Amiga, lo siento

Lo sé, quieres tomar mi mano y unir tus labios a los míos; buscas recorrer mi cuello con tus labios y pasear la yema de tus dedos por mi espalda. Pides que me entregue al amor como quien se entrega a lo natural y no a lo prohibido, se te olvidan tantas cosas. Te acercas a mí y un escalofrío recorre mi cuerpo, como si una corriente eléctrica se conectara conmigo al mirar tus ojos, eres tan especial.

Tus dedos se entrelazan entre los míos y yo voy olvidando que no me perteneces, todos se quedan cortos al hablar de tu sonrisa y la forma tan peculiar de tus labios. Provocas mi debilidad cuando muerdes tu labio inferior al hablar, como si me estuvieras invitando a besarte, una invitación abierta al pecado. Tus dedos barren tu cabello detrás de tu oreja y yo siento los latidos de mi corazón acelerándose e intento concentrarme en otra cosa pero no puedo, me estoy perdiendo en el compás de tu pecho y tu respiración.

Comienzo a intoxicarme con el aroma de tu cuerpo, no sé exactamente qué es pero podría jurar que el cielo desprende un aroma parecido. Trato de no acercarme y no puedo evitar que cada respiración me lleve a la gloria, a imaginar tu cuerpo sobre el mío y tus labios rozando mi piel. No debería, sé que esto es imposible y aun así me he acercado y me he abrazado a ti. Sonrío tímidamente porque estoy consciente que ésto no debería pasar.

Y pensándolo bien, ésto también es su culpa, ella me mandó a buscarte y me pidió acercarme a ti, no creo que tuviera ésto en la mente pero ahora con tu cuerpo pegado al mío recuerdo todo lo que me contó; se quedó corta  al describir lo que era sentir tus brazos alrededor de la cintura y apoyar la cabeza sobre tu pecho.

Ella fue la que cada noche me habló de la forma en que tus ojos dicen cosas que tu boca no pronuncia, hoy que te tengo enfrente no puedo evitar desear  ser yo la protagonista de tantas historias que salieron de su boca y se plasmaron en mi mente. Le faltaron palabras para acercarse a la sensación que es escuchar los latidos de tu corazón y aspirar tu aroma y mientras mis labios se pierden en los tuyos sólo puedo pensar «Amiga, lo siento, creo que yo también lo quiero».

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