Como mujer, agradezco haber nacido en un siglo donde la evolución social a pesar de todo ha dado buenos pasos hacia una inclusión mucho más acertada para el género femenino. No hubiera soportado, por ejemplo no poder votar, no poder decidir que ropa usar, no poder salir sola a la calle, o tener que conformarme con el marido que alguien más quiera escoger para mí. Si he tenido problemas por mi forma de ser un tanto rebelde y bastante independiente, no sé que hubiera sido de mí en una sociedad donde los hombres hubieran decidido mi destino, o limitado mi forma de ser o actuar.
No obstante faltan pasos, aún debe evolucionarse en muchos campos. Ser mujer es a veces una tarea demasiado difícil (no quiero decir con ello que ser hombre sea fácil), principalmente cuando la sociedad o al menos parte de ella, pretende decidir por ti, o peor aún decidir por tu cuerpo.
Traer vida al mundo, es sin duda uno de los misterios más hermosos que encierra el hecho de ser mujer, sin embargo una tarea tan bella, debe deparar grandes satisfacciones. Hay que partir del hecho de que cada persona es y piensa de un modo diferente; el mundo es un lugar globalizado y como tal, ha permitido abrir la mente y ampliar los horizontes de la misma. No todas las mujeres tienen como meta de realización personal el hecho de ser madres; muchas le dan más importancia a su proyección profesional o a sus ambiciones particulares, que al hecho de engendrar vida y son posiciones desde todo punto de vista, respetables.
Es invasivo que una mujer que no desee ser madre, deba serlo por fuerza de unas leyes impuestas y analizadas en un círculo legislativo, conformado en su mayoría por hombres; no es justo desde ninguna perspectiva, que una mujer deba frustrar otras aspiraciones por dedicarse a la tarea de ser madre, y finalmente no es deseable para ninguna criatura, nacer en circunstancias indeseadas, o convertirse en el objeto de resentimiento de alguien que lo ve como el motivo por el cual sus metas se vieron truncadas y/o peor aún, nacer por nacer, en circunstancias sociales y económicas poco positivas, que no promuevan de forma alguna un crecimiento óptimo.
La sociedad y las naciones deben propender por el bienestar general de los individuos; vivimos en un planeta donde la riqueza y la miseria se entremezclan, y los prejuicios y las religiones no son de ninguna manera, una autoridad que de por sentado el hecho, de que una criatura debe nacer por el mero hecho de ser engendrada, aunque las circunstancias no sean ni de cerca las propicias para llevar una buena vida.
Quienes legislan, desde sus sillas más cómodas en la cúspide de una sociedad mal distribuida, se olvidan que no todos tienen sus comodidades, que muchas mujeres no tienen en muchos casos los medios para satisfacer sus necesidades particulares, pero deben hacer magia para suplir las de otro ser, con necesidades aún más apremiantes.
Abortar no es un delito, abortar es en muchos casos una solución. Abortar es un camino que puede privar a dos seres del hecho de odiarse una vida entera, o librar a una vida que aún no es vida, de vivir en medio de una miseria que no conocen quienes dictaminan lo que un género o grupo social debe hacer. Una mujer como ser humano, está en todo su derecho de decidir si quiere o no ser madre, de permitir o no, que su cuerpo sea creador de otra vida, de decidir entre ser madre o ser una mujer de éxito.
Todas las cosas creadas por el ser humano, tienen su margen de error, los métodos de planificación fallan, o en el mejor de los casos son desconocidos por muchas que no han tenido acceso a una educación por mínima que sea; otras tantas son víctimas de violaciones y vejámenes y algunas simplemente olvidan poner atención a su vida sexual. Pero en particular todos los casos deben tener los mismos derechos y privilegios; no se puede restringir las decisiones sobre un cuerpo y sobre un futuro, sólo porque muchos de los que gobiernan, están estancados en un siglo extinto hace mucho. La mujer es un ser con la misma capacidad de decisión que un hombre, y muchos de ellos si tienen la opción de ser o no ser padres, porque en el mejor de los casos se desentienden de sus responsabilidades sin mayores consecuencias; las mujeres en cambio deben llevar la carga de ser objeto de las injusticias sociales que solo redundan en su prejuicio, y verse obligadas a llevar a sus espaldas las consecuencias de algo en el mejor de los casos no fue una elección.
Abran su mente, los invito de veras, el hombre necesita de creer en algo supremo que guíe su vida, pero ese algo no puede ser el cómplice de miles de injusticias, de miles de vidas echadas a perder, ni ser la raíz que engendra más odios y rencores, de los que lamentablemente está ya plagado nuestro mundo.