Desde hace décadas, los tejemanejes de las diferentes monarquías europeas han inspirado joyas del cine y la televisión. Sin embargo, a pesar de ser, literalmente, siglos de historia, solo un puñado de personajes han sido representados tanto en la pantalla grande como en la chica. Maria Antonieta de Austria ha sido caracterizada unas cinco veces, desde 1938 hasta la adaptación de 2012 de manos de Sofia Coppola; Isabel I ha tenido el rostro de Cate Blanchett, Anne-Marie Duff o Helen Mirren, precisamente esta última actriz también dio vida a Isabel II en The Queen. Y hablando de Isabel II, el último en narrar el longevo reinado de actual monarca es Netflix, con The Crown.
The Crown va a por su segunda temporada, tomando como centro del relato la década de los sesenta, es decir, la segunda década en el reinado de Isabel. Para comprender cómo la Reina llegó al trono y todo lo que ha sucedido antes de su reinado, basta con ver las series que se han centrado en sus antecesores, cuya línea se remonta al siglo I. Para ser testigos de los acontecimientos más recientes como la escabrosa relación del Príncipe Carlos y Lady Diana o, quien sabe, hasta el sonado compromiso del príncipe Harry con la actriz americana Megan Markle, probablemente habrá que esperar a las últimas temporadas de la serie original de Netflix. Es precisamente esta serie, The Crown, la que ha sacado a relucir cierto sucio debajo de las alfombras del Palacio de Buckingham que hasta el presente nadie recordaba, para el bien de los Windsor, como los amoríos de la Princesa Margarita o la alocada vida del Príncipe Felipe.
Obviamente, así como el Reinado de Isabel II ha estado marcado por sucesos polémicos, otros reyes también se vieron salpicado por acontecimientos que, en el peor de los casos, acabaron con su reinado y/o sus vidas y que son tan escabrosos que ni la BBC ha adaptado. Ojalá Netflix lea este artículo y tome nota porque estos hechos reales son material perfecto para crear potentes series de televisión.
01. CERDIC EL CONQUISTADOR. Y ASESINO.
Cerdic fue, probablemente, el primer hombre del norte (entiendase hoy Alemania u Holanda) en llegar a las costas británicas (lo que hoy sería Hampshire), por ende se convirtió en el primer gobernante extranjero que conoció Inglaterra. Sin embargo, para alzarse con el título de conquistador, primero tuvo que conseguir el de asesino. Una de las leyendas entorno a su figura, aseguran que Cerdic sirvió a Natanleod, un nativo inglés, por quince años pero un día, en el año 508, le asesinó para autoproclamarse Rey de Wessex, uno de los Siete Reinos. Aunque muchos dicen que Natanleod no existió y solo fue un mito para alimentar la fama de Cerdic, sería jugosisimo ver una especie de Juego de Tronos basada en hechos reales.
02. SEAXBURH DE WESSEX, LA PRIMERA REINA.
En una época donde el feminismo, el empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género está teniendo, finalmente, mayor expansión, aunque lejos de conseguir la merecida importancia, sería interesante ver los relatos de Seaxburh, la primera reina inglesa. Cuando su esposo, Cenwalh, muere ella asciende al trono como legítima sucesora. Su vida se vio marcada por hechos poco esclarecidos: fue la segunda esposa del Rey y hay quienes afirman que, a lo contrario de lo que dicen los libros de historia, sí tuvo hijos.
03. ALFREDO, DE GRANDIOSO A SANTO.
Si bien Cerdic fue el primer Rey de Wessex, solo uno de los siete reinos que conformaban Inglaterra, fue Alfredo el primer gran Rey qué gobernó en todas las tierras anglosajonas. Se convirtió en un personaje célebre a causa de su determinación para pelear contra los vikingos y, en efecto, defender su territorio. Fueron tantas sus buenas acciones a causa del bienestar de Inglaterra que se le atribuyó, luego de su muerte, el título de santo y hoy es venerado en iglesias católicas y ortodoxas.
