las cosas más intensas que tenía dentro de mí. Porque me volviste ambivalente, porque eres sólo un recuerdo. No te doy el gusto de hacerme sentir miserable porque en mí tengo la satisfacción de haber hecho todo por lo que creí que era amor. Eres una memoria, un fantasma pegado a mi cerebro pero te mentí, no eres tan especial como creí, no eres lo mejor y definitivamente sé vivir sin ti.

    No niego el amor que te tuve algún día, sería negarme a mí misma.  Estuve enamorada, te amé demasiado; mi error fue amar demasiado, el error de una loca. Dejaré que mis ojos cuenten la historia, que platiquen de esas horas, de los lunares de tu cuerpo, de la fusión de nuestros cuerpos y de esas charlas tontas llenas de promesas rotas.

    Quiero contar del amor y las memorias para poder decirte un día que tú eres eso, tú eres muchos recuerdos; una banca en el parque, una fotografía, una sombra en las sábanas pero nunca fuiste el amor.