04. LA TRAICIÓN QUE CONVIRTIÓ A EDUARDO EN MÁRTIR.
Eduardo nació en 962, primogénito de Edgar el Pacífico que, muy al contrario de su apodo, fue el Rey más sanguinario que conoció Inglaterra hasta sus días. Cuando El Pacífico muere, Eduardo hereda el trono en contra de los deseos de su madrastra. Elfrida, que la podemos imaginar como una Cersei Lannister de la vida, defendía a su hijo Etelredo, medio hermano de Eduardo y quien según ella debía ser él el nuevo Rey, porque Ethelfleda, madre de Eduardo nunca fue coronada lo que convertía al nuevo Rey en ilegítimo. A pesar de la mamotreta de Elfrida, Eduardo, apoyado por Dunstán, siguió su reinado que se caracterizó por apoyar ciegamente la iglesia católica, lo que llevó a que este se ganará el descontento de otros nobles.
Un día, en 978, Eduardo decide ir a cazar con sus perros (Hola, Robert Baratheon) y de pronto piensa que ir a visitar a su hermano y madrastra sería una buena idea. Se aleja de sus hombres y se dispone ir al castillo de Corfe, donde estos vivían. Astuta como se cuenta, Elfrida lo recibe rimbombante y desde una de las ventanas del castillo le ofrece una copa de vino, cuando Eduardo, aun en su caballo, se extiende para tomar la copa, es apuñalado por un esbirro de la reina que, claramente, lo imaginamos como La Montaña.
La mejor parte, o digamos, la benevolente, viene de la historia, para algunos leyenda, que se construyó después de su muerte. Se dice que la reina ordenó que su cuerpo fuese arrastrado por su propio caballo y después pidió que le ocultaran en una choza abandonada y así fue solo que la choza no estaba sola, en ella vivía una joven ciega. Esa noche una luz se extendió por toda la choza y acto seguido la mujer vio para encontrar el cuerpo del Rey.
Algunos tomaron la historia como leyenda pero desde luego los católicos creyeron todo el relato y de hecho construyeron la iglesia de San Eduardo en el lugar donde sucedieron los hechos. Mientras que la Reina aterrada por la historia pidió que enterraran el cuerpo donde correspondía estar. Para hacer la historia aun más interesante y milagrosa parece que en el lugar donde yacía su cuerpo se encendió una columna de fuego y luego, en el mismo sitio, hubo un brote de agua que le consideraron agua bendita. La iglesia considera a Alfredo el Grande un santo, pero quien mejor representa la figura del catolicismo es Eduardo.
05. LA MISTERIOSA MUERTE DE GUILLERMO II.
Guillermo II se dio a conocer por su carácter difícil y su temperamento volátil. No se casó, no tuvo hijos, ni legítimos ni ilegítimos. Claramente, algún enemigo se ganaría durante su reinado. En agosto de 1100, se fue a cazar (parece que para los reyes, cazar es una terrible idea) y desapareció entre los bosques de New Forest. Horas más tarde apareció muerto, presuntamente una herida de caza pero para otros todo se trató de alguna venganza.
06. LA AVARICIA DE ENRIQUE III, SU PEOR ENEMIGA.
Enrique III fue célebre por su pésima gestión, hecho que en la actualidad también ha hecho famoso a algunos presidentes. Como en todos los casos, uno de los mayores factores que influyó en el fracaso de Enrique fue su ambición. El Rey quiso conquistar la corona Imperial para su hermano Ricardo pero no lo consiguió, después quiso alzarse con la corona de Sicilia para su hijo Edmundo y también fracasó, está vez gastando caudales en ejércitos; por último pretendió recuperar posiciones francesas y el único resultado fue la pérdida de los condados de Anjou, Turena y Maine en favor de Francia.
En 1258, atravesando una crisis económica reúne al parlamento para pedir un préstamo que se rehusaron a darle y de hecho solo obtiene un acuerdo entre estos que limita notoriamente el poder de la corona. Cuando Enrique se da cuenta que el mencionado acuerdo no le beneficiaba en absoluto se le ocurre la idea de no obedecerlo y hace lo que se le da la gana hasta que los nobles le hacen prisionero. Montfort, el noble líder, empieza a tomar atribuciones que no le corresponden y muchos le dan la espalda. El Rey vuelve al trono y por fin se da cuenta (tarde, como siempre) que no tiene madera para gobernar. Si para James Franco, Tommy Wisseou es The Disaster Artist, Enrique III sería The Disaster King